martes, 28 de abril de 2009

DF: víctima de López Obrador + Ebrard, rebasado por la crisis

Cuando estalló la crisis social por los terremotos de 1985, dos funcionarios se movieron para capitalizar políticamente hacia Carlos Salinas el descontento social: Manuel Camacho y su operador Marcelo Ebrard. Hoy los dos aparecen dañados por la influenza: el primero fue hospitalizado y el segundo quiere salvar a la ciudad al margen de la autoridad federal.


La Ciudad de México ha quedado peligrosamente expuesta a la enfermedad infecciosa. Pero no sólo por la agresividad y violencia de la gripe porcina, sino por la decisión del jefe de gobierno del DF de excluirse del régimen federal. Ebrard ha tomado decisiones sin tomar en cuenta a la república y obviamente con las limitaciones de la autoridad capitalina.

Lo grave de todo ha sido el hecho de que la gripe porcina estalló en el Distrito Federal por negligencia de las autoridades locales. La responsabilidad del secretario de Salud del gobierno del DF fue manifiesta al desconocer la magnitud de los primeros casos, tardar en la toma de decisiones generales y alejarse de las estrategias federales.
En el fondo, Ebrard quiso capitalizar políticamente el conflicto para ofrecer la imagen de un gobernante capaz de funcionar sin el gobierno federal y adelantarse al 2012.
La Ciudad de México ha quedado atrapada en la ausencia de un reconocimiento del jefe de gobierno hacia el presidente de la república por las elecciones del 2006 en la que paradójicamente los dos fueron electos en la misma votación, pero Ebrard decidió, por órdenes de López Obrador, no reconocer legalmente la autoridad del presidente de la república. En estos dos años, el DF ha padecido en su funcionalidad la decisión de Ebrard de eludir su responsabilidad legal y constitucional como gobernante de una entidad miembro del pacto federal.
Pero también los capitalinos han sufrido el exhibicionismo político a costa de sus necesidades. En la pasada crisis de agua durante la semana santa por reparaciones en el sistema Cutzamala, Ebrard acusó políticamente al gobierno federal de manipular el tema del agua. Pero él mismo puso su parte: organizó columnas de pipas de agua para las zonas que vieron cortado el suministro, pero las puso en marcha en un acto político en donde el jefe de gobierno del DF dio la orden de salida con una banderita, como si fuera competencia deportiva.
El poder político de Camacho y Ebrard en la ciudad de México, que luego fue compartido con el PRD de López Obrador, comenzó en 1985 cuando los dos organizaron a los capitalinos que perdieron viviendas. Desde la Secretaría de Desarrollo Urbano, Camacho y Ebrard propiciaron la organización urbana para acceder a las viviendas y con ello crearon una estructura política popular. Ahí se dio la vinculación de Camacho y Ebrard con René Bejarano, quien creó grupos demandantes de vivienda y con ellos otra estructura de movilización social.

La gravedad del caso de la influenza en el DF ha subido de peligrosidad no sólo por el daño mismo de la enfermedad, sino por la exclusión del DF de los planes federales. La rápida reacción del presidente Felipe Calderón en la toma de medidas para contener la amenaza médica ha encontrado a un jefe de gobierno realizando actividades mediáticas para impedir el hundimiento de su figura política. Al final, el gobierno del DF ha sido nada más reactivo a las decisiones federales; pero también se ha convertido en un obstáculo de las medidas de emergencia adoptadas a nivel federal.

La participación del secretario capitalino de Salud en el marco federal ha sido escasa, llena de regateos y sobre todo con huecos de incompetencia en materia de capacidad de reacción y sobre todo de previsión de epidemias. La decisión de Ebrard de operar por su propia cuenta ha colocado al Distrito Federal en una zona mayor de riesgo de agudización de la enfermedad por la falta de recursos locales para atender una emergencia médica de tamaña magnitud. En este contexto, los capitalinos han sido víctimas de la instrucción de López Obrador a los funcionarios del GDF de evitar cualquier relación con el gobierno federal y con el presidente Calderón.

En medio de una amenaza real de pandemia, el Distrito federal aparece sin liderazgo político y sin estructura de gobierno. La capacidad de una administración local ante una pandemia es menor, pero en el DF se ha evitado una articulación funcional con la estructura federal. Y aunado a ello, la frivolidad política para atender la peligrosidad del caso. Ebrard ha aparecido en actos masivos para entregar personalmente cubrebocas, pero el GDF no ha podido articular una estrategia de información sobre la dimensión de la enfermedad. Y para ponerle la cereza al pastel, Ebrard se dedicó en los últimos días a aparecer en público y saludar de mano a la gente cuando la primera recomendación médica es justamente evitar contactos físicos, sobre todo en la fase 4 de la Organización Mundial de la Salud.

La otra parte de la crisis involucra al gobierno de Veracruz, donde Fidel Herrera Beltrán se ha dedicado a ocultar la responsabilidad en la difusión de la influenza. De acuerdo a reportes periodísticos, desde el 3 de abril se dieron los primeros casos de fallecimientos acreditados a animales de una granja en Perote. Herrera ha dedicado más esfuerzos a la utilización de recursos públicos para beneficiar al PRI en las próximas elecciones, que a cuidar la salud de los veracruzanos. Y de paso, pudo haber dejado que la enfermedad contaminara otras entidades.

Por Carlos Ramirez.
Post RLB Punto Politico.

jueves, 16 de abril de 2009

Obama-México: ablandamiento

Como todos los anteriores presidentes de los Estados Unidos, Barack Obama estará hoy en México para reafirmar la existencia de una crisis de seguridad del imperio y para refrendar que las soluciones deben darse del Río Bravo hacia el sur y nada, pero nada, hará la Casa Blanca al interior del territorio estadunidense.
Oculto detrás de la sonrisa y del color de la piel, Obama no puede ocultar el verdadero rostro de la hegemonía. La estrategia fue abierta y repitió el modelo tradicional estadunidense del palo y la zanahoria: luego de la ofensiva para caracterizar a México como un Estado fallido y sacudir la estabilidad mexicana, la Casa Blanca pasó a la aprobación de un programa de seguridad para aumentar el intervencionismo de los EU en México vía el Plan Mérida y la operación de Janet Napolitano como secretaria de Seguridad Territorial.

Además de aumentar la presencia de agentes estadunidenses en México e inclusive un mayor contingente de personal de la Migra en el Distrito Federal, Washington decidió crear oficinas de supervisión de los fondos de la Iniciativa Mérida por la sospecha de corrupción en el manejo de las aportaciones extranjeras a seguridad. El problema se localiza en una mayor operatividad de agentes norteamericanos en oficinas de seguridad mexicanas.

Las decisiones del gobierno de Obama en materia de seguridad trasladan toda la responsabilidad a México. Dos de ellas han sido significativas en la ausencia de corresponsabilidad estadunidense: el contrabando de armas y la demanda de droga. La Casa Blanca va a aumentar la vigilancia en la frontera pero con mayor intensidad del lado mexicano para tratar de frenar el tráfico de armas, pero Obama ha decidido no tomar ni ninguna iniciativa para disminuir no sólo la venta de armas dentro de los EU sino tampoco hacer nada en contra del principal traficante de armas en el mundo: el gobierno estadunidense, a través del Departamento de Defensa.

Atacar el tráfico sólo en el cruce traslada la responsabilidad al país receptor, pero con evidencias más que suficientes de que el problema en la disponibilidad. La oferta de armas se conforma con la compra legal pero sobre todo con las armas en disponibilidad que desecha el Pentágono y que los EU “colocan” en varias partes del mundo a precios irrisorios. En Las Vegas se realiza cada año un tianguis de armas para venta al menudeo. Esas armas son las que luego se contrabandean a México y a otras partes del mundo. El loby de la Asociación Nacional del Rifle es el más poderoso en la Casa Blanca.
Y a pesar de reconocer el papel de la demanda en el tráfico de drogas, Obama se ha negado a tomar alguna iniciativa para combatir el consumo de drogas dentro de los EU. Pero el alto consumo de droga en los EU es posible por la existencia de la poderosa red de distribución de estupefacientes al menudeo, en las calles, creando un problema mucho peor que el de las narcotienditas mexicanas. Como una manera de eludir el problema ahora los EU culpan a las pandillas mexicanas de controlar el tráfico, pero esas bandas sólo pueden existir por la corrupción de las policías en las ciudades.

El problema de la administración Obama es que aún desconoce el papel estratégico de México en el escenario internacional, pero también México padece el síndrome priísta de la pasividad porque espera la iniciativa de los EU en lugar de asumir por adelantado una redefinición de las relaciones bilaterales. En un comentario difundido el martes 14, el ex embajador estadunidense Tony Garza le recordó al gobierno de Obama que la incomprensión suele llevar a posiciones equivocadas.
Garza escribió al presidente Obama y a sus colaboradores: “El discurso sobre el estado fallido que acaparó los encabezados durante los últimos meses ha cedido en cierta medida y, espero, se irá desvaneciendo. Sin duda, una retórica que sirvió más para dañar a nuestras naciones que para lograr avances significativos.”
Luego de haber sido embajador de Bush en México, Garza le explicó a Obama y a sus colaboradores que la seguridad y desarrollo de México debe ser de interés prioritario de los EU: “la seguridad regional y la prosperidad son vitales para México y tal vez más vitales aún para los Estados Unidos”. Garza le recomienda a Obama ahora que visita México: “usted debe ver a México como el umbral de las Américas, un puente perfecto tanto para el norte como al sur”.

Pero si la perspectiva de Obama es estrecha y corta y no se sale del viejo modelo imperial de dominación e intervencionismo, entonces corresponderá al gobierno mexicano --ya sin los lastres del síndrome del PRI de esconder las cosas-- modificar las relaciones bilaterales, obligar a los EU a tomar decisiones dentro de sus fronteras y sobre todo acostumbrar a los EU a ver en México a un socio y no a un país bananero.

El gobierno de Obama tiene la oportunidad de madurar su relación con México, pero a condición de detener la construcción del muro, de llegar a un acuerdo migratorio con México y de tomar decisiones internas contra el consumo de droga y el tráfico doméstico de armas. El problema de Obama con México comienza dentro de los EU.
Por Carlos Ramirez.
Post RLB. Punto Politico.