domingo, 30 de noviembre de 2008

Obama: CIA-Bush a Defensa + Gates, desestabilizar México

Si la señora Hillary Clinton representa los intereses de la vieja diplomacia imperial y de los lobistas extranjeros, la confirmación de Robert Gates, secretario de Defensa de Bush, en la misma posición en el gabinete de Barack Obama implica la opción del modelo de la CIA. Como subdirector de la CIA, Gates participó en 1984 en un operativo de desestabilización de México.

Gates es un personaje singular. Ha logrado relaciones con los dos partidos. Fue director de la CIA con George Bush padre de 1991 a 1993 y luego se refugió en una escuela de Texas dominada por los Bush. George Bush hijo lo designó secretario de la Defensa en diciembre de 2006 y Obama lo acaba de reconfirmar en el cargo, a pesar de las críticas del presidente electo en contra de la política militar en Irak.

La historia del operativo de desestabilización en México, manejado directamente por Gates, ocurrió a lo largo de 1983 a 1985. La historia la cuenta a grandes rasgos Bob Woodward en su libro Velo: las guerras secretas de la CIA 1981-1987, publicado en 1988. Pero hay datos adicionales que se publicaron en Indicador Político en 1990. La CIA preparó un documento para evidenciar el colapso de México como el “próximo Irán” y exigió decisiones del presidente Reagan para, en palabras del entonces gobernador demócrata de Arizona, Bruce Babbit, “apretarle las tuercas a México”.
El documento había sido encargado a Constantine Menges, un analista reaccionario de la CIA recomendado por el senador ultraderechista Jesse Helms para encargado de asuntos latinoamericanos del consejo de seguridad nacional de Reagan. Sin embargo, en la CIA había un experto en temas mexicanos --John Horton-- que decía que el documento no era una evaluación de la agencia sino un panfleto. La tesis que quería mostrar William Casey, director general de la CIA, era que “México estaba al borde del colapso”.

Asimismo, establecía que México se estaba alejando de los EU y acercando a la Unión Soviética, además de que los servicios de inteligencia de México, dirigidos por José Antonio Zorrilla Pérez, habían pactado con el espionaje de influencia soviéticas.
La tesis de Horton fue eludida por Gates para mantener las decisiones de mayor presión sobre México. Gates estaba enterado de que el reporte primero estaba influenciado por las directrices de Casey, algo totalmente condenado en la CIA. Sin embargo, lo dejó pasar. Horton renunció a la CIA y reventó el escándalo con un artículo publicado en septiembre en el The New York Times. En México, las presiones de los EU llevaron a la crisis de 1985 por el asesinato del agente de la DEA Camarena Salazar y el The New York Times envió a México a dos expertos en seguridad nacional -- Joel Brinkley y Robert Lindsey-- para que revelaran el intervencionismo de la KGB en la policía política mexicana. Por esa razón justamente, y no por el asesinato de Manuel Buendía, salió Zorrilla de la Federal de Seguridad.
Gates, por tanto, viene del área de operaciones clandestinas de la CIA. Y el recuento de Woodward abarca el peor intervencionismo de la CIA en América Latina en los ocho años de Reagan en el poder, incluyendo el escándalo Irán-Contra: la venta secreta de armas a Irán para entregar ese dinero a la contra nicaragüense que combatía al gobierno sandinista.

Gates siempre fue protegido de los Bush y ahora es una de las piezas clave del gobierno de Obama, como para significar que no habrá un cambio en el enfoque imperial de los EU hacia el exterior. La ideología imperial de Gates se percibe en su libro From the shadows, donde escribe una historia positiva de la CIA y su intervención en el Mundo y su papel en la derrota de la Unión Soviética en la guerra fría.
Por tanto, las promesas de cambio de Obama han comenzado a naufragar. Ayer mismo, en su columna en Slate, el célebre e irreverente analista Christopher Hitchens reveló la cauda de intereses de la familia Clinton con países y corporaciones extranjeras, lo que le daría a su función de secretaria de Estado un tono más de negocios que de redefinición de las líneas imperiales.

En Vanity Fair de julio de 2008, el analista Todd S. Purdum mostró la larga cola de intereses extranjeros detrás de Bill Clinton, en el entendido de que Bill y Hillary son una pareja asociada por el poder.
Las primeras dudas sobre el equipo de Obama se están haciendo en función del incumplimiento de algunas de sus promesas que jalaron el voto progresista: romper la línea de gobierno de Bush, parar en seco a los lobistas y cabilderos y evitar la influencia de las corporaciones.

La realidad comienza a ser otra: Hillary y Bill son dos de los más poderosos cabilderos que hay en los EU, la permanencia de Gates en el Departamento de Defensa sería la continuidad del bushismo y los principales asesores económicos provienen de puestos directivos en las corporaciones. Por ejemplo, uno de sus asesores, el premio nobel Paul Krugman, trabajó en la quebrada Enron hasta antes de su colapso. Y el presidente de la Reserva Federal de Nueva York, designado secretario del Tesoro, es el principal hilo de conexión de las corporaciones con Wall Street.
En este contexto se perfilan las críticas a Obama: no cumplirá por ahora las promesas de un cambio para los EU y el mundo y tratará primero de salvar y sobre todo restaurar el barco de la estructura imperial de dominación diplomática, militar y económica de Washington.
Por Carlos Ramirez.

Post RLB Punto Politico.

martes, 25 de noviembre de 2008

La gran crisis

Mantener un buen nivel de liquidez en una economía en recesión puede ser importante, pero si no se toman medidas para eliminar restricciones a la inversión productiva y a la actividad económica, como tantas que tenemos en México, difícilmente se logrará una recuperación económica rápida.

Está empezando una recesión que puede ser realmente muy prolongada. Desde los años setenta no habíamos visto una situación en la que las principales economías del mundo empezaran todas a caer al mismo tiempo. No sorprende así el temor que hemos visto en los inversionistas, que han provocado una caída brutal y global en los mercados bursátiles.

Nadie se pregunta ya si la recesión tendrá o no lugar. La gran pregunta es qué tan profunda será y, sobre todo, cuánto tiempo durará. Los economistas están conscientes de que Estados Unidos, la mayor economía del mundo, ha vivido el mayor período de crecimiento en la historia registrada. Es verdad que en el 2001 hubo una contracción en la economía estadounidense, pero no se registraron los dos trimestres consecutivos que se consideran la definición tradicional de una recesión. Antes que eso hay que remontarse hasta 1991 para encontrar una verdadera recesión. Nunca, en la historia económica registrada de los Estados Unidos, se había tenido un período de crecimiento de 17 años como ahora.

El gran miedo es que hoy se pague por ese prolongado crecimiento con una recesión también muy larga. La más prolongada del siglo XX fue la que tuvo lugar en la década de 1930. La economía estadounidense entró formalmente en recesión a fines de 1929 y no se recuperó cabalmente sino hasta 1939, al comenzar la segunda guerra mundial. En el siglo XIX, sin embargo, hubo recesiones más prolongadas.

Nadie se atreve a prever que habrá una recesión tan prolongada o tan profunda en esta ocasión. La gran depresión generó una caída de 50 por ciento en el producto interno bruto de Estados Unidos y el desempleo subió hasta un 25 por ciento de la población económicamente activa del país. De momento no parece que pudieran alcanzarse estos extremos en la crisis que está comenzando. Pero ha sido tan pronunciada la caída de los mercados financieros que nadie se atreve a descartar una crisis de tal magnitud.

Los especialistas señalan que hoy los gobiernos de Estados Unidos y del mundo están tomando medidas anticíclicas que deberían de impedir una depresión como la de los años treinta. De hecho, el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Ben Bernanke, es uno de los grandes expertos en la Gran Depresión, que él mismo ha atribuido a la decisión del banco central de Estados Unidos de limitar la liquidez en el sistema monetario. Por eso hoy hemos visto una acción concertada de los bancos centrales del mundo para inyectar dinero a la economía.

Pero cuidado, porque la idea de que las contracciones se superan simplemente con inyecciones de dinero no está comprobada. La recuperación que finalmente vino tras la Gran Depresión pudo haberse debido a las inyecciones de circulante, pero también al simple hecho de que ya la contracción había concluido su ciclo. Ciertamente el gobierno japonés inyectó enormes cantidades de dinero a su economía en los años noventa sin lograr rescatarla de la recesión. La propia contracción que hoy estamos viendo en Estados Unidos está teniendo lugar a pesar de una política monetaria excesivamente laxa y un enorme déficit de presupuesto.

Esperemos que hoy haya más inteligencia que en el pasado. Mantener un buen nivel de liquidez en una economía en recesión puede ser importante, pero si no se toman medidas para eliminar restricciones a la inversión productiva y a la actividad económica, como tantas que tenemos en México, difícilmente se logrará una recuperación económica rápida.

Por Sergio Sarmiento.

Post RLB Punto Politico.

Obama-Hillary: siempre no + Diplomacia de las cañoneras

Se acabó la luna de miel: si como candidato presidencial despertó el entusiasmo en Berlín por representar a los Estados Unidos antibélico, como presidente electo Barack Obama mandó un mensaje perverso: la encargada de la política exterior será la bélica Hillary Clinton que amenazó con invasiones y uso de la guerra a las 3 de la mañana.
Si se entiende la composición del gabinete de Obama, la verdadera vicepresidencia de la nación no estará en el marginado Joe Biden sino en la secretaría de Estado, donde la Hillary Clinton representará los intereses del clintonismo transexenal. Y si lo de menos son las personas, se trata de un modelo tradicional de nación: la reconstrucción del imperio a partir de la economía.
Sin embargo, el verdadero poderío del imperio estará en el equipo de seguridad nacional: Hillary Clinton representará los intereses del imperialismo sobre las demás naciones, el ratificado secretario de Defensa Robert Gates los de la CIA y del complejo militar y en el Tesoro Timothy Geithner tratará de reconstruir el imperio del dólar como hegemónico.
Es decir, Obama se perfila como un nuevo Jimmy Carter: un político ingenuo, con un discurso desmovilizador de las protestas sociales populares contra el dominio imperial de la Casa Blanca y atento sólo a los programas económicos para los pobres, pero en el poder central de los verdaderos intereses hegemónicos de los EU estará en la señora Clinton, a quien le fue entregada la definición de la política exterior de Washington.
Hillary Clinton fue la primera decepción de los seguidores de Obama. Como nunca antes, en los medios hubo un debate abierto para pedirle al presidente electo que no designara a Hillary en la diplomacia. Como parte activa de la política exterior de su esposo, Hillary Clinton participó en la definición y práctica de una diplomacia irresponsable, imperial y sobre todo descuidada.
Uno de los principales ayudantes militares de Bill Clinton, el teniente coronel Robert Buzz Patterson, de la fuerza aérea, publicó en el 2003 un libro de acusaciones para revelar el grado de irresponsabilidad de los Clinton en política exterior. En Dereliction of duty --que podría traducirse libremente como “negligencia en el cumplimiento del deber”--, el ayudante militar reveló cómo Bill Clinton perdió una vez la tarjeta con los códigos del portafolio de la guerra nuclear, prefirió jugar golf a dar la orden de ataque contra Osama Bin Laden y tiró expedientes secretos sin pensar en su grado de peligro.
Hillary Clinton aparece como la operadora de Bill en materia de política exterior. Pero también revela el despilfarro de la señora Clinton en sus viajes al exterior, llegando a veces a llevar comitivas de cientos de personas. El militar Patterson descubrió también que en sus giras en avión Hillary Clinton siempre viajaba con un archivo secreto al que no le quitaba la vista de encima y no se atrevía a dejarlo en la Casa Blanca. Al parecer eran los papeles de los casos de corrupción de los Clinton.
En la campaña, Hillary despreció a Obama porque decía que carecía de valor para ser comandante en jefe. Por eso mandó hacer aquel spot de un teléfono que sonaba a las tres de la mañana en la Casa Blanca y necesitaba responderlo quien tuviera más experiencia en asuntos militares. Obama tenía un concepto menos violento, militarista y agresivo de la política. Por eso logró concentrar muchedumbres que veían en él al encargado de terminar con las prácticas imperiales de Washington. Pero ahora resulta que la política exterior no será manejada por Obama sino por la candidata que quiso mostrarse como inflexible a la hora de apretar el botón nuclear.
El debate sobre la designación fue serio. El articulista Thomas Friedman, experto en política exterior, aconsejó en su columna en el The New York Times que no se le diera el Departamento de Estado a la señora Clinton. Y en ningún momento el debate enfatizó el machismo, sino en la sensibilidad. La peor política exterior de los EU fue con los Clinton. En febrero de 1993, apenas con un mes en el poder, terroristas conectados con Bin Laden estallaron un coche bomba en el estacionamiento de una de las torres del World Trade Center. Y a Clinton le estallaron bombas en embajadas en oriente y Africa, sin que hubiera una diplomacia de respuesta. Eso sí, mostró una debilidad del escudo de seguridad nacional de los EU. Los ataques durante el gobierno de Clinton fortalecieron a Bin Laden y explican los atentados del 11 de septiembre del 2001.
En la Oficina Oval tuvo Bill Clinton información sobre el Proyecto Bojinka, una operación del terrorismo árabe en 1995 para secuestrar decenas de aviones, estallarlos en el aire y usar algunos como misiles para estrellarlos contra edificios estadunidenses, sobre todo la CIA. El proyecto fracasó por un incendio en un departamento en Manila, Filipinas, donde la policía encontró documentos que establecían además el asesinato del Papa Juan Pablo II. A pesar de esos datos, Clinton no hizo nada. Eso sí, bombardeó Afganistán en 1998 para distraer la atención de su escándalo con Mónica Lewinsky. El 9/11 fue derivación de Bojinka.
La presencia de Hillary Clinton en el Departamento de Estado anuncia la vigencia de la diplomacia imperial con Obama, diplomacia agresiva, con intenciones de encumbrar a su titular como próxima candidata presidencia. Y con Gates en Defensa, Obama entonces no hizo más que ratificar el objetivo de restaurar el dominio planetario del imperio estadunidense.
Por Carlos Ramirez.
Post RLB Punto Politico.

domingo, 23 de noviembre de 2008

PRD: AMLO contra Cárdenas + Parió la abuela: nace otra tribu

En el fondo, muy en el fondo, la crisis en el PRD no es de López Obrador contra Nueva Izquierda sino contra la corriente cardenista que se ha consolidado de nueva cuenta en el partido. El tabasqueño le quería arrebatar el partido al michoacano para convertirlo en dominantemente lopezobradorista.

Cuauhtémoc Cárdenas no ha permanecido al margen pero tampoco ha impulsado a Nueva Izquierda. La corriente identificada con el cardenismo quiere recuperar el papel del PRD como partido de una izquierda moderna que consolide la transición democrática, defina un programa de gobierno popular y progresista y se convierta en un dique a la derechización del régimen.
En cambio, López Obrador quiere tomar el partido por asalto para convertirlo en el instrumento de la ruptura política, en el partido del autoritarismo más antidemocrático y para entronizar en cargos de elección popular a todos los salinistas y neopopulistas que han desplazado a los cuadros perredistas.
La intención de López Obrador es colocar al diazordacista Porfirio Muñoz Ledo y al salinista Manuel Camacho como operadores del control lopezobradorista en la próxima bancada perredista en la Cámara de Diputados.
Por tanto, la definición que se disputa en el PRD no es entre los chuchos ni los lopistas sino entre dos líneas políticas estratégicas. Los cardenistas quieren reactivar el partido y relanzarlo a la lucha de posiciones dentro de la vía institucional y los lopezobradoristas quieren un partido para el choque contra el gobierno del presidente Calderón y para una alianza con los priístas populistas-echeverristas que sobreviven en tricolor, comandados por ahora virtual lopezobradorista Manuel Bartlett Díaz. El enlace de López Obrador con ese sector priísta lo lleva Muñoz Ledo, en su tiempo operador político de Gustavo Díaz Ordaz durante el tlatelolcazo de 1968 y de Luis Echeverría durante el halconazo de 1971.
En este contexto, el debate del 2008-2009 en el PRD va a replantear el origen histórico del partido del sol azteca. No por menos una de las líneas de definición sea nada menos que la presencia de Bartlett como posible carta de López Obrador para una diputación federal el año próximo por el Frente AMLO en el cual estaba considerado el PRD. Bartlett fue el secretario de Gobernación aquel 6 de julio de 1988 cuando Cárdenas denunció el descomunal fraude electoral de la Comisión Federal Electoral que presidía justamente Bartlett para quitarle votos al Frente Democrático y echárselos a Carlos Salinas.
El otro operador de Salinas aquel 6 de julio de 1988 fue Manuel Camacho, quien inclusive llegó a amenazar a miembros del FDN de acusarlos de guerrilleros y echarles encima a la policía política para romper la alianza de Cárdenas con la señora Rosario Ibarra de Piedra y el PRT
. Hoy, sin embargo, Camacho y la señora Ibarra están aliados entre sí como parte del primer círculo de poder de López Obrador. La investigadora Soledad Loaeza acaba de recordar en La Jornada cómo Camacho negoció la entrega de la senaduría a Muñoz Ledo a cambio de traicionar a Cárdenas y acercarlo a Salinas. Muñoz ledo fue el operador de Salinas en las elecciones de Guanajuato en 1991 para encumbrar a Vicente Fox como gobernador, en una maniobra de compromiso de Salinas con el PAN. Ahí nació la complicidad Muñoz Ledo-Fox.
El PRD se debilitó cuando Cárdenas le dio más importancia al liderazgo moral que a la afirmación de un pensamiento político de centro-izquierda. Y terminó de hundirse cuando López Obrador se convirtió en el caudillo del partido y de las tribus y condujo a la organización a la ruptura del orden constitucional para ocultar su derrota electoral del 2 de julio del 2006.

Cárdenas no terminó de darle un proyecto ideológico al PRD y López Obrador privilegió el personalismo. En medio, los grupos perredistas se hundieron en la desorganización y en la multiplicación de tribus.
El grave error estratégico del PRD fue haber descuidado sus definiciones internas de largo plazo y caer en las tentaciones del poder… y del dinero. Cárdenas se alejó del partido y le dejó el territorio a López Obrador y éste asumió el control autoritario del partido para sus planes y los de su grupo compacto, idea por cierto proveniente del Manuel Camacho salinista. En su propuesta de largo plazo, López Obrador sustituyó las ideas por su liderazgo caudillista, unipersonal y dictatorial. Sin embargo, el tabasqueño llevó al PRD a una larga cadena de derrotas, incluyendo su ofensiva de derrocar al presidente de la república por consejo de Muñoz Ledo.
La victoria de Jesús Ortega debe medirse en función de la última oportunidad del PRD para redefinir su personalidad política, su proyecto ideológico y su propuesta de programa de gobierno. Sin embargo, la posición inflexible y arbitraria de Alejandro Encinas como el intendente de López Obrador apunta al objetivo de reventar el PRD, llevarlo a la quiebra, echar del partido a los cardenistas y consolidar su poder con su terna de operadores: René Bejarano, Manuel Camacho y Muñoz Ledo.

Por Carlos Ramírez.
Post RLB . Punto Politico.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

No existe el gato que no lama el plato

Alejandro Encinas Rodríguez,
Partido de la Revolución Democrática (PRD),
Instituto Federal Electoral (IFE), gato
Por Paco Calderon
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Izquierda dividida

Las encuestas que hoy tenemos sugieren que el PRD difícilmente alcanzaría más del 16 por ciento de los votos en una elección nacional el día de hoy.
El PRD está dividido hasta la médula. Pero quizá ésa sea la mejor oportunidad que ha tenido la izquierda de nuestro país.

La decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de dar el triunfo en la elección del PRD del 16 de marzo al candidato moderado, Jesús Ortega, generó las reacciones previsibles entre los grupos más intransigentes del partido. Alejandro Encinas se negó a reconocer el fallo de los magistrados. Andrés Manuel López Obrador afirmó que el Tribunal Electoral está controlado por esa misma mafia política que ha organizado todos los complots en su contra. Alejandra Barrales, presidenta del PRD en el Distrito Federal, afirmó que no reconocería el resultado nacional de una elección que la colocó a ella misma en el cargo que hoy ocupa.

En un principio parecería que la decisión del Tribunal Electoral sería el preludio del fin de la izquierda en nuestro país. Pero cuidado. Quizá lo contrario pueda ocurrir. Tal vez la decisión, que parece haber alejado definitivamente a los radicales de la izquierda moderada, constituya el inicio de una verdadera izquierda democrática para nuestro país.

La izquierda mexicana se ha quedado muy rezagada de las corrientes afines en otros países del mundo. En Europa, en Chile y en Brasil los partidos socialistas y socialdemócratas hace mucho que dejaron atrás los sueños de la izquierda comunista y han buscado construir un modelo económico en que la inversión privada y el mercado construyen riqueza mientras que el Estado la reparte a través de programas sociales e inversiones en infraestructura física y humana. No debe sorprender que los países que más éxito han tenido en lo económico en las últimas décadas han sido, precisamente, los que han tenido gobiernos que han asumido esta filosofía de izquierda constructiva.

En México, sin embargo, nuestra izquierda sigue estando seducida por los sueños utópicos que consideran que el socialismo implica la concentración en el Estado de los medios de producción. En ese sentido incluso el populismo de Hugo Chávez les queda corto.

A la izquierda moderada mexicana no le ha hecho ningún bien el tener que compartir un partido político con grupos intransigentes como el que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Después del excelente desempeño de la izquierda en la elección del 2006, donde obtuvo el 35 por ciento de los votos, se convirtió en la segunda fuerza en la Cámara de Diputados y estuvo a punto de conquistar la Presidencia de la República, acciones insensatas, como la toma del Paseo de la Reforma en la ciudad de México, han hecho que se desplome el apoyo popular a la izquierda. Las encuestas que hoy tenemos sugieren que el PRD difícilmente alcanzaría más del 16 por ciento de los votos en una elección nacional el día de hoy.

Para Jesús Ortega y los dirigentes de la izquierda moderada, el perder la compañía de los radicales puede ser una gran liberación. Sí, es verdad, que López Obrador es el principal atractivo de taquilla que hasta ahora ha tenido el PRD. Pero es también el principal lastre al sostener ideas y promover políticas que cierran las puertas a la construcción de un país próspero como los que han edificado las izquierdas en Europa y en otras regiones del mundo.

Por Sergio Sarmiento.

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martes, 18 de noviembre de 2008

Caso Mouriño oculta narcopoder + Amenazas, contra Vasconcelos

La insistencia en encontrar un sabotaje de tinte político contra la persona de Juan Camilo Mouriño ha dejado de lado otra de las hipótesis importantes de trabajo en el caso del Lear Jet: las graves amenazas de muerte contra el czar antidroga José Luis Santiago Vasconcelos.
Asimismo, la politización ha impedido hacer una indagatoria de la situación conflictiva en las élites dirigentes del narcotráfico, sobre todo en una de sus vertientes que habrían dejado algunos indicios: las disputas en los mandos de las mafias pero sobre todo la decisión de algunos mandos medios del narco de provocar incidentes con los niveles políticos, militares y de gobierno para sacar ventajas en esa desestabilización.
En las indagatorias del caso del Lear Jet debiera incluirse el expediente de los granadazos en Michoacán, su operación, su preparación y sobre todo su demasiado fácil solución. Ahí se detectó el indicio de que la lucha en los liderazgos del narco se estaba dando no sólo al interior de las bandas con las muertes entre ellos, sino en el escenario nacional. Y que algunos capos estaban tratando de meter a las autoridades en el diferendo, pues "alguien" entregó a dos presuntos responsables que carecían, para comenzar, de pericia en el manejo de granadas.
Si un hecho se colocó como indicio de la lucha entre los grandes capos por el control de bandas, territorios e hilos de poder, ése fue sin duda la aprehensión de Jesús El Rey Zambada García, hermano de Ismael El Mayo Zambada, el socio de Joaquín El Chapo Guzmán. A partir del segundo semestre del año se detectaron algunos diferendos en el grupo de El Chapo. Entre ellos se encuentra precisamente el estallamiento de granadas en la ceremonia del Grito de Independencia del 15 de septiembre en Morelia como parte de la lucha entre los capos. Luego vino, casi un mes después, el arresto del Rey Zambada. Los datos en poder de algunos analistas señalan una ruptura entre hermanos y luego entre capos.
La aprehensión del Rey Zambada desequilibró los acuerdos entre narcos, no sólo porque parecía haber un choque entre él y su hermano y con ello presiones en el cártel de El Chapo, sino porque las autoridades encontraron algunas pistas de agresiones irracionales provenientes del grupo del Rey. Estas fricciones en las élites dirigentes provocaron un aumento de la violencia del narco en el Valle de México, donde dominan El Chapo y El Mayo y donde El Rey había asentado su poder, aún por encima de su participación en el cártel del Pacífico.
El desplome del avión Lear Jet con Mouriño y Vasconcelos a bordo se estancó en la tesis del atentado o del sabotaje pero centrado en la persona del secretario de Gobernación. La investigación gubernamental ha dedicado toda su atención a probar la tesis del accidente y a mitigar las críticas contra Mouriño con varios homenajes y reconocimientos. Sin embargo, se ha dejado de lado cualquier indagatoria sobre las amenazas contra Vasconcelos, los intentos de asesinato y la necesidad de sacarlo de la línea de fuego para ponerlo en un cargo de operación de inteligencia.
El problema de crítica política ha querido encontrar la punta de la hebra en la persona del entonces secretario de Gobernación, cuya salida del cargo estaba casi segura para enero, cambiando el ritmo político del gobierno del presidente Calderón y enfriando las versiones sucesorias adelantadas. Las indagatorias periodísticas se han agotado en el problema político dentro del gabinete.
La intención de liquidar a Vasconcelos fue bastante seria, aunque en los niveles del gobierno estuvo desestimada con el argumento de que era lógica por su cargo. Pero Vasconcelos no sólo era el funcionario mexicano de más alto nivel con influencia en Washington, sino que era el que más información poseía de las bandas y sus dirigentes. De ahí que se haya dejado suelta la pista de los problemas de El Rey Zambada con su hermano El Mayo Zambada y los efectos de inestabilidad al interior del cártel del Pacífico.
Las pugnas en el seno del cártel han provocado algunos ataques inesperados. Los granadazos en Morelia y la difusión de decenas de mantas delatoras responden más bien a una severa crisis al interior de los cárteles que a una ofensiva criminal contra el Estado y contra la sociedad. Asimismo, el aumento de choques entre bandas y de muertos entre ellos implica una descomposición interna. Ahora vienen los ataques disfrazados para atraer la atención sobre bandas rivales. Y la siguiente fase sería la delación de funcionarios y policías a sueldo de alguna de las bandas.
La insistencia en el complot contra Mouriño se agotó en menos de dos semanas con la difusión de videos y grabaciones. Es cierto que el grado de baja credibilidad del gobierno --de todos los políticos, en realidad-- ha contribuido a las tesis de la conspiración, pero a la larga han desgastado al gobierno, a los medios y a la opinión pública en versiones con poca consistencia.
De ahí que los expertos en conspiraciones debieran de cerrar el expediente Mouriño y atender su tesis del sabotaje o el derribamiento por el lado de las amenazas contra Vasconcelos y las rupturas al interior de la banda de El Chapo.

Por Carlos Ramirez.

Post RLB Punto Politico.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Sospechosismos

Quizá sea inevitable que se especule en un caso como éste ya que han fallecido el secretario de gobernación y un funcionario de seguridad pública que durante años tuvo la responsabilidad de combatir la delincuencia organizada. La especulación se hace mayor si consideramos que el gobierno de México tiene una tradición de ocultar o censurar la información que nos ha hecho a todos desconfiados. Somos el país de los sospechosismos.
La caída del Learjet 45 con matrícula XC VMC de la Secretaría de Gobernación en la tarde del 4 de noviembre ha sido trágica por la muerte de 14 seres humanos y por la pérdida de varios funcionarios públicos de alto nivel, pero también por la desconfianza que ha generado entre buena parte de la población.

Quizá sea inevitable que se especule en un caso como éste ya que han fallecido el secretario de gobernación y un funcionario de seguridad pública que durante años tuvo la responsabilidad de combatir la delincuencia organizada. La especulación se hace mayor si consideramos que el gobierno de México tiene una tradición de ocultar o censurar la información que nos ha hecho a todos desconfiados. Somos el país de los sospechosismos.

En este caso, sin embargo, hay que reconocer al gobierno del presidente Felipe Calderón que ha sido muy abierto en el manejo de la información. Se ha dado a conocer la grabación de las conversaciones entre la torre de control y el piloto del avión. Se han publicado las imágenes de radar que muestran la trayectoria de descenso y el desplome de la aeronave. El secretario de comunicaciones y transportes ha salido constantemente a los medios para ofrecer explicaciones y contestar preguntas. Mucha gente, sin embargo, sigue considerando que se le engaña.

La información disponible hasta este momento no permite descartar la idea de que haya habido un atentado, pero tampoco la hace muy probable. Ningún testigo ha señalado que se haya registrado una explosión en el avión durante su vuelo. Tampoco el radar muestra un estallido. El piloto se mantuvo en comunicación con la torre de control hasta poco antes de que se desplomara la aeronave sin haber lanzado una señal de alarma.

Sabemos que el Learjet se desplomó en picada y no en barrena, esto es, en círculos, lo cual sugiere que se vio succionado por una turbulencia o quizá perdió súbitamente la energía eléctrica de sus dos motores. Una falla mecánica en uno solo de los motores habría provocado que el aparato cayera en barrena.

Aun así, e independientemente de la opinión de los expertos o de los políticos, la idea de que la caída del avión debe haber sido producida por un atentado ha probado ser irresistible para la gente común y corriente. Me doy cuenta de lo anterior por los cientos de llamadas que recibo diariamente en mi programa de radio. No sólo Andrés Manuel López Obrador cree fervientemente en los complots.

En este caso hay la suerte de que el avión contaba con cajas negras, esto es, con dispositivos que grababan conversaciones y movimientos de vuelo, lo cual no es obligatorio en un Learjet como éste. También es afortunado que las cajas hayan sido encontradas en los escombros del percance, lo cual permitirá conocer con más precisión lo que ocurrió en el avión.

El gobierno federal y la PGR, que han atraído las investigaciones, han decidido recurrir a expertos estadounidenses y británicos para que sirvan como peritos. Esto tiene también el propósito de generar confianza. Los mexicanos somos irremediablemente desconfiados ante lo que hagan otros mexicanos.

De momento no parece haber indicios de que la caída del Learjet 45 haya sido producto de un atentado. La última palabra, sin embargo, sólo podrá pronunciarse una vez que se conozcan los dictámenes de los peritos.
Por Sergio Sarmiento
Posr RLB Punto Politico.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Obama: la acidez del triunfo - Reconstrucción del imperio

Lo que viene ahora es saber si Barack Obama será el primer presidente de los Estados Unidos en su era post racial. Aún como minoría, la comunidad afroamericana se ha convertido en un factor de decisión en varios estados.
Y ahí se localizará el problema principal de Obama: superar el conflicto racial en una sociedad aún marcada por el problema de la raza y necesitada de un liderazgo nacional.
A su favor tiene Obama el hecho de carecer de un sentimiento de raza. Nació en Hawai de una unión interracial entre un padre negro de Kenia y una madre blanca de Kansas. Su familia dominante fue la materna blanca, al grado de que su abuela, que falleció la víspera de las elecciones, se encargó de su educación. Obama se educó en dos universidades de prestigio y no enfrentó el racismo: Harvard y Chicago.
La agenda de la crisis de Obama es complicada. Internamente, necesita con urgencia encontrar el camino de la reactivación. Sus recetas de campaña buscaban votos y no una nueva política económica. Pero sus asesores económicos --algunos de la era Reagan y más del periodo Clinton-- han definido soluciones de corto plazo y superficiales: reactivar la economía, recuperar los salarios y dinamizar el empleo.
Pero el problema económico de los EU es mucho mayor: pasó de la economía de la producción a la economía de las corporaciones financieras. Ello llevó a los EU a olvidarse de la educación, la tecnología y la investigación científica. Y ahí se localiza justamente la severa crisis del aparato productivo. Ante ello, sin embargo, Obama no pudo hacer alguna oferta concreta. Hasta donde se tienen datos, Obama va a reconstruir la economía interna a base de los viejos estímulos fiscales de siempre, pero el problema es mucho mayor: de competitividad, de modernización y de globalización productiva. Obama podría quedarse en el modelo Clinton de millones de empleos formales pero en el sector servicios y no la construcción de una nueva planta productiva. Al final, el problema de los EU fue de especulación y nada hay en el horizonte que hable de mecanismo de control financiero en los mercados de valores.
Y luego viene el problema geopolítico: ¿cuál va a ser, en medio del agudizamiento de zonas de conflicto y de una tendencia a la multipolaridad, el papel de los EU? En el pasado fue de policía del capitalismo vía la doctrina Truman. Pero hoy la coexistencia pacífica, ganada a base de la amenaza de una guerra termonuclear que hubiera destruido el planeta, requiere de nuevos acuerdos. La doctrina Truman contra el comunismo se convirtió, con Bush, en la doctrina contra el terrorismo. Pero el terrorismo fue una respuesta al colonialismo ideológico de Washington. Obama está obsesionado, como Clinton, con Afganistán, pero sin redefinir la política exterior.
En este contexto, la gran definición de política exterior de Obama será justamente en el enfoque de su nueva doctrina: ¿qué debe seguir después del comunismo y el terrorismo? El viejo orden de Yalta quedó destruido en las torres gemelas de Nueva York.
Y de los gobernantes de la segunda mitad del siglo, sólo Nixon --con la asesoría del estratega Henry Kissinger-- tuvo una diplomacia de reordenación, pero sus avances en sus diálogos con Pekín y Moscú se ahogaron en Watergate. Luego vino Reagan y el fin de la Unión Soviética y Bush con la militarización de la diplomacia. Pero ya viene Putin para darle a Rusia su lugar en la reactivación de Yalta.
Los medios norteamericanos dieron enorme énfasis al tema racial en las elecciones, dejando la impresión de que no se iba a elegir a una opción de gobierno sino al primer afroamericano. Las celebraciones de casi toda la noche en la televisión local exhibió justamente el hecho histórico en el color de la piel de Obama. Ciertamente que se trató de un hecho histórico, pero aquí en los EU suelen transformar los hechos históricos en simples récord Guinness.
Los rostros más mostrados en la noche fueron los de la conductora Ophra Winfrey, en cuyo programa se lanzó la precandidatura de Obama, y del reverendo Jesse Jackson, ex candidato presidencial. Ahí de nueva cuenta se enfatizó el asunto racial.
Sin embargo, la gestión de Obama va a ser juzgada con severidad por sus resultados. Al final de cuentas, Obama ganó las elecciones por la mejor campaña, la más consistente, la mejor estructurada y la del mensaje más revelador. Pero no falta quienes, como un artículo en el The Washington Post, le acrediten la victoria de Obama a Lyndon Johnson, el presidente de los EU que firmó el acta de derechos civiles de los negros en 1964 para terminar con el racismo que establecía un apartheid para las gentes de color… y los animales. Al final del día, Obama va a ser evaluado en el gobierno por sus resultados.
Las expectativas quedaron enterradas la noche del 4 de noviembre. Ahora viene la etapa de los hechos de gobierno.
Los norteamericanos ya no quieren ser odiados. Pero parecen olvidar la circunstancia histórica: el poder se ejerce a través del odio, la fuerza y el repudio, no sobre el consenso. Y el primer descubrimiento de Obama, a la hora de sentarse en el sillón principal de la Oficina Oval de la Casa Blanca, será el mismo de Jimmy Carter en su corto periodo de cuatro años de gobierno: “yo sí quiero, pero Casa Blanca dice”.
Por Carlos Ramirez.
Post RLB Punto Politico.

martes, 4 de noviembre de 2008

AMLO razones de la sinrazón + Ebrard-GDF, claves en fracaso

Si por alguna razón los diputados hubieran caído en la trampa de López Obrador y hubieran incluido las doce palabras de su protesta, el tabasqueño tenía preparada otra sorpresita: una nueva demanda radical sobre la organización interna de Pemex. Y así hasta el infinito.
Por tanto, la estrategia de López Obrador no se basaba en la conquista de objetivos sino en la eternización de la protesta. Lo mismo hubiera ocurrido en julio de 2006: de haber aceptado el recuento del voto por voto y confirmada la victoria de Felipe Calderón, López Obrador hubiera exigido otro recuento y otro hasta que por cansancio le entregaran la presidencia de la república.
El perfil de López Obrador es el de un agitador social y no el de un político con objetivos de convertirse en gobierno. El tabasqueño está hecho para la confrontación callejera y no para la lucha con objetivos de alcanzar el poder institucional.
En el gobierno del DF sus decisiones valían en función del conflicto y no del valor urbano. Por eso su protesta petrolera estaba condenada al fracaso: pedir lo imposible para consolidar la confrontación.
El modelo de lucha política de López Obrador es el del Arte de la guerra y no de El Príncipe: no tiene el objetivo de alcanzar el poder y negociar sino destruir las fuerzas de defensa del sistema para llegar al poder sin compromisos y gobernar como dictador. Se trataría de una estrategia revolucionaria aunque sin violencia sangrienta; eso sí, llena de amenazas, choques y escenarios de ruptura. Cuando a López Obrador le descubrieron su juego en la lucha petrolera, entonces el cazador se convirtió en cazado: López Obrador apostaba a llevar al sistema político a la orilla del abismo para entonces ganar concesiones, pero resultó que el sistema político fue el que condujo al tabasqueño a la orilla del abismo y le cerró el paso de salida. Ante la inminencia de la ruptura revolucionaria, López Obrador miró hacia atrás y se encontró sin bases sociales, sin cuadros de lucha y apenas con batallones del lumpen desclasado. Ahí fue derrotado.
El problema con López Obrador es que se atienden a sus demandas y no a sus estrategias. Como sus demandas son siempre incumplibles, entonces debiera fijarse la atención en los estilos de lucha. Y ahí hay un libro que pudiera considerarse como el libro de texto de la lucha callejera del tabasqueño: Las claves de López Obrador, de su colaborador José Agustín Ortiz Pinchetti. Ahí se demuestra que López Obrador no se compromete con el contenido de sus banderas sino que disfruta la confrontación.
En el caso del desafuero, Ortiz Pinchetti revela que López Obrador “parecía regocijarse con la posibilidad de provocar la alianza PAN-PRI en la canallada(…) Camacho me comentó que a veces AMLO parecía tratar de inducir a sus adversarios a juntar sus fuerzas y meterlas en un desfiladero para batirlas simultáneamente”. Asimismo, hubo otra clave para organizar la lucha contra el desafuero: hacerlo desde el gobierno. “los soportes se dieron adentro del gobierno (capitalino) y se extendieron después muy coordinadamente al partido, a las redes ciudadanas y hacia la población”.
Otro secreto en la lucha exitosa contra el desafuero estuvo en el control de López Obrador sobre el PRD. “AMLO logró que el partido, compuesto por corrientes disímbolas y enemistadas entre sí, asumiera una gran disciplina ante el riesgo de la aniquilación de sus esperanzas políticas. En marzo refrendaría su éxito interno con los triunfos de Leonel Cota en la dirección nacional y Martí Batres en el DF; ambos personajes fuertemente vinculados con él y que le eran fieles”.

La organización de la lucha en el 2005 descansó en la estructura de poder del GDF. “AMLO creó varios comandos que él dirigía centralmente: el más importante, el del propio gobierno del DF, lo integró con Alejandro Encinas, secretario de gobierno, Raquel Sosa, ex secretaria de Desarrollo Social --y conectada con los programas que le habían dado tanta popularidad a AMLO--, y Octavio Romero (oficial mayor)”. “Toda una red de funcionarios de alto nivel estaba asociada con este comando”. Y hubo un liderazgo indiscutido, sin regateos. “Esta cohesión tenía su origen en el poderoso liderazgo de AMLO. Nadie era capaz de disputarle la dirección del movimiento”.
El éxito de la lucha del 2005 radicó, reconoce Ortiz Pinchetti, en el gobierno del DF. “AMLO contaba con un recurso supremo: la capital. Su defensa era la autodefensa de la ciudad de México. Su gobierno, su gente y sus recursos eran las defensas”. Y agrega: “hay que recordar que el gobierno de la capital era el más rico del país, que tenía una burocracia de 300 mil personas y unos 15 mil cuadros dirigentes. El gobierno y el PRD tenían una red de organizaciones sociales implantadas en las 16 delegaciones de la ciudad que penetraba profundamente a la zona conurbada del Estado de México al oriente y al sur del DF”.
La lucha del 2008 estuvo sin el gobierno del DF de Marcelo Ebrard y sin el PRD dominado mayoritariamente por Nueva Izquierda de Jesús Ortega. Pero también hubo una radicalización sin sentido y López Obrador se fue quedando solo. Y ahí perdió. Por eso se trata de una auto derrota.
La conclusión que debe quedar es que López Obrador no es un estadista ni un político sino un agitador social semejante al tiburón: si deja de moverse, simplemente se muere ahogado. Y ahora viene con la lucha contra la crisis económica. Y después… lo que caiga.

Por Carlos Ramírez.
Post RLB Punto Politico.

AMLO: violencia de minorías “Primero ganen las elecciones”

En lo más fuerte de los paros de los sectores empresariales agropecuarios conservadores, la presidenta argentina Cristina Kirchner fijó los términos de la lucha al decirle a los grupos de presión: “primero ganen elecciones y luego impongan su proyecto de gobierno”.
En este contexto hay que analizar la postura fundamentalista de López Obrador del todo o nada. Sin haber ganado las elecciones, con una base social menguada y con decisiones tomadas legalmente por el 95% de los senadores, López Obrador quiere imponer el 100% de sus propuestas petroleras. Su único instrumento de coerción es la movilización violenta en las calles.
Peor aún: López Obrador ya no representa propuestas de su partido porque el PRD en el Senado avaló los dictámenes y ya aclaró que no existe ningún riesgo de privatización, por lo que la bandera del tabasqueño se quedó sin sustancia. Sin mayoría y sin el PRD, López Obrador quiere gobernar.
En cualquier sistema abierto, las conductas de López Obrador son autoritarias y dictatoriales. Lo grave es el componente fundamentalista, la encarnación de la salvación de la patria. Se trata de posturas irracionales en lo político y esquizofrénicas en lo social. Sin partido y con una base social que recibe un salario para asistir a mítines y protestas, López Obrador quiere llevar al país a la dictadura en donde los caprichos de una persona son las que definen las decisiones de gobierno.
La clave de la lucha de López Obrador se localiza en su capacidad para imponerle sus decisiones a la Cámara de Diputados. La estrategia de largo plazo del tabasqueño radica en convertir la supuesta defensa del petróleo en la bandera de cohesión política para el 2012, toda vez que su fracaso electoral perdió credibilidad con la payasada de su gobierno para-lelo, que el desafuero agotó alianzas con las locuras de los plantones y que el PRD ha decido regresar al camino de la lucha institucional.
El petróleo se le apareció a López Obrador como una especie de tabla de salvación para evitar el hundimiento de su nave de locura. Sin embargo, la negociación PAN-PRI y la decisión del PRD de no quedar al margen de los acuerdos dejaron a López Obrador al margen del camino político. Por eso regresó al petróleo.
El problema de López Obrador radica en sus comportamientos dictatoriales. En julio del 2006 perdió las elecciones presidenciales y por eso no pudo aplicar su propuesta formal de privatización petrolera apuntada en su programa de gobierno. Desde una minoría quizá de 12% --porque el PRD que le dio al tabasqueño el registro decidió negociar la reforma con el gobierno legítimo de Felipe Calderón-- y apoyado sólo por brigadas del lumpen urbano que cobran por protestar, López Obrador quiere que el 90% de los legisladores que han aprobado la reforma energética se sometan al 100% de los caprichos de un solo hombre.
López Obrador se ha convertido en un renegado de la democracia. La democracia por la que han votado los mexicanos tiene un método riguroso que se resume en un modelo: la mayoría manda. Aún en el supuesto caso de que López Obrador tuviera razón en su propuesta de las doce palabras, el método democrático exige primero la representatividad electoral y después el acuerdo según las reglas de la democracia.
Al querer imponer una decisión desde su minoría y bajo la amenaza de violencia social, López Obrador quiere regresar al país a los tiempos priístas dictatoriales en los que la voluntad de un solo hombre, el presidente de la república, se imponía sobre las exigencias de la mayoría. López Obrador, por tanto, sería hoy la expresión de la voluntad violenta de un hombre que quiere que el país se ajuste a sus criterios políticos: el regreso del modelo priísta.
Sin embargo, la democracia se inventó justamente para terminar con el voluntarismo violento de los dictadores. ¿Qué decirle a los que votaron por el PAN en el 2006 si al final el perdedor es el que quiere gobernar desde la violencia de la calle? López Obrador se ha salido de los espacios de la democracia y ha comenzado a construir los cimientos de una nueva dictadura, ya no la de un partido sino ahora la de un solo hombre.
En el pasado, el PRI amedrentaba a los ciudadanos que exigían democracia y los reprimía como en Tlatelolco. Hoy López Obrador ha creado sus fascios violentos para intimidar, agredir y lastimar a quienes no cumplan con sus exigencias. Ahí estás las escenas del jueves pasado en el Senado cuando López Obrador movilizó a sus grupos fascitoides para impedir violentamente el funcionamiento de la democracia en el Senado. Si López Obrador hubiera tenido razón en sus exigencias, sin duda que el PRD habría votado en contra de los dictámenes. Pero al voto del PRD a favor de los dictámenes fue señal de que López Obrador carecía de razón.
Si López Obrador es un demócrata, entonces primero tiene que ganar las elecciones. Pero sus seguidores debieran de ser menos fanáticos y entender que López Obrador había propuesto la privatización de Pemex. Y que la furia del tabasqueño no es contra la reforma sino contra Calderón porque ganó las elecciones y reformó Pemex. Por tanto, la ira de López Obrador es el capricho de un derrotado, no la defensa de la patria que él mismo iba a enajenar.
Por Carlos Ramirez.
Post RLB Punto Politico.