Sin duda, un recorte de gasto en capital humano, una cotización de salarios reales más baja, o una disminución de inversión en tecnología, representan medidas para mejorar el flujo de efectivo ante un momento de estancamiento. Pero ello es sobrevivencia, no competitividad.
Aunque usted no lo crea, la paridad peso-dólar llego a cotizarse debajo de los diez pesos por dólar, no la década pasada, sino hace apenas un trimestre.
Aunque usted no lo crea, hay analistas, y autoridades, que aseguran que la paridad se hubiera disparado en la vecindad de unos veinte pesos por dólar, si la institución central no hubiese intervenido en el mercado cambiario.
Aunque usted no lo crea, según la simpática receta cambiaria de The Economist, la famosa fórmula de poder adquisitivo de la paridad basada en la hamburguesa Big Mac, la paridad actual debería ubicarse en 8.96 pesos por un dólar—lo que arroja un formidable nivel de subvaluación cambiaria (de acuerdo a este criterio) de arriba del 40%.
Aunque usted no lo crea, hay quienes celebran esta tremenda depreciación del tipo de cambio, bajo la miopía popular (y, lamentablemente, también presidencial) que ahora, con estos niveles cambiarios, podemos ser más competitivos. El 2009 augura un episodio de nulo crecimiento, de inflación al doble de lo que debería ser, bajo el contrato monetario central, con astringencia crediticia y una caída fuerte en la inversión, con ventas externas hasta un tercera parte más bajas de lo registrado este propio año.
¿Eso es ser más competitivos? Por favor…
Sin duda, un recorte de gasto en capital humano, una cotización de salarios reales más baja, o una disminución de inversión en tecnología, representan medidas para mejorar el flujo de efectivo ante un momento de estancamiento. Pero ello es sobrevivencia, no competitividad.
Aunque usted no lo crea, esta crisis es la primera crisis que vive la economía que ha sido importada del exterior. Ahora sí, no fue nuestra culpa. Los petro-precios cayeron, y nos protegimos; el desapalancamiento se sigue dando, pero tenemos un perfil de deuda externa envidiable; al norte de la frontera enfrentan un problema de déficit crónico, y al sur el equilibrio fiscal se ha convertido en norma común.
Aunque usted no lo crea, ya de pilón, hay políticos que creen que tener el régimen de inversión más atrasado del mundo en materia energética, aun con la reformita, es signo de soberanía.
La lección de estos “ripley’s” económicos es que todo puede pasar—y que tratar de controlar el futuro económico es una vanidad, lo que Hayek llamaba fatal arrogancia. Hay escenarios, algunos posibles, otros plausibles, pero el 2008 nos deja la enseñanza que en la economía, nada, nunca, permanece igual.
Planificadores, populistas, políticos—tomen nota.
Aunque usted no lo crea, según la simpática receta cambiaria de The Economist, la famosa fórmula de poder adquisitivo de la paridad basada en la hamburguesa Big Mac, la paridad actual debería ubicarse en 8.96 pesos por un dólar—lo que arroja un formidable nivel de subvaluación cambiaria (de acuerdo a este criterio) de arriba del 40%.
Aunque usted no lo crea, hay quienes celebran esta tremenda depreciación del tipo de cambio, bajo la miopía popular (y, lamentablemente, también presidencial) que ahora, con estos niveles cambiarios, podemos ser más competitivos. El 2009 augura un episodio de nulo crecimiento, de inflación al doble de lo que debería ser, bajo el contrato monetario central, con astringencia crediticia y una caída fuerte en la inversión, con ventas externas hasta un tercera parte más bajas de lo registrado este propio año.
¿Eso es ser más competitivos? Por favor…
Sin duda, un recorte de gasto en capital humano, una cotización de salarios reales más baja, o una disminución de inversión en tecnología, representan medidas para mejorar el flujo de efectivo ante un momento de estancamiento. Pero ello es sobrevivencia, no competitividad.
Aunque usted no lo crea, esta crisis es la primera crisis que vive la economía que ha sido importada del exterior. Ahora sí, no fue nuestra culpa. Los petro-precios cayeron, y nos protegimos; el desapalancamiento se sigue dando, pero tenemos un perfil de deuda externa envidiable; al norte de la frontera enfrentan un problema de déficit crónico, y al sur el equilibrio fiscal se ha convertido en norma común.
Aunque usted no lo crea, ya de pilón, hay políticos que creen que tener el régimen de inversión más atrasado del mundo en materia energética, aun con la reformita, es signo de soberanía.
La lección de estos “ripley’s” económicos es que todo puede pasar—y que tratar de controlar el futuro económico es una vanidad, lo que Hayek llamaba fatal arrogancia. Hay escenarios, algunos posibles, otros plausibles, pero el 2008 nos deja la enseñanza que en la economía, nada, nunca, permanece igual.
Planificadores, populistas, políticos—tomen nota.
Por Sergio Sarmiento
Post RLB Punto Politico.