Como para que ya no hubiera ninguna duda, los salinistas Manuel Camacho, Rolando Cordera y Porfirio Muñoz Ledo desplazaron a la izquierda dentro del PRD y se apropiaron de la iniciativa de reforma energética del Frente AMLO.
De un plumazo, López Obrador borró al PRD y colocó al Frente AMLO como la nueva coalición neopopulista, a pesar de que las bancadas legislativas perredistas y los gobernadores perredistas ganaron con el escudo del PRD. Y su propuesta se localiza en el escenario del populismo neoliberal y no en el espíritu del Lázaro Cárdenas que expropió el petróleo.
El responsable de coordinar la propuesta fue Rolando Cordera Campos, cuyas oscilaciones políticas e ideológica definen la confusión del pensamiento social de los lopezobradoristas. Cordera comenzó en la izquierda universitaria vinculada a los intereses del Partido Comunista y fundó el grupo Movimiento de Acción Popular, el MAP mejor conocido como Los mapaches. Ese grupo se alió al Partido Mexicano Socialista para llevar a la izquierda universitaria al Congreso. Cordera se convirtió, como diputado de izquierda, en el crítico más severo de Carlos Salinas y su proyecto.
Pero luego vino el primer salto de trapecio. Cordera abandonó la izquierda y se subordinó al presidente Salinas, quien aplicó el mismo proyecto económico y de desarrollo que había criticado Cordera en los ochenta. Si en 1982 Cordera estuvo a punto de golpear físicamente a Salinas cuando insultó a los críticos y les dijo que pegaban con la izquierda y cobraban con la derecha, en el sexenio salinista Cordera fue un locutor del salinismo: era el enviado especial de Canal 13 para explicar la profundidad de los viajes de Salinas. Cordera terminó el sexenio haciéndole a Salinas una de las entrevistas más entreguistas que se recuerde.
Luego vino más: Cordera fue el primer académico en aceptar el fin histórico del Estado. Sin el apoyo de Salinas, Cordera regresó a la academia. Su pensamiento político promueve el modelo de la disputa por la nación entre el modelo neoliberal y el modelo popular del PRI y sus sectores progresistas, aunque luego se convirtió en promotor de la globalización salinista. Cordera estuvo un rato vinculado al proyecto del Pacto de Chapultepec de Carlos Salinas y luego se incrustó en el círculo populista de López Obrador.
El responsable de coordinar la propuesta fue Rolando Cordera Campos, cuyas oscilaciones políticas e ideológica definen la confusión del pensamiento social de los lopezobradoristas. Cordera comenzó en la izquierda universitaria vinculada a los intereses del Partido Comunista y fundó el grupo Movimiento de Acción Popular, el MAP mejor conocido como Los mapaches. Ese grupo se alió al Partido Mexicano Socialista para llevar a la izquierda universitaria al Congreso. Cordera se convirtió, como diputado de izquierda, en el crítico más severo de Carlos Salinas y su proyecto.
Pero luego vino el primer salto de trapecio. Cordera abandonó la izquierda y se subordinó al presidente Salinas, quien aplicó el mismo proyecto económico y de desarrollo que había criticado Cordera en los ochenta. Si en 1982 Cordera estuvo a punto de golpear físicamente a Salinas cuando insultó a los críticos y les dijo que pegaban con la izquierda y cobraban con la derecha, en el sexenio salinista Cordera fue un locutor del salinismo: era el enviado especial de Canal 13 para explicar la profundidad de los viajes de Salinas. Cordera terminó el sexenio haciéndole a Salinas una de las entrevistas más entreguistas que se recuerde.
Luego vino más: Cordera fue el primer académico en aceptar el fin histórico del Estado. Sin el apoyo de Salinas, Cordera regresó a la academia. Su pensamiento político promueve el modelo de la disputa por la nación entre el modelo neoliberal y el modelo popular del PRI y sus sectores progresistas, aunque luego se convirtió en promotor de la globalización salinista. Cordera estuvo un rato vinculado al proyecto del Pacto de Chapultepec de Carlos Salinas y luego se incrustó en el círculo populista de López Obrador.
De Manuel Camacho se ha dicho todo, excepto que acaba de deslumbrar con su nueva posición de vándalo de la política y dejó aflorar su perfil autoritario: si la mayoría no acepta la imposición de la minoría, entonces, amenazó Camacho, habrá “movilizaciones y enfrentamientos”. El Camacho de la guerra civil política es el mismo Camacho que diseñó, aplicó, defendió y valoró el proyecto neoliberal de Carlos Salinas. Hoy dice que siempre no y pasa a anunciar su plantón.
Pero no hay que asustarse con las amenazas del vándalo Camacho. A él se le puede aplicar el modelo Camacho para arreglar plantones, enfrentamientos y movilizaciones de López Obrador: portafolios de dinero en efectivo para pagar el “desgaste físico” de los que protestaban. Por tanto, las amenazas de Camacho han causado hilaridad política. Lo malo es que ahora Camacho ya no puede ser tomado en serio.
Muñoz Ledo ha sido uno de los más feroces cancerberos del sistema político priísta. Miró hacia otro lado cuando trabajaba para Díaz Ordaz en 1968 y, eso sí, lo elogió cálidamente en 1969 y apoyó el uso de la fuerza para mantener la vigencia de las instituciones. Luego se deshizo en adjetivos hacia Echeverría, quien lo contrató como asesor político. Por eso Muñoz Ledo se hizo el distraído cuando estalló la represión echeverrista, no sólo con el halconazo sino con la Brigada Blanca que reprimió a muchos disidentes que hoy son subordinados de Muñoz Ledo como el pomposo “jefe de las izquierdas mexicanas”.
Pero hay más del Muñoz Ledo que aplastó a la izquierda para defender el proyecto priísta de Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas y Zedillo. En 1976 negoció con dinero y posición la derrota de Alejandro Gazcón Mercado, una de las figuras más simbólicas de la izquierda socialista, como candidato a gobernador por Nayarit porque el PRI no quería perder su primera gubernatura.
Y más: en 1971, personal de seguridad de Muñoz Ledo, entonces flamante secretario del Trabajo del gobierno de Echeverría, recogió a Heberto para un supuesto encuentro político y lo golpearon severamente. La denuncia fue hecha varias veces por Heberto para significar el papel represor de Muñoz Ledo. Hoy ese Muñoz Ledo es el jefe de las izquierdas de México y el coordinador del Frente AMLO impuesto obviamente por López Obrador. Y en la competencia por la gubernatura de Guanajuato, Muñoz Ledo se entrevistó secretamente varias veces con Salinas para la estrategia de impulsar la victoria de Vicente Fox.
Los encargados de diseñar la propuesta energética del Frente AMLO fueron los salinistas Manuel Camacho, Rolando Cordera y Muñoz Ledo. A cambio de entregarle el PRD a Nueva Izquierda de Los Chuchos, López Obrador logró que el PRD no hiciera ninguna iniciativa, que aceptara la propuesta salinista de Rolando Cordera y que el perredismo se confundiera con el Partido del Trabajo y Convergencia.
Pero hay más del Muñoz Ledo que aplastó a la izquierda para defender el proyecto priísta de Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas y Zedillo. En 1976 negoció con dinero y posición la derrota de Alejandro Gazcón Mercado, una de las figuras más simbólicas de la izquierda socialista, como candidato a gobernador por Nayarit porque el PRI no quería perder su primera gubernatura.
Y más: en 1971, personal de seguridad de Muñoz Ledo, entonces flamante secretario del Trabajo del gobierno de Echeverría, recogió a Heberto para un supuesto encuentro político y lo golpearon severamente. La denuncia fue hecha varias veces por Heberto para significar el papel represor de Muñoz Ledo. Hoy ese Muñoz Ledo es el jefe de las izquierdas de México y el coordinador del Frente AMLO impuesto obviamente por López Obrador. Y en la competencia por la gubernatura de Guanajuato, Muñoz Ledo se entrevistó secretamente varias veces con Salinas para la estrategia de impulsar la victoria de Vicente Fox.
Los encargados de diseñar la propuesta energética del Frente AMLO fueron los salinistas Manuel Camacho, Rolando Cordera y Muñoz Ledo. A cambio de entregarle el PRD a Nueva Izquierda de Los Chuchos, López Obrador logró que el PRD no hiciera ninguna iniciativa, que aceptara la propuesta salinista de Rolando Cordera y que el perredismo se confundiera con el Partido del Trabajo y Convergencia.
Por Carlos Ramirez.
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