A partir de la liquidación política de Germán Martínez Cázares por la debacle del PAN, la vigencia del partido en el poder presidencial se centra en la decisión estratégica más importante del sexenio del presidente Felipe Calderón.
Y sus escenarios no son más que tres:
1.- Flotar para que el PAN se reacomode internamente y trabajar con las corrientes dominantes que traten de sacar al partido del hoyo en que lo hizo caer Martínez Cázares.
2.- Convertirse en el jefe del PAN para transitarlo por tres de los momentos delicados que vienen: la posibilidad de una mayoría calificada en el Congreso entre el PRI, el PRD y los chicos, las diez elecciones de gobernador en el 2010 y las elecciones presidenciales del 2012.
3.- Decidir por el modelo Zedillo de buscar una sana distancia del PAN, definir una agenda por la transición a la democracia, aliarse con el PRD para la gran reforma política transformadora que modifique la estructura de poder que beneficia al PRI y entregar democráticamente la banda presidencial a quien gane la presidencia.
La clave de la viabilidad política del gobierno de Calderón consistirá en buscar una alianza en el Congreso que le impida al PRI hacerse de la mayoría calificada de dos terceras partes de los votos. Por lo pronto, la alianza PRI-Partido Verde le dará al tricolor la mayoría absoluta de más de 251 votos. Con la mayoría calificada en manos del PRI, el margen de maniobra del gobierno de Calderón será prácticamente nulo.
Las alianzas en la adversidad se hacen entre los perdedores. El PRD de Jesús Ortega carece de viabilidad por la decisión de López Obrador de desfondarlo y convertir al PT en el partido del lopezobradorismo. Por tanto, la bancada del PRD estaría necesitada de una alianza política de fondo. Y tiene en el escenario sólo dos posibilidades: con el PRI pero en el furgón de cola o con el PAN a partir de una agenda de transformaciones que reposicione al perredismo como un partido de cambios políticos, dejando al PT como el partido de la confrontación y el asalto al poder.
Las previsibles 146 curules del PAN no rompen una alianza en contra que sumaría los 334 diputados formando una mayoría absoluta comandada por el PRI. La estrategia del PRI estará determinada por ofrecer una imagen de estabilidad política para llegar a las presidenciales del 2012, por lo que no se prevé una ofensiva del PRI para derrocar al presidente Calderón o para obligarlo a gobernar a favor del PRI. Más aún, el PRI le dejará la iniciativa al gobierno de Calderón para seguirlo enredando en sus contradicciones.
Por tanto, la respuesta de Calderón a la debacle del domingo pasado debe ser un salto cualitativo a la ofensiva política en dos tiempos: reconstruir el PAN alrededor de una oferta de partido para la transformación democrática del país y establecer una alianza de fondo alrededor de un programa de transición a la democracia con el PRD de Jesús Ortega. La única posibilidad que tiene el PAN de Calderón para encontrar el piso de la debacle del domingo pasado sería una severa fuga hacia adelante.
En medio de la polarización política de un PRI jurásico de regreso al poder, de un PT lopezobradorista preparando el asalto al poder y de un PAN sin coherencia interna, las alianzas presidenciales se estrechan en número pero se decantan en calidad para evitar el aumento de las tensiones entre el viejo régimen que está siendo revalidado por las fuerzas del viejo orden y el nuevo sistema político que no ha nacido.
El presidente Calderón estaría en el espacio político de construir una verdadera alianza para el cambio que superara la parcialidad partidista y legislativa. Y ahí se aparece la figura de Cuauhtémoc Cárdenas y su propuesta de un nuevo modelo de desarrollo, sobre todo porque Cárdenas sería la última salvación del PRD para evitar la destrucción que tiene preparada López Obrador. Asimismo, se deben rehacer alianzas empresariales soslayadas, como con Carlos Slim Helú y su propuesta del Acuerdo de Chapultepec o la propuesta de transición del empresario Alberto Bailleres.
La debacle del PAN obliga al presidente Calderón a replantear su estrategia. Y a reorganizar su equipo de trabajo para fortalecerlo justamente con las nuevas alianzas en su partido y en los espacios de gobierno. El saldo electoral del domingo no fue sólo una llamada de atención para el presidente de la república sino un mensaje muy severo sobre la debilidad creciente del PAN. De las diez gubernaturas del próximo año, el PAN podría perder Tlaxcala y Aguascalientes y ver la continuidad del PRI en las siete que controla.
El destino final del presidente Calderón se localiza en julio del 2012: construir una nueva posibilidad política, de gobierno y partidista para dejarle la presidencia al PAN o preparar desde ahora la entrega de la presidencia al PRI.
Por Carlos Ramirez.
Post RLB. Punto Politico.
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