Al diablo con las instituciones”, nos dice nuevamente Andrés Manuel López Obrador. Pero en esta ocasión las instituciones son las de su propio partido, el PRD, del cual fue presidente nacional y que, tras postularlo como candidato en el 2006, estuvo a punto de llevarlo a la Presidencia de la República.
No es ésta la primera vez que López Obrador se inconforma con un resultado electoral que le es adverso. De hecho, este político ha acusado siempre a las autoridades de ser responsables de sus derrotas, aunque siempre ha considerado sus triunfos como producto de su esfuerzo y de su honestidad valiente.
En 1988 López Obrador reclamó fraude tras su derrota por Salvador Neme del PRI en la elección al gobierno de Tabasco. En 1994 nuevamente fue vencido en una elección para regir Tabasco, en esta ocasión por Roberto Madrazo, también del PRI, pero el movimiento de protesta que organizó entonces le permitió adquirir notoriedad nacional, lo cual le hizo posible ganar la elección interna para convertirse en presidente nacional del PRD. Esa elección interna sí la consideró justa.
En el 2000 López Obrador ganó la elección para jefe de gobierno del Distrito Federal. No presentó queja por la actuación de las autoridades, pero en el 2006 afirmó que su derrota en la elección presidencial había sido producto de un gran compló.
En marzo de 2008 López Obrador no fue candidato pero apoyó a Alejandro Encinas para ser presidente nacional del PRD. Cuando ganó Jesús Ortega, el tabasqueño volvió a recurrir a la teoría del compló. En el 2009 ha retomado esta explicación para cuestionar la decisión unánime del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de declarar inválida la candidatura de Clara Brugada –apoyada por López Obrador—a la jefatura delegacional de Iztapalapa.
López Obrador ha tomado la decisión en Iztapalapa y otros lugares del país de apoyar a los candidatos del Partido del Trabajo. Esto viola abiertamente los estatutos del PRD, que señalan que un militante será expulsado si respalda a otros partidos políticos. López Obrador, sin embargo, amenaza con escindir al PRD en caso de que la dirigencia encabezada por Jesús Ortega tome la decisión de expulsarlo.
A López Obrador no parece importarle la posibilidad de destruir al PRD o dividir aún más el voto de la izquierda. O él controla al PRD o lo destruye. Y como están las cosas, esta última parece ser la consecuencia más probable.
En 1988 López Obrador reclamó fraude tras su derrota por Salvador Neme del PRI en la elección al gobierno de Tabasco. En 1994 nuevamente fue vencido en una elección para regir Tabasco, en esta ocasión por Roberto Madrazo, también del PRI, pero el movimiento de protesta que organizó entonces le permitió adquirir notoriedad nacional, lo cual le hizo posible ganar la elección interna para convertirse en presidente nacional del PRD. Esa elección interna sí la consideró justa.
En el 2000 López Obrador ganó la elección para jefe de gobierno del Distrito Federal. No presentó queja por la actuación de las autoridades, pero en el 2006 afirmó que su derrota en la elección presidencial había sido producto de un gran compló.
En marzo de 2008 López Obrador no fue candidato pero apoyó a Alejandro Encinas para ser presidente nacional del PRD. Cuando ganó Jesús Ortega, el tabasqueño volvió a recurrir a la teoría del compló. En el 2009 ha retomado esta explicación para cuestionar la decisión unánime del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de declarar inválida la candidatura de Clara Brugada –apoyada por López Obrador—a la jefatura delegacional de Iztapalapa.
López Obrador ha tomado la decisión en Iztapalapa y otros lugares del país de apoyar a los candidatos del Partido del Trabajo. Esto viola abiertamente los estatutos del PRD, que señalan que un militante será expulsado si respalda a otros partidos políticos. López Obrador, sin embargo, amenaza con escindir al PRD en caso de que la dirigencia encabezada por Jesús Ortega tome la decisión de expulsarlo.
A López Obrador no parece importarle la posibilidad de destruir al PRD o dividir aún más el voto de la izquierda. O él controla al PRD o lo destruye. Y como están las cosas, esta última parece ser la consecuencia más probable.
Por Sergio Sarmiento.
Post RLB. Punto Politico.
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