viernes, 9 de mayo de 2008

Acabáramos: entre Salinas y el EPR

Como si fuera telenovela, el país aún no acababa de salir de la trampa en que lo metió Andrés Manuel López Obrador y aparecieron dos nuevos protagonistas exigiendo su parcela de poder: el grupo guerrillero EPR y el ex presidente Carlos Salinas.

Al final de cuentas, en esos problemas hay un común denominador: la ausencia de un carril de participación política para la transición pactada. Pero de manera más grave, vemos la decisión de grupos de poder con conexiones en el pasado para detener las posibilidades de la transición democrática mexicana.
No se trata de un escenario nuevo. En todo proceso de transición se cumple la ley de la física que dice que a una fuerza de acción corresponde una fuerza de reacción con la misma intensidad y en sentido contrario. El EPR trata de instaurar, por la vía revolucionaria armada, un Estado comunista marxista-leninista. Y Carlos Salinas quiere regresar al México de 1988-1994, que comenzó con el fraude electoral y terminó con la devaluación de diciembre.
En medio, la vocación derrotista de López Obrador. Su lucha callejera tiene dos características singulares: se opone a la iniciativa de reforma energética que el presidente de la república presentó en el Congreso para cumplir con el método legislativo democrático de aprobarla/rechazarla, no ofrece una reforma alternativa y su movimiento está definido como de resistencia por lo que no tiene representatividad real y se agota en la simple oposición o, peor aún, en resistir las decisiones de la mayoría.
El principal problema de este escenario se localiza en la ausencia de iniciativas políticas del presidente de la república. La virtud de la comisión para la reforma del Estado que creó el Senado y que ya terminó sus funciones fue la de crear el espacio de negociaciones plurales. Ahora le toca al ejecutivo federal crear esa instancia. No se vería tan mal que el gobierno federal creara una comisión para la transición democrática y ahí ajustar las iniciativas y resistencias.
Los indicios señalan que cada quien va por su pedazo de poder. Y al final puede que lo logren, pero el poder se habría fragmentado hasta su inutilidad. López Obrador está negado para la democracia, Carlos Salinas viene por la venganza aunque contribuya a lastimar al país, el EPR quiere imponer el comunismo desde la minoría armada.

Mientras tanto, los espacios políticos siguen deteriorándose. El colapso del PRD tendrá efectos negativos por varios meses y permitirá un equilibrio sin la izquierda en el 2009. El PRI ha comenzado a registrar una nueva disputa por el poder y ha sido Carlos Salinas el promotor de esta línea de acción; su libro La década perdida pretende ser el programa político de gobierno para las legislativas federales del 2009 y para la candidatura presidencial del 2012.
Como no hay sistema político perfecto, la aspiración debiera ser un modelo de democracia con sus reglas, sus métodos y sus obligaciones. Pero en un momento de desarticulación del sistema autoritario priísta, parece que nadie quiere la democracia sino su pedazo de pastel del poder. En este contexto, el escenario para el 2009 será de desorden.

La única salida es la construcción de un espacio de acuerdos políticos. Y el único que puede hacerlo es el presidente de la república. Y debe de tomar la iniciativa por dos razones: por sobrevivencia política y por ser la última oportunidad para una transición pactada. Si no, habrá que comenzar a revisar la gorbachización de la transición soviética porque acabaríamos peor que Rusia.

Por Carlos Ramirez
Post RLB Punto Politico

1 comentario:

  1. eres bien pendejo
    el EPR se atreve a hacer algo
    para lo que tu no tienes huevos
    piensas que criticando ya te vas a convertir en heroe...

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