A raíz de la grabación dada a conocer por los medios de comunicación, donde se escucha una discusión entre López Obrador y los líderes de los diputados y senadores del PRD, Convergencia y PT, queda claro que la finalidad de la toma de la Cámara de Diputados y Senadores no fue la búsqueda de un dialogo sobre las reformas petroleras, sino sabotear al gobierno del Presidente Calderón, empantanar al país y, en consecuencia, la economía de millones de mexicanos.
La estrategia de exigir diálogo o algo difícil de cumplir a un gobierno, a la vez que se realizan actos de sabotaje a la economía no es nueva, fue utilizada por los grupos radicales violentos en la década de los 60 y 70. Esos grupos, enquistados en universidades, bajo cualquier excusa estallaban huelgas, tomaban oficinas gubernamentales, realizaban marchas en las calles y presentaban pliegos petitorios. Si el gobierno accedía a sus peticiones, presentaban otras, pues su finalidad no era solucionar los problemas, sino continuar con los enfrentamientos y generar anarquía, como sucedió en el 68.
El objetivo de los radicales del PRD, que tienen secuestrado a ese partido, es la de boicotear la economía del país como un medio de debilitar al que ellos llaman “el pelele”, calificativo despectivo y grosero con el que se refieren al Presidente de México. No les importa generar desempleo, menor crecimiento económico y el colapso de la industria petrolera, si gracias a ello logran colocar a su caudillo como un “rayito de esperanza” para superar el caos que ellos mismos, bajo cualquier excusa, planean crear.
A los perredistas moderados, que ya superaron esos métodos violentos y buscan dialogar democráticamente, les llaman “colaboracionistas”, término usado por los guerrilleros del siglo pasado para designar a quienes no estaban de acuerdo con las estrategias violentas de sabotear la economía. Sabotaje y anarquía, como la creada en su mismo partido, son los verdaderos objetivos de los radicales del PRD.
La estrategia de exigir diálogo o algo difícil de cumplir a un gobierno, a la vez que se realizan actos de sabotaje a la economía no es nueva, fue utilizada por los grupos radicales violentos en la década de los 60 y 70. Esos grupos, enquistados en universidades, bajo cualquier excusa estallaban huelgas, tomaban oficinas gubernamentales, realizaban marchas en las calles y presentaban pliegos petitorios. Si el gobierno accedía a sus peticiones, presentaban otras, pues su finalidad no era solucionar los problemas, sino continuar con los enfrentamientos y generar anarquía, como sucedió en el 68.
El objetivo de los radicales del PRD, que tienen secuestrado a ese partido, es la de boicotear la economía del país como un medio de debilitar al que ellos llaman “el pelele”, calificativo despectivo y grosero con el que se refieren al Presidente de México. No les importa generar desempleo, menor crecimiento económico y el colapso de la industria petrolera, si gracias a ello logran colocar a su caudillo como un “rayito de esperanza” para superar el caos que ellos mismos, bajo cualquier excusa, planean crear.
A los perredistas moderados, que ya superaron esos métodos violentos y buscan dialogar democráticamente, les llaman “colaboracionistas”, término usado por los guerrilleros del siglo pasado para designar a quienes no estaban de acuerdo con las estrategias violentas de sabotear la economía. Sabotaje y anarquía, como la creada en su mismo partido, son los verdaderos objetivos de los radicales del PRD.
Por Luis Pasos.
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