Cuando se encontró con el presidente Calderón una semana antes de su toma de posesión, el presidente electo Barack Obama carecía de un conocimiento político y estratégico sobre México. En cambio, anunció que su primera visita oficial de Estado sería a Canadá.
Para Obama, México es solamente un pozo de petróleo Por su formación política pragmática, Obama carece de una mentalidad estratégica y geopolítica. Y sus operadores del área de seguridad nacional vienen del modelo Clinton: un enfoque hacia Europa, China y el medio oriente. Para Obama, México es solamente un pozo de petróleo: su relación bilateral girará en torno a una alianza energética que disminuya la dependencia estadunidense del petróleo venezolano y árabe.
La agenda de México hacia los EU se define en cinco temas: trato privilegiado, migración, comercio, narcotráfico y seguridad fronteriza. Para EU, sus temas son menos: petróleo, terrorismo y subordinación estratégica a las prioridades de Washington. En ninguna de las dos agendas aparecen los asuntos de Cuba, América Latina y Venezuela.
La prioridad de Obama será interna. Su lógica es implacable: los Estados Unidos no pueden salvar al mundo si antes no se salvan a sí mismos. Por eso dedicará su esfuerzo a atender la crisis económica, y en lo externo buscará desdramatizar los asuntos más conflictivos. La orden para cerrar la cárcel de Guantánamo, que ya Bush había decidido, va a tropezarse con la piedra más grande: dónde colocar a los acusados de terrorismo. Y el regreso de las tropas de Irak tardará como dos años, con la previsión de un aumento en los atentados terroristas en Bagdad y otras partes del mundo. Pero no va a modificar la lógica antiterrorista de Bush.
La estrategia de México hacia los EU padeció las mismas carencias de siempre. México está a la espera de la buena voluntad de Washington. Los temas más urgentes --migración, narcotráfico y comercio-- nunca aparecieron en la campaña de Obama. Peor aún, Obama desconoce la realidad de México y de América Latina por la sencilla razón de que no son de interés geoestratégico para los EU ni ha viajado a esta zona del mundo. En su comparecencia en el Senado en las reuniones de confirmación, Hillary Clinton como secretaria de Estado habló de México sólo como sinónimo de petróleo.
Bush dejó una herencia de marginación apenas atenuada por el papel activo del embajador Tony Garza. A diferencia de los afanes intervencionistas de otros embajadores, Garza fue un maestro de la mano suave. A él se le debe que los EU regresarán su atención al narcotráfico de México y optaran por la Iniciativa Mérida como una nueva fase en las relaciones bilaterales. Pero los diplomáticos mexicanos no entendieron el papel de Garza, quisieron la atención de Bush y México perdió los años de la alternancia para redefinir las relaciones bilaterales.
La diplomacia mexicana va a extrañar a Garza. Y lo más seguro es que llegue en su lugar un embajador más intervencionista y exigente. Si Obama desconoce la existencia de México y Hillary estará más ocupada en Europa y China, el expediente México lamentablemente se va a definir y operar en las agencias de inteligencia y seguridad nacional. Y McCaffrey mandó ya un misil: ver a México como lo veían Reagan y el embajador Gavin: un problema. México no ha podido convencer a los EU que el asunto del narcotráfico es bilateral, algo que Garza tardó varios años en lograr. Y ahora con Obama se va a entregar el tema a funcionarios más exigentes y menos entendidos en la lógica política de México.
De los pronunciamientos de Obama pueden desprenderse algunas conclusiones: una de ellas es la decisión de preocuparse primero por los propios EU; otra, que existe en su enfoque de política exterior una doctrina imperial. Y su pragmatismo lo llevará a atender la política exterior en función de los conflictos. En lo económico le dará prioridad a la reconstrucción del capitalismo, en lo exterior va a mantener la lógica imperial y en lo social se reducirá a la creación de empleos. Todo lo que en el exterior se cruce con estas metas será soslayado por Obama.
América Latina no es preocupación geopolítica. Bush demostró, dentro de su conservadurismo, que podía convivir con países con gobiernos de izquierda democrática. Y a los de la izquierda dictatorial, procubana y anti estadunidenses, simplemente los ignoró. Los estrategas de seguridad nacional saben que Cuba está al margen de las prioridades y que el fin político de Fidel Castro es un problema para los cubanos de Cuba y que Hugo Chávez es un provocador al que no se debe tener en cuenta porque la dependencia del petróleo no es de los EU por las importaciones de crudo venezolano sino de los ingresos presupuestales venezolanos por las compras norteamericanas.
De ahí que México deba modificar su estrategia hacia los EU en el cuatrienio Obama.
Primero, debe definir sus propios intereses internos y externos, segundo, está obligado a operar políticas sin esperar la aprobación o el apoyo de los EU, tercero, debe crear un loby especial para negociar directamente con el Congreso, cuarto, debe olvidarse de esperar la buena voluntad de los vecinos del norte y quinto, está obligado a crear su propio consejo de seguridad nacional para darle a la política exterior un enfoque geoestratégico y sacarlo de la burocracia de la cancillería y sus embajadores.
Para México, Obama es el mandatario del vecino imperial.
P0r carlos Ramirez.
Post RLB. Punto Politico.