viernes, 16 de noviembre de 2007

Chávez prepara expropiaciones - Por ello la irritación de España.

Aunque las relaciones entre naciones están llenas de fricciones, el conflicto de España con Venezuela durante la Cumbre Iberoamericana colmó una agenda de enfrentamientos. España ha alentado a la oposición antichavista y Venezuela espió al gobierno español y a la casa real.

El trasfondo del conflicto viene de atrás. El presidente Zapatero se había reunido con la disidencia venezolana, como lo había hecho con la disidencia cubana. La primera vinculada a la derecha y la segunda articulada alrededor de la defensa de los derechos humanos y las libertades políticas conculcadas en Cuba. Chávez espió al gobierno español y, dicen, también algunas oficinas del Rey.
Por tanto, las relaciones entre las dos naciones estaban a punto del choque. La explosión del rey Juan Carlos ocurrió cuando Chávez insistió en llamar “fascista” al ex presidente José María Aznar. Contra toda previsión porque el Rey y Zapatero han roto relaciones políticas y personales con Aznar, los dos tuvieron que salir en defensa del líder del Partido Popular.
La incultura ideológica de Chávez lo llevó a confundir expresiones. Aznar no es un fascista sino un demócrata del centro-derecha. Y lo que más irritó a los españoles fue el intento de Chávez por involucrar al rey Juan Carlos en el golpe de Estado en Venezuela. El Rey es, por labor propia, un monarca anti golpe. A él le tocó parar en seco el intento de golpe de Estado de Tejero y militares en 1981. Y el Rey fue el pivote de la transición democrática española a pesar de venir del franquismo.
Por tanto, el lenguaje de Chávez fue una franca provocación al acusar de fascista al gobierno democrático de España que sepultó al fascismo de Franco y de querer involucrar al Rey antigolpista en el golpe contra Chávez. Pero en el fondo, la lógica política de Chávez no es la de la racionalidad de la diplomacia sino la de la provocación castrista.
En América Latina hay dos proyectos en disputa y dos geopolíticas en pugna. En ambas está involucrada Venezuela. De un lado, el proyecto populista-socialista impulsado por Fidel Castro a través de Chávez, y de otro el proyecto socialdemócrata amplio --del centro-derecha al centro-izquierda-- que ejemplifica Chile.
Lo delicado está en la geopolítica. Chávez representa en América Latina el frente anti Estados Unidos que conforman Cuba-Bolivia-Irán-China. En este escenario, la política económica de Chávez estaría tendiendo hacia las nacionalizaciones y la expulsión de las grandes empresas transnacionales.
Estos dos contextos, Chávez llevaba a la Cumbre una estrategia de confrontación precedida por fricciones graves con empresarios españoles en Venezuela. La penetración española es fuerte, al grado de que aproximadamente el 25% de la liquidez bancaria en Venezuela la mueven dos grandes bancos españoles. Y a ello se agrega la presencia española dominante en telefonía, gas natural, petróleo y otros sectores estratégicos.
Por tanto, la confrontación Chávez-Juan Carlos obedeció a una ruptura de los entendimientos mínimos mucho más allá de Aznar y el golpe contra Chávez.
El presidente de Venezuela se encuentra en el camino de expropiaciones y nacionalizaciones y le tiene echado el ojo a las empresas españolas. Inclusive, las organizaciones empresariales de España han estado presionando al gobierno de Zapatero sobre las amenazas y presiones del gobierno de Chávez contra las empresas españolas instaladas en su territorio.
Las fricciones en la Cumbre fueron apenas los indicios de lo que pudiera perfilarse como una cadena de nacionalizaciones de empresas españolas en Venezuela. Y el asunto va más allá, por la intervención de Irán y China: Chávez, asesorado por Fidel Castro, le endilgó a Zapatero y al rey Juan Carlos la representatividad de la Unión Europea. En este sentido, Chávez andaba en busca de un pretexto para enfriar las relaciones con los europeos, como lo confirmó, en su desesperación por meterse en el conflicto, Fidel Castro en su columna política en el Granma.
De ahí que Aznar haya sido el pretexto de Chávez para provocar al rey. Lo grave fue la incapacidad política del presidente español Zapatero, cuya tibieza fue sustituida por el enojo del rey Juan Carlos y su “¿por qué no te callas?” Inclusive, el monarca español estalló pero no explotó.

Periodistas españoles dicen que hay expresiones en Madrid que pueden sonar ofensivas y que no lo son. La verdadera frase es: “¡cállate la puta boca!” Pero el rey Juan Carlos se vio comedido sólo al pedirle a Chávez que se callara, pues el presidente venezolano llevaba más de quince minutos con una perorata que los venezolanos tienen que escucharla sin chistar. Como Castro, Chávez es un político enamorado de su propia voz. Por eso los dos padecen la neurosis del micrófono.
De ahí que el conflicto Chávez-Juan Carlos tenga que ver con una agenda particular de Venezuela con España y la intención de Chávez de ampliar la penetración iraní y china en América Latina ante el interés sólo económico de Europa y la apatía de Washington. Lo que viene, por tanto, será en este contexto. Y Chávez pondrá la expresión del rey Juan Carlos como punto de ruptura con España. Pero será un mero pretexto.

Por Carlos Ramirez.
Post RLB Punto Politico.

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