En el partido de izquierda más importante en México, el PRD, se ha manifestado claramente una fuerte división interna. Una fracción sigue apoyando incondicionalmente al ex candidato presidencial en el 2006 López Obrador. Ese grupo ha mantenido una actitud de enfrentamiento, insulto y desconocimiento al actual gobierno federal. El otro grupo, formado por los moderados del PRD, reconocen al Presidente Calderón y cooperan cuando se trata de un problema social más allá de partidos e ideologías.
El vocero del grupo que rodea al ex candidato López Obrador llegó al extremo de llamarle prostituta a una diputada de su partido, Ruth Zavaleta, que funge como Presidenta de la Cámara de Diputados, por el hecho de que se refirió a Calderón como Presidente. Hay perredistas que empiezan a avergonzarse de las actitudes de sus compañeros radicales. Los discursos extremistas del ex candidato a presidente del PRD, llevaron al grupo de perredistas que ganó el gobierno de Michoacán a no invitarlo a la campaña como orador, pues consideraron que les restaría votos.
La confrontación le permitió en el pasado a López Obrador ganar popularidad. En el 2006 la capitalización política del desafuero, el clientelismo a base de repartir dinero a los de la tercera edad y en colonias populares, lo acercó al triunfo, pero actualmente sus posiciones intolerantes ya no son aceptadas ni por un gran número de perredistas. El haber querido capitalizar políticamente las inundaciones en Tabasco, llevó a que lo abuchearan en su propio estado.
El envío de ayuda por el gobierno perredista del Distrito Federal a municipios perredistas en Tabasco, sin coordinarse con las demás instancias de gobierno, por ser de otros partidos, fue reprobado por la mayoría de los mexicanos.
Por Luis Pazos
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