lunes, 8 de septiembre de 2008

Gabo periodismo estalinista - Lecciones, mejor a cubanos

Con una carrera periodística que pasó desapercibida y con reportajes plagados de parcialidad ideológica a favor de las dictaduras, el escritor colombiano Gabriel García Márquez no sólo ha venido a dictar cátedra de lo que él nunca practicó sino que se ha apoderado del mandarinato del periodismo iberoamericano.

En la reciente entrega de premios de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, García Márquez se quejó de los medios escritos y de “la mala calidad del periodismo escrito y por eso es raro encontrar notas o reportajes que sean auténticas joyas”. En el periodismo que practicó ya como escritor famoso, García Márquez tiene algunas joyas que pudo haber puesto como ejemplo de lo que le gustaría en el periodismo en habla hispana: la exaltación de dictadores vía un periodismo lleno de mentiras.
Un caso es bastante reciente: como escritor y periodista, García Márquez prefirió la “joya” de la amistad con el dictador Fidel Castro que la petición de los familiares del general Arnoldo Ochoa para no ser fusilado por Fidel. En 1971, García Márquez, tras un regaño de Castro, se salió del grupo de intelectuales que protestaba contra la represión al poeta Heberto Padilla.

Por tanto, García Márquez carece de autoridad moral para venir a dar clases de periodismo cuando sus textos periodísticos pecaron de parcialidad a favor de una ideología política represora del periodismo. Y, sobre todo, cuando en Cuba hay decenas de periodistas encarcelados por criticar a Fidel Castro y a la dictadura cubana. Varios de ellos fueron metidos a cárceles denigrantes por poseer una grabadora o un fax, considerados instrumentos de peligro contra la revolución cubana. ¿Por qué García Márquez no premia a esos periodistas que están presos por ejercer la libertad de prensa?

Quedan para la historia real del periodismo iberoamericano varios reportajes de García Márquez que pudiera entrar en el calificativo de “auténticas joyas” del periodismo estalinista. En su reportaje “Cuba de cabo a rabo, publicado en 1975”, hay un párrafo de justificación de la criminalización política de las ideas creativas que debiera de ponerse como ejemplo en los seminarios de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.

Tras de calificar de “alarmante” un artículo de la constitución de Cuba que subordina la creación a la revolución, García Márquez, en un ejemplo claro de “realismo mágico” en la dialéctica del poder, dice que esa criminalización no es sino “una valoración desmesurada de su importancia (del artista) en el mundo”. Y da una explicación llena de retrueque que justifica la represión entonces y ahora a los periodistas fuera del gobierno. Es decir, los reprimen como reconocimiento a su talento:
“Esta idea lleva en sí misma la convicción de que una obra de arte puede desquiciar un sistema social y trastornar el destino del mundo. Si alguna vez eso fue posible o lo será alguna vez, no ha de ser por la potencia destructora de la obra de arte, sino por las erosiones internas e invisibles del propio sistema social. Después de recorrer Cuba de cabo a rabo no queda el menor rastro de que la revolución está a salvo de los huracanes subversivos de los artistas.

Cualquier escritor que ceda ante la temeridad de escribir un libro contra ella, no tiene por qué tropezar con una piedra constitucional. Simplemente, la revolución será lo bastante madura para digerirlo.”
Sin embargo, las cárceles y el exilio cubanos están llenos de artistas reprimidos por la dictadura y el puño represor del caudillo. Lo grave de todo es que García Márquez ha ayudado a salir de Cuba a artistas reprimidos, pero se calla ante la razón de fondo de la represión: las dictaduras socialistas repudian la libertad de prensa.

Y hay más. En abril de 1980, el acucioso ensayista Gabriel Zaid publicó en Vuelta 41 un análisis de un reportaje de García Márquez sobre los balseros de Vietnam y concluyó que se trataba de un texto de un publicista del poder socialista, no de un periodista obligado a describir la realidad y que García Márquez había pasado del realismo mágico al realismo socialista de Stalin. En su texto, el colombiano presentaba a los balseros que huían de Vietnam como corruptos y el primer ministro de Vietnam era un hombre de una “lucidez apacible”.

En 1983 el escritor cubano exiliado Guillermo Cabrera Infante, sin duda la mejor gloria de las letras cubanas, probó que García Márquez mintió en un texto periodístico al decir que el imperio norteamericano le prohibía entrar a los EU. En el 2000 Mario Vargas Llosa demostró los engaños de García Márquez en su artículo sobre el niño Elián González. Y en el 2003 la escritora norteamericana Susan Sontag acusó a García Márquez de “deshonestidad intelectual” por callar ante las violaciones de los derechos humanos en Cuba.

Por tanto, García Márquez debería ir a Cuba a exaltar las “auténticas joyas” del periodismo cubano que ahí se publican, todas, como debe de ser, exaltando la figura señera del Comandante en Jefe, Primer Periodista y Primer Intelectual de la isla: Fidel Castro, a quien el colombiano dedicó unas líneas que son “auténticas joyas” del periodismo: Fidel “ha logrado suscitar en el pueblo el sentimiento más simple pero también el más codiciado y esquivo de cuantos han anhelado desde las más grandes hasta los más ínfimos gobernantes: el cariño”. Claro, los otros cubanos están en la cárcel.

Por Carlos Ramirez.
Post RLB Punto Politico.

1 comentario:

  1. La prostitución de los medios y de periodistas que se vuelven gatilleros al servicio del mejor postor,pueden hacer que Gabriel García Márquez sea descalificado por uno de esos periodistas de la prostitución.
    Cómo se le puede negar al Gabo autoridad moral, por parte de alguien que no la tiene y que vive de una pluma cargada de veneno pagado por sus patrones ?
    Simplemente no se vale.
    Carlos Vigueras

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