Quizá sea inevitable que se especule en un caso como éste ya que han fallecido el secretario de gobernación y un funcionario de seguridad pública que durante años tuvo la responsabilidad de combatir la delincuencia organizada. La especulación se hace mayor si consideramos que el gobierno de México tiene una tradición de ocultar o censurar la información que nos ha hecho a todos desconfiados. Somos el país de los sospechosismos.
La caída del Learjet 45 con matrícula XC VMC de la Secretaría de Gobernación en la tarde del 4 de noviembre ha sido trágica por la muerte de 14 seres humanos y por la pérdida de varios funcionarios públicos de alto nivel, pero también por la desconfianza que ha generado entre buena parte de la población.
Quizá sea inevitable que se especule en un caso como éste ya que han fallecido el secretario de gobernación y un funcionario de seguridad pública que durante años tuvo la responsabilidad de combatir la delincuencia organizada. La especulación se hace mayor si consideramos que el gobierno de México tiene una tradición de ocultar o censurar la información que nos ha hecho a todos desconfiados. Somos el país de los sospechosismos.
En este caso, sin embargo, hay que reconocer al gobierno del presidente Felipe Calderón que ha sido muy abierto en el manejo de la información. Se ha dado a conocer la grabación de las conversaciones entre la torre de control y el piloto del avión. Se han publicado las imágenes de radar que muestran la trayectoria de descenso y el desplome de la aeronave. El secretario de comunicaciones y transportes ha salido constantemente a los medios para ofrecer explicaciones y contestar preguntas. Mucha gente, sin embargo, sigue considerando que se le engaña.
La información disponible hasta este momento no permite descartar la idea de que haya habido un atentado, pero tampoco la hace muy probable. Ningún testigo ha señalado que se haya registrado una explosión en el avión durante su vuelo. Tampoco el radar muestra un estallido. El piloto se mantuvo en comunicación con la torre de control hasta poco antes de que se desplomara la aeronave sin haber lanzado una señal de alarma.
Sabemos que el Learjet se desplomó en picada y no en barrena, esto es, en círculos, lo cual sugiere que se vio succionado por una turbulencia o quizá perdió súbitamente la energía eléctrica de sus dos motores. Una falla mecánica en uno solo de los motores habría provocado que el aparato cayera en barrena.
Aun así, e independientemente de la opinión de los expertos o de los políticos, la idea de que la caída del avión debe haber sido producida por un atentado ha probado ser irresistible para la gente común y corriente. Me doy cuenta de lo anterior por los cientos de llamadas que recibo diariamente en mi programa de radio. No sólo Andrés Manuel López Obrador cree fervientemente en los complots.
En este caso hay la suerte de que el avión contaba con cajas negras, esto es, con dispositivos que grababan conversaciones y movimientos de vuelo, lo cual no es obligatorio en un Learjet como éste. También es afortunado que las cajas hayan sido encontradas en los escombros del percance, lo cual permitirá conocer con más precisión lo que ocurrió en el avión.
El gobierno federal y la PGR, que han atraído las investigaciones, han decidido recurrir a expertos estadounidenses y británicos para que sirvan como peritos. Esto tiene también el propósito de generar confianza. Los mexicanos somos irremediablemente desconfiados ante lo que hagan otros mexicanos.
De momento no parece haber indicios de que la caída del Learjet 45 haya sido producto de un atentado. La última palabra, sin embargo, sólo podrá pronunciarse una vez que se conozcan los dictámenes de los peritos.
Por Sergio Sarmiento
Posr RLB Punto Politico.
Quizá sea inevitable que se especule en un caso como éste ya que han fallecido el secretario de gobernación y un funcionario de seguridad pública que durante años tuvo la responsabilidad de combatir la delincuencia organizada. La especulación se hace mayor si consideramos que el gobierno de México tiene una tradición de ocultar o censurar la información que nos ha hecho a todos desconfiados. Somos el país de los sospechosismos.
En este caso, sin embargo, hay que reconocer al gobierno del presidente Felipe Calderón que ha sido muy abierto en el manejo de la información. Se ha dado a conocer la grabación de las conversaciones entre la torre de control y el piloto del avión. Se han publicado las imágenes de radar que muestran la trayectoria de descenso y el desplome de la aeronave. El secretario de comunicaciones y transportes ha salido constantemente a los medios para ofrecer explicaciones y contestar preguntas. Mucha gente, sin embargo, sigue considerando que se le engaña.
La información disponible hasta este momento no permite descartar la idea de que haya habido un atentado, pero tampoco la hace muy probable. Ningún testigo ha señalado que se haya registrado una explosión en el avión durante su vuelo. Tampoco el radar muestra un estallido. El piloto se mantuvo en comunicación con la torre de control hasta poco antes de que se desplomara la aeronave sin haber lanzado una señal de alarma.
Sabemos que el Learjet se desplomó en picada y no en barrena, esto es, en círculos, lo cual sugiere que se vio succionado por una turbulencia o quizá perdió súbitamente la energía eléctrica de sus dos motores. Una falla mecánica en uno solo de los motores habría provocado que el aparato cayera en barrena.
Aun así, e independientemente de la opinión de los expertos o de los políticos, la idea de que la caída del avión debe haber sido producida por un atentado ha probado ser irresistible para la gente común y corriente. Me doy cuenta de lo anterior por los cientos de llamadas que recibo diariamente en mi programa de radio. No sólo Andrés Manuel López Obrador cree fervientemente en los complots.
En este caso hay la suerte de que el avión contaba con cajas negras, esto es, con dispositivos que grababan conversaciones y movimientos de vuelo, lo cual no es obligatorio en un Learjet como éste. También es afortunado que las cajas hayan sido encontradas en los escombros del percance, lo cual permitirá conocer con más precisión lo que ocurrió en el avión.
El gobierno federal y la PGR, que han atraído las investigaciones, han decidido recurrir a expertos estadounidenses y británicos para que sirvan como peritos. Esto tiene también el propósito de generar confianza. Los mexicanos somos irremediablemente desconfiados ante lo que hagan otros mexicanos.
De momento no parece haber indicios de que la caída del Learjet 45 haya sido producto de un atentado. La última palabra, sin embargo, sólo podrá pronunciarse una vez que se conozcan los dictámenes de los peritos.
Por Sergio Sarmiento
Posr RLB Punto Politico.
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