Se acabó la luna de miel: si como candidato presidencial despertó el entusiasmo en Berlín por representar a los Estados Unidos antibélico, como presidente electo Barack Obama mandó un mensaje perverso: la encargada de la política exterior será la bélica Hillary Clinton que amenazó con invasiones y uso de la guerra a las 3 de la mañana.
Si se entiende la composición del gabinete de Obama, la verdadera vicepresidencia de la nación no estará en el marginado Joe Biden sino en la secretaría de Estado, donde la Hillary Clinton representará los intereses del clintonismo transexenal. Y si lo de menos son las personas, se trata de un modelo tradicional de nación: la reconstrucción del imperio a partir de la economía.
Sin embargo, el verdadero poderío del imperio estará en el equipo de seguridad nacional: Hillary Clinton representará los intereses del imperialismo sobre las demás naciones, el ratificado secretario de Defensa Robert Gates los de la CIA y del complejo militar y en el Tesoro Timothy Geithner tratará de reconstruir el imperio del dólar como hegemónico.
Es decir, Obama se perfila como un nuevo Jimmy Carter: un político ingenuo, con un discurso desmovilizador de las protestas sociales populares contra el dominio imperial de la Casa Blanca y atento sólo a los programas económicos para los pobres, pero en el poder central de los verdaderos intereses hegemónicos de los EU estará en la señora Clinton, a quien le fue entregada la definición de la política exterior de Washington.
Hillary Clinton fue la primera decepción de los seguidores de Obama. Como nunca antes, en los medios hubo un debate abierto para pedirle al presidente electo que no designara a Hillary en la diplomacia. Como parte activa de la política exterior de su esposo, Hillary Clinton participó en la definición y práctica de una diplomacia irresponsable, imperial y sobre todo descuidada.
Uno de los principales ayudantes militares de Bill Clinton, el teniente coronel Robert Buzz Patterson, de la fuerza aérea, publicó en el 2003 un libro de acusaciones para revelar el grado de irresponsabilidad de los Clinton en política exterior. En Dereliction of duty --que podría traducirse libremente como “negligencia en el cumplimiento del deber”--, el ayudante militar reveló cómo Bill Clinton perdió una vez la tarjeta con los códigos del portafolio de la guerra nuclear, prefirió jugar golf a dar la orden de ataque contra Osama Bin Laden y tiró expedientes secretos sin pensar en su grado de peligro.
Hillary Clinton aparece como la operadora de Bill en materia de política exterior. Pero también revela el despilfarro de la señora Clinton en sus viajes al exterior, llegando a veces a llevar comitivas de cientos de personas. El militar Patterson descubrió también que en sus giras en avión Hillary Clinton siempre viajaba con un archivo secreto al que no le quitaba la vista de encima y no se atrevía a dejarlo en la Casa Blanca. Al parecer eran los papeles de los casos de corrupción de los Clinton.
En la campaña, Hillary despreció a Obama porque decía que carecía de valor para ser comandante en jefe. Por eso mandó hacer aquel spot de un teléfono que sonaba a las tres de la mañana en la Casa Blanca y necesitaba responderlo quien tuviera más experiencia en asuntos militares. Obama tenía un concepto menos violento, militarista y agresivo de la política. Por eso logró concentrar muchedumbres que veían en él al encargado de terminar con las prácticas imperiales de Washington. Pero ahora resulta que la política exterior no será manejada por Obama sino por la candidata que quiso mostrarse como inflexible a la hora de apretar el botón nuclear.
El debate sobre la designación fue serio. El articulista Thomas Friedman, experto en política exterior, aconsejó en su columna en el The New York Times que no se le diera el Departamento de Estado a la señora Clinton. Y en ningún momento el debate enfatizó el machismo, sino en la sensibilidad. La peor política exterior de los EU fue con los Clinton. En febrero de 1993, apenas con un mes en el poder, terroristas conectados con Bin Laden estallaron un coche bomba en el estacionamiento de una de las torres del World Trade Center. Y a Clinton le estallaron bombas en embajadas en oriente y Africa, sin que hubiera una diplomacia de respuesta. Eso sí, mostró una debilidad del escudo de seguridad nacional de los EU. Los ataques durante el gobierno de Clinton fortalecieron a Bin Laden y explican los atentados del 11 de septiembre del 2001.
En la Oficina Oval tuvo Bill Clinton información sobre el Proyecto Bojinka, una operación del terrorismo árabe en 1995 para secuestrar decenas de aviones, estallarlos en el aire y usar algunos como misiles para estrellarlos contra edificios estadunidenses, sobre todo la CIA. El proyecto fracasó por un incendio en un departamento en Manila, Filipinas, donde la policía encontró documentos que establecían además el asesinato del Papa Juan Pablo II. A pesar de esos datos, Clinton no hizo nada. Eso sí, bombardeó Afganistán en 1998 para distraer la atención de su escándalo con Mónica Lewinsky. El 9/11 fue derivación de Bojinka.
La presencia de Hillary Clinton en el Departamento de Estado anuncia la vigencia de la diplomacia imperial con Obama, diplomacia agresiva, con intenciones de encumbrar a su titular como próxima candidata presidencia. Y con Gates en Defensa, Obama entonces no hizo más que ratificar el objetivo de restaurar el dominio planetario del imperio estadunidense.
Sin embargo, el verdadero poderío del imperio estará en el equipo de seguridad nacional: Hillary Clinton representará los intereses del imperialismo sobre las demás naciones, el ratificado secretario de Defensa Robert Gates los de la CIA y del complejo militar y en el Tesoro Timothy Geithner tratará de reconstruir el imperio del dólar como hegemónico.
Es decir, Obama se perfila como un nuevo Jimmy Carter: un político ingenuo, con un discurso desmovilizador de las protestas sociales populares contra el dominio imperial de la Casa Blanca y atento sólo a los programas económicos para los pobres, pero en el poder central de los verdaderos intereses hegemónicos de los EU estará en la señora Clinton, a quien le fue entregada la definición de la política exterior de Washington.
Hillary Clinton fue la primera decepción de los seguidores de Obama. Como nunca antes, en los medios hubo un debate abierto para pedirle al presidente electo que no designara a Hillary en la diplomacia. Como parte activa de la política exterior de su esposo, Hillary Clinton participó en la definición y práctica de una diplomacia irresponsable, imperial y sobre todo descuidada.
Uno de los principales ayudantes militares de Bill Clinton, el teniente coronel Robert Buzz Patterson, de la fuerza aérea, publicó en el 2003 un libro de acusaciones para revelar el grado de irresponsabilidad de los Clinton en política exterior. En Dereliction of duty --que podría traducirse libremente como “negligencia en el cumplimiento del deber”--, el ayudante militar reveló cómo Bill Clinton perdió una vez la tarjeta con los códigos del portafolio de la guerra nuclear, prefirió jugar golf a dar la orden de ataque contra Osama Bin Laden y tiró expedientes secretos sin pensar en su grado de peligro.
Hillary Clinton aparece como la operadora de Bill en materia de política exterior. Pero también revela el despilfarro de la señora Clinton en sus viajes al exterior, llegando a veces a llevar comitivas de cientos de personas. El militar Patterson descubrió también que en sus giras en avión Hillary Clinton siempre viajaba con un archivo secreto al que no le quitaba la vista de encima y no se atrevía a dejarlo en la Casa Blanca. Al parecer eran los papeles de los casos de corrupción de los Clinton.
En la campaña, Hillary despreció a Obama porque decía que carecía de valor para ser comandante en jefe. Por eso mandó hacer aquel spot de un teléfono que sonaba a las tres de la mañana en la Casa Blanca y necesitaba responderlo quien tuviera más experiencia en asuntos militares. Obama tenía un concepto menos violento, militarista y agresivo de la política. Por eso logró concentrar muchedumbres que veían en él al encargado de terminar con las prácticas imperiales de Washington. Pero ahora resulta que la política exterior no será manejada por Obama sino por la candidata que quiso mostrarse como inflexible a la hora de apretar el botón nuclear.
El debate sobre la designación fue serio. El articulista Thomas Friedman, experto en política exterior, aconsejó en su columna en el The New York Times que no se le diera el Departamento de Estado a la señora Clinton. Y en ningún momento el debate enfatizó el machismo, sino en la sensibilidad. La peor política exterior de los EU fue con los Clinton. En febrero de 1993, apenas con un mes en el poder, terroristas conectados con Bin Laden estallaron un coche bomba en el estacionamiento de una de las torres del World Trade Center. Y a Clinton le estallaron bombas en embajadas en oriente y Africa, sin que hubiera una diplomacia de respuesta. Eso sí, mostró una debilidad del escudo de seguridad nacional de los EU. Los ataques durante el gobierno de Clinton fortalecieron a Bin Laden y explican los atentados del 11 de septiembre del 2001.
En la Oficina Oval tuvo Bill Clinton información sobre el Proyecto Bojinka, una operación del terrorismo árabe en 1995 para secuestrar decenas de aviones, estallarlos en el aire y usar algunos como misiles para estrellarlos contra edificios estadunidenses, sobre todo la CIA. El proyecto fracasó por un incendio en un departamento en Manila, Filipinas, donde la policía encontró documentos que establecían además el asesinato del Papa Juan Pablo II. A pesar de esos datos, Clinton no hizo nada. Eso sí, bombardeó Afganistán en 1998 para distraer la atención de su escándalo con Mónica Lewinsky. El 9/11 fue derivación de Bojinka.
La presencia de Hillary Clinton en el Departamento de Estado anuncia la vigencia de la diplomacia imperial con Obama, diplomacia agresiva, con intenciones de encumbrar a su titular como próxima candidata presidencia. Y con Gates en Defensa, Obama entonces no hizo más que ratificar el objetivo de restaurar el dominio planetario del imperio estadunidense.
Por Carlos Ramirez.
Post RLB Punto Politico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario