La insistencia en encontrar un sabotaje de tinte político contra la persona de Juan Camilo Mouriño ha dejado de lado otra de las hipótesis importantes de trabajo en el caso del Lear Jet: las graves amenazas de muerte contra el czar antidroga José Luis Santiago Vasconcelos.
Asimismo, la politización ha impedido hacer una indagatoria de la situación conflictiva en las élites dirigentes del narcotráfico, sobre todo en una de sus vertientes que habrían dejado algunos indicios: las disputas en los mandos de las mafias pero sobre todo la decisión de algunos mandos medios del narco de provocar incidentes con los niveles políticos, militares y de gobierno para sacar ventajas en esa desestabilización.
En las indagatorias del caso del Lear Jet debiera incluirse el expediente de los granadazos en Michoacán, su operación, su preparación y sobre todo su demasiado fácil solución. Ahí se detectó el indicio de que la lucha en los liderazgos del narco se estaba dando no sólo al interior de las bandas con las muertes entre ellos, sino en el escenario nacional. Y que algunos capos estaban tratando de meter a las autoridades en el diferendo, pues "alguien" entregó a dos presuntos responsables que carecían, para comenzar, de pericia en el manejo de granadas.
Si un hecho se colocó como indicio de la lucha entre los grandes capos por el control de bandas, territorios e hilos de poder, ése fue sin duda la aprehensión de Jesús El Rey Zambada García, hermano de Ismael El Mayo Zambada, el socio de Joaquín El Chapo Guzmán. A partir del segundo semestre del año se detectaron algunos diferendos en el grupo de El Chapo. Entre ellos se encuentra precisamente el estallamiento de granadas en la ceremonia del Grito de Independencia del 15 de septiembre en Morelia como parte de la lucha entre los capos. Luego vino, casi un mes después, el arresto del Rey Zambada. Los datos en poder de algunos analistas señalan una ruptura entre hermanos y luego entre capos.
La aprehensión del Rey Zambada desequilibró los acuerdos entre narcos, no sólo porque parecía haber un choque entre él y su hermano y con ello presiones en el cártel de El Chapo, sino porque las autoridades encontraron algunas pistas de agresiones irracionales provenientes del grupo del Rey. Estas fricciones en las élites dirigentes provocaron un aumento de la violencia del narco en el Valle de México, donde dominan El Chapo y El Mayo y donde El Rey había asentado su poder, aún por encima de su participación en el cártel del Pacífico.
El desplome del avión Lear Jet con Mouriño y Vasconcelos a bordo se estancó en la tesis del atentado o del sabotaje pero centrado en la persona del secretario de Gobernación. La investigación gubernamental ha dedicado toda su atención a probar la tesis del accidente y a mitigar las críticas contra Mouriño con varios homenajes y reconocimientos. Sin embargo, se ha dejado de lado cualquier indagatoria sobre las amenazas contra Vasconcelos, los intentos de asesinato y la necesidad de sacarlo de la línea de fuego para ponerlo en un cargo de operación de inteligencia.
El problema de crítica política ha querido encontrar la punta de la hebra en la persona del entonces secretario de Gobernación, cuya salida del cargo estaba casi segura para enero, cambiando el ritmo político del gobierno del presidente Calderón y enfriando las versiones sucesorias adelantadas. Las indagatorias periodísticas se han agotado en el problema político dentro del gabinete.
La intención de liquidar a Vasconcelos fue bastante seria, aunque en los niveles del gobierno estuvo desestimada con el argumento de que era lógica por su cargo. Pero Vasconcelos no sólo era el funcionario mexicano de más alto nivel con influencia en Washington, sino que era el que más información poseía de las bandas y sus dirigentes. De ahí que se haya dejado suelta la pista de los problemas de El Rey Zambada con su hermano El Mayo Zambada y los efectos de inestabilidad al interior del cártel del Pacífico.
Las pugnas en el seno del cártel han provocado algunos ataques inesperados. Los granadazos en Morelia y la difusión de decenas de mantas delatoras responden más bien a una severa crisis al interior de los cárteles que a una ofensiva criminal contra el Estado y contra la sociedad. Asimismo, el aumento de choques entre bandas y de muertos entre ellos implica una descomposición interna. Ahora vienen los ataques disfrazados para atraer la atención sobre bandas rivales. Y la siguiente fase sería la delación de funcionarios y policías a sueldo de alguna de las bandas.
La insistencia en el complot contra Mouriño se agotó en menos de dos semanas con la difusión de videos y grabaciones. Es cierto que el grado de baja credibilidad del gobierno --de todos los políticos, en realidad-- ha contribuido a las tesis de la conspiración, pero a la larga han desgastado al gobierno, a los medios y a la opinión pública en versiones con poca consistencia.
De ahí que los expertos en conspiraciones debieran de cerrar el expediente Mouriño y atender su tesis del sabotaje o el derribamiento por el lado de las amenazas contra Vasconcelos y las rupturas al interior de la banda de El Chapo.
En las indagatorias del caso del Lear Jet debiera incluirse el expediente de los granadazos en Michoacán, su operación, su preparación y sobre todo su demasiado fácil solución. Ahí se detectó el indicio de que la lucha en los liderazgos del narco se estaba dando no sólo al interior de las bandas con las muertes entre ellos, sino en el escenario nacional. Y que algunos capos estaban tratando de meter a las autoridades en el diferendo, pues "alguien" entregó a dos presuntos responsables que carecían, para comenzar, de pericia en el manejo de granadas.
Si un hecho se colocó como indicio de la lucha entre los grandes capos por el control de bandas, territorios e hilos de poder, ése fue sin duda la aprehensión de Jesús El Rey Zambada García, hermano de Ismael El Mayo Zambada, el socio de Joaquín El Chapo Guzmán. A partir del segundo semestre del año se detectaron algunos diferendos en el grupo de El Chapo. Entre ellos se encuentra precisamente el estallamiento de granadas en la ceremonia del Grito de Independencia del 15 de septiembre en Morelia como parte de la lucha entre los capos. Luego vino, casi un mes después, el arresto del Rey Zambada. Los datos en poder de algunos analistas señalan una ruptura entre hermanos y luego entre capos.
La aprehensión del Rey Zambada desequilibró los acuerdos entre narcos, no sólo porque parecía haber un choque entre él y su hermano y con ello presiones en el cártel de El Chapo, sino porque las autoridades encontraron algunas pistas de agresiones irracionales provenientes del grupo del Rey. Estas fricciones en las élites dirigentes provocaron un aumento de la violencia del narco en el Valle de México, donde dominan El Chapo y El Mayo y donde El Rey había asentado su poder, aún por encima de su participación en el cártel del Pacífico.
El desplome del avión Lear Jet con Mouriño y Vasconcelos a bordo se estancó en la tesis del atentado o del sabotaje pero centrado en la persona del secretario de Gobernación. La investigación gubernamental ha dedicado toda su atención a probar la tesis del accidente y a mitigar las críticas contra Mouriño con varios homenajes y reconocimientos. Sin embargo, se ha dejado de lado cualquier indagatoria sobre las amenazas contra Vasconcelos, los intentos de asesinato y la necesidad de sacarlo de la línea de fuego para ponerlo en un cargo de operación de inteligencia.
El problema de crítica política ha querido encontrar la punta de la hebra en la persona del entonces secretario de Gobernación, cuya salida del cargo estaba casi segura para enero, cambiando el ritmo político del gobierno del presidente Calderón y enfriando las versiones sucesorias adelantadas. Las indagatorias periodísticas se han agotado en el problema político dentro del gabinete.
La intención de liquidar a Vasconcelos fue bastante seria, aunque en los niveles del gobierno estuvo desestimada con el argumento de que era lógica por su cargo. Pero Vasconcelos no sólo era el funcionario mexicano de más alto nivel con influencia en Washington, sino que era el que más información poseía de las bandas y sus dirigentes. De ahí que se haya dejado suelta la pista de los problemas de El Rey Zambada con su hermano El Mayo Zambada y los efectos de inestabilidad al interior del cártel del Pacífico.
Las pugnas en el seno del cártel han provocado algunos ataques inesperados. Los granadazos en Morelia y la difusión de decenas de mantas delatoras responden más bien a una severa crisis al interior de los cárteles que a una ofensiva criminal contra el Estado y contra la sociedad. Asimismo, el aumento de choques entre bandas y de muertos entre ellos implica una descomposición interna. Ahora vienen los ataques disfrazados para atraer la atención sobre bandas rivales. Y la siguiente fase sería la delación de funcionarios y policías a sueldo de alguna de las bandas.
La insistencia en el complot contra Mouriño se agotó en menos de dos semanas con la difusión de videos y grabaciones. Es cierto que el grado de baja credibilidad del gobierno --de todos los políticos, en realidad-- ha contribuido a las tesis de la conspiración, pero a la larga han desgastado al gobierno, a los medios y a la opinión pública en versiones con poca consistencia.
De ahí que los expertos en conspiraciones debieran de cerrar el expediente Mouriño y atender su tesis del sabotaje o el derribamiento por el lado de las amenazas contra Vasconcelos y las rupturas al interior de la banda de El Chapo.
Por Carlos Ramirez.
Post RLB Punto Politico.
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