Lo hicieron. Ayer jueves por 68 votos contra 45 el Senado de la República rechazó la designación del doctor Carlos Hurtado López como subgobernador del Banco de México.
Invito a los lectores a leer con detenimiento la versión estenográfica de la sesión de ayer en el Senado. Muestra, sin afeites, el contraste entre los mequetrefes que viven del erario y algunos cuantos senadores dignos, valientes, inteligentes y honestos, como Gustavo Madero. Lea el lector los alegatos a favor y en contra de la designación de Hurtado y juzgue a los personajes.
A mí me llamó la atención la patética intervención del senador José Eduardo Calzada Rovirosa, senador de primera minoría (PRI) por Querétaro, hijo de un gobernador de aquél estado (el arquitecto Antonio Calzada Urquiza) y que se ostenta como Secretario de la Comisión de Hacienda del Senado a pesar de que sus conocimientos en materia hacendística se limitan a que cobró del erario en alguna época como empleado privilegiado de las aduanas.
Este sujeto tiene un currículo impresionante: Estudió Administración en la conocidísima y prestigiadísima Universidad del Nuevo Mundo, en Huixquilucan, Estado de México. Más tarde, dice su historial académico, hizo un MBA –costosa pero poco sólida maestría en administración que suelen pagar los papás adinerados a sus hijos poco brillantes– en la Universidad estatal de Nuevo México, en Las Cruces.
Con ese abrumador bagaje de conocimientos de política monetaria (es decir: nada) el señor Calzada Rovirosa tuvo el tupé de argumentar que se oponía a la designación de Hurtado diciendo que el crecimiento del gasto corriente durante 2006 tuvo un impacto decisivo en la inflación registrada ese año. En vano le explicaron los senadores del PAN a este personaje que mentía a sabiendas o mentía por ignorancia insalvable (lo que la naturaleza no da, la Universidad del Nuevo Mundo -of all the places- no lo presta) ya que:
1. El monto y el destino del gasto lo decide la Cámara de Diputados aceptando o modificando la propuesta del Ejecutivo; ni por asomo lo decide el subsecretario de Egresos –que lo fue Hurtado, con un sobresaliente desempeño, de 2000 a 2006- ni el Secretario de Hacienda. Luego entonces, el alegato carece de sustento.
2. Más todavía, el gasto de capital en el mismo periodo en el cual según Calzada el gasto corriente tuvo un crecimiento exorbitante, creció tres veces más (ver el excelente análisis del gasto corriente que hace Adriana Merchant). Ese gasto de capital en su mayor parte se lo llevaron las entidades federativas y se supone que se tradujo –pídanle cuentas a cada gobierno estatal- en hospitales, escuelas, carreteras, caminos, drenajes…
3. Durante el desempeño de Hurtado como subsecretario de Egresos, se registraron de punta a punta –2000 a 2006- los índices inflacionarios más bajos en México de los últimos 36 años.
4. No se lo dijeron pero Calzada ignora –ya que jamás estudió teoría monetaria– que el gasto público sólo puede incidir en una mayor inflación cuando dicho gasto es deficitario (superior a los ingresos públicos) y ese déficit es financiado con emisión monetaria por el banco central. El señor Calzada ignora también que en 2006 las finanzas públicas en México ¡tuvieron superávit!, y que a lo largo del pasado sexenio consistentemente disminuyó el déficit público hasta alcanzar el superávit gracias a la sólida política fiscal de Francisco Gil Díaz y al buen desempeño –negándose a las constantes solicitudes y reclamos de más dinero por parte de multitud de gobernadores, la mayoría priístas, dados al dispendio con recursos federales- de Carlos Hurtado en la Subsecretaria de Egresos.
5. Por si fuese poco la peregrina argumentación de Calzada implicaría –cosa que él ignora por completo– que junto con Hurtado estaría acusando al mismo gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, de haber validado irresponsablemente con emisiones crecientes de dinero los supuestos despilfarros orquestados por Hurtado; de otra forma, señor Calzada, el gasto no tiene repercusiones inflacionarias. Amén de que, como ya señalé, NO HUBO DÉFICIT FISCAL, SINO SUPERÁVIT.
6. Otra cosa que ignora el señor Calzada es que la inflación es un alza generalizada de la totalidad o la mayoría de los precios, no el alza insólita de uno o dos precios –como los del maíz o el azúcar- que impactan en el índice general. También ignora que siempre, por definición aceptada por cualquier economista competente (ya se ve que los administradores egresados de la Universidad del Nuevo Mundo no saben de esto) la inflación es un fenómeno monetario.
7. Por si fuesen pocos los dislates del señor Calzada, argumentó que la relación causal entre gasto e inflación le parecía comprobada ¡por un recorte del periódico La Jornada con unas declaraciones de Guillermo Ortiz sacadas de contexto! (El senador Calzada le llamó al recorte de periódico pomposamente: “documento”). Por lo visto, el señor Calzada ignora también que el Banco de México difunde trimestralmente detallados reportes acerca del comportamiento de los precios y acerca de las causas; si se hubiera tomado la molestia de leer esos reportes –ver en especial el correspondiente al último trimestre de 2006- vería que con toda razón el banco central atribuye el alza en el índice de precios ¡a las distorsiones que algunos precios, como el del azúcar, muestran a causa de que se trata de mercados protegidos!, sabría, si hubiera leído, que tan sólo en el caso del azúcar en México padecemos un precio tres veces más alto que el de los mercados internacionales, ¿por qué? Porque hay que proteger a los cañeros y a los dueños de los ingenios, y ¿a qué partido pertenecen esos personajes? Pues, ¡al PRI!
Podría seguir, pero el personaje no lo merece. Concluyo pues proponiendo el premio del mayor mequetrefe del Senado a José Eduardo Calzada Rovirosa. O tal vez el segundo premio, porque el primero se lo debería llevar su pastor, Manlio Fabio Beltrones. Y para que no se ofendan, señores senadores, les pongo aquí la definición de mequetrefe (ya que seguramente tampoco consultan diccionarios) que es la siguiente:
Hombre entremetido, bullicioso y de poco provecho.
Esos ejemplares, como el preparado Calzada, los mequetrefes, dominan en nuestro Congreso. ¡Que Dios nos ampare!
Invito a los lectores a leer con detenimiento la versión estenográfica de la sesión de ayer en el Senado. Muestra, sin afeites, el contraste entre los mequetrefes que viven del erario y algunos cuantos senadores dignos, valientes, inteligentes y honestos, como Gustavo Madero. Lea el lector los alegatos a favor y en contra de la designación de Hurtado y juzgue a los personajes.
A mí me llamó la atención la patética intervención del senador José Eduardo Calzada Rovirosa, senador de primera minoría (PRI) por Querétaro, hijo de un gobernador de aquél estado (el arquitecto Antonio Calzada Urquiza) y que se ostenta como Secretario de la Comisión de Hacienda del Senado a pesar de que sus conocimientos en materia hacendística se limitan a que cobró del erario en alguna época como empleado privilegiado de las aduanas.
Este sujeto tiene un currículo impresionante: Estudió Administración en la conocidísima y prestigiadísima Universidad del Nuevo Mundo, en Huixquilucan, Estado de México. Más tarde, dice su historial académico, hizo un MBA –costosa pero poco sólida maestría en administración que suelen pagar los papás adinerados a sus hijos poco brillantes– en la Universidad estatal de Nuevo México, en Las Cruces.
Con ese abrumador bagaje de conocimientos de política monetaria (es decir: nada) el señor Calzada Rovirosa tuvo el tupé de argumentar que se oponía a la designación de Hurtado diciendo que el crecimiento del gasto corriente durante 2006 tuvo un impacto decisivo en la inflación registrada ese año. En vano le explicaron los senadores del PAN a este personaje que mentía a sabiendas o mentía por ignorancia insalvable (lo que la naturaleza no da, la Universidad del Nuevo Mundo -of all the places- no lo presta) ya que:
1. El monto y el destino del gasto lo decide la Cámara de Diputados aceptando o modificando la propuesta del Ejecutivo; ni por asomo lo decide el subsecretario de Egresos –que lo fue Hurtado, con un sobresaliente desempeño, de 2000 a 2006- ni el Secretario de Hacienda. Luego entonces, el alegato carece de sustento.
2. Más todavía, el gasto de capital en el mismo periodo en el cual según Calzada el gasto corriente tuvo un crecimiento exorbitante, creció tres veces más (ver el excelente análisis del gasto corriente que hace Adriana Merchant). Ese gasto de capital en su mayor parte se lo llevaron las entidades federativas y se supone que se tradujo –pídanle cuentas a cada gobierno estatal- en hospitales, escuelas, carreteras, caminos, drenajes…
3. Durante el desempeño de Hurtado como subsecretario de Egresos, se registraron de punta a punta –2000 a 2006- los índices inflacionarios más bajos en México de los últimos 36 años.
4. No se lo dijeron pero Calzada ignora –ya que jamás estudió teoría monetaria– que el gasto público sólo puede incidir en una mayor inflación cuando dicho gasto es deficitario (superior a los ingresos públicos) y ese déficit es financiado con emisión monetaria por el banco central. El señor Calzada ignora también que en 2006 las finanzas públicas en México ¡tuvieron superávit!, y que a lo largo del pasado sexenio consistentemente disminuyó el déficit público hasta alcanzar el superávit gracias a la sólida política fiscal de Francisco Gil Díaz y al buen desempeño –negándose a las constantes solicitudes y reclamos de más dinero por parte de multitud de gobernadores, la mayoría priístas, dados al dispendio con recursos federales- de Carlos Hurtado en la Subsecretaria de Egresos.
5. Por si fuese poco la peregrina argumentación de Calzada implicaría –cosa que él ignora por completo– que junto con Hurtado estaría acusando al mismo gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, de haber validado irresponsablemente con emisiones crecientes de dinero los supuestos despilfarros orquestados por Hurtado; de otra forma, señor Calzada, el gasto no tiene repercusiones inflacionarias. Amén de que, como ya señalé, NO HUBO DÉFICIT FISCAL, SINO SUPERÁVIT.
6. Otra cosa que ignora el señor Calzada es que la inflación es un alza generalizada de la totalidad o la mayoría de los precios, no el alza insólita de uno o dos precios –como los del maíz o el azúcar- que impactan en el índice general. También ignora que siempre, por definición aceptada por cualquier economista competente (ya se ve que los administradores egresados de la Universidad del Nuevo Mundo no saben de esto) la inflación es un fenómeno monetario.
7. Por si fuesen pocos los dislates del señor Calzada, argumentó que la relación causal entre gasto e inflación le parecía comprobada ¡por un recorte del periódico La Jornada con unas declaraciones de Guillermo Ortiz sacadas de contexto! (El senador Calzada le llamó al recorte de periódico pomposamente: “documento”). Por lo visto, el señor Calzada ignora también que el Banco de México difunde trimestralmente detallados reportes acerca del comportamiento de los precios y acerca de las causas; si se hubiera tomado la molestia de leer esos reportes –ver en especial el correspondiente al último trimestre de 2006- vería que con toda razón el banco central atribuye el alza en el índice de precios ¡a las distorsiones que algunos precios, como el del azúcar, muestran a causa de que se trata de mercados protegidos!, sabría, si hubiera leído, que tan sólo en el caso del azúcar en México padecemos un precio tres veces más alto que el de los mercados internacionales, ¿por qué? Porque hay que proteger a los cañeros y a los dueños de los ingenios, y ¿a qué partido pertenecen esos personajes? Pues, ¡al PRI!
Podría seguir, pero el personaje no lo merece. Concluyo pues proponiendo el premio del mayor mequetrefe del Senado a José Eduardo Calzada Rovirosa. O tal vez el segundo premio, porque el primero se lo debería llevar su pastor, Manlio Fabio Beltrones. Y para que no se ofendan, señores senadores, les pongo aquí la definición de mequetrefe (ya que seguramente tampoco consultan diccionarios) que es la siguiente:
Hombre entremetido, bullicioso y de poco provecho.
Esos ejemplares, como el preparado Calzada, los mequetrefes, dominan en nuestro Congreso. ¡Que Dios nos ampare!
Por Juan Pablo Roiz
RLB Punto Politico
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