Globalifóbicos, APPO y Noroña,
Simbolos Dominados por la impotencia ideológica,
grupos de la izquierda mexicana cruzaron ayer
la delgada línea roja que divide el planteamiento de
opciones de los comportamientos fascistoides.
La violencia en las calles del DF y Mérida
demostró que la izquierda carece
de una oferta alternativa.
Al final, los extremos se juntan. La violencia que define las conductas imperiales de los Estados Unidos es la misma violencia de los grupos opositores incapaces de definir una opción política y democrática. Y como ocurre usualmente, las violencias de justifican mutuamente: la imperial siempre existirá en tanto que la opositora de la izquierda irracional opte por el choque.
El problema de fondo fue que la visita de George Bush demostró que la izquierda carece de propuestas. La izquierda se mostró fragmentada: la representación en el Congreso se agotó en adjetivos que buscaron solamente ofender al visitante, la globalifóbica no dio más que para los golpes irracionales que provocaron la violencia policiaca de respuesta y la cómica se lució con Gerardo Fernández Noroña como metáfora del PRD.
La violencia sin ideas es una forma de fascismo. Por tanto, afecta a la derecha expoliadora y a la izquierda lobotomizada por el fracaso ideológico en la URSS. A ese nivel ha caído la izquierda mexicana, incapaz de definir argumentaciones. ¿Dónde quedaron aquellas posiciones radicales, a veces dogmáticas, pero siempre reflexivas del Partido Comunista Mexicano frente a los Estados Unidos? Hoy la izquierda perredista quedó retratada en la imagen de Fernández Noroña y siete --en efecto, sólo siete-- simpatizantes cargados por policías.
Los focos rojos de la fascistización de la izquierda mexicana han estado encendidos en los últimos años: la violenta experiencia de la Comuna de la APPO en Oaxaca y la violación grave y criminal de los derechos ciudadanos y civiles de los oaxaqueños, las violentas movilizaciones en el DF para oponerse a decisiones gubernamentales y los fascios violentos del martes en Mérida y el DF y sus afanes destructivos.
La violencia prueba, por si hiciera falta, la ausencia de ideas y la incapacidad para definir y proponer una opción.
La izquierda mexicana hace tiempo que abandonó su conformación proletaria y popular y ahora aparece dominada por el lumpen bonapartista. Esa izquierda perdió la brújula del socialismo y se agotó en el populismo lopezobradorista-chavista. Es la izquierda lumpen que instaló el plantón en el corredor Zócalo-Periférico, la izquierda fascistoide y represiva que irrumpió en la presentación del libro de Carlos Tello Díaz porque reveló la aceptación de la derrota por López Obrador, la izquierda violenta que choca con la policía en busca de la auto victimización y la izquierda fascista que sustituyó a Marx por las patadas y las bombas molotov.
En el fondo, la violencia de la izquierda es una aceptación tácita del colapso del pensamiento crítico. Si la izquierda lumpen no tiene más argumentos que el estallamiento de la violencia como forma de evitar las expresiones de los adversarios, entonces esa izquierda se ha quedado francamente sin argumentos y por tanto no puede representar una opción.
La violencia de los seguidores de López Obrador sería un adelanto del México perredista en el gobierno si gana las elecciones: no un gobierno democrático sino la imposición dictatorial, por la vía de la violencia, de las decisiones del poder.
La violencia no puede sustituir a las ideas: simplemente, las niega, las excluye, las anula. La política del gobierno de Calderón hacia los Estados Unidos y Bush tiene muchas deficiencias criticables; y la conducta imperial de la Casa Blanca hacia Irak y el mundo también es censurable y, peor aún, condenable por absurda, irracional y criminal. Pero responder con violencia es una forma de bushizar el pensamiento crítico de la izquierda.
El vacío ideológico de la izquierda ha sido llenado con los comportamientos de Fernández Noroña --representante de López Obrador, hasta hace poco vocero del PRD y hoy secretario de prensa-- que rayan en la comicidad. Pero el problema de fondo es que dibujan de cuerpo entero la impotencia ideológica y política de la izquierda. Noroña sustituyó a Cota, a Carlos Navarrete y a Javier González Garza y fue la imagen del PRD y de la izquierda mexicana.
Cuando el fascismo comenzó a entronizarse en Argentina en los setenta, una revista dio el grito de avance con una portada provocadora: “¡¡¡rompan todo!!!” La conducta globalifóbica de grupos radicales se asemeja a los argentinos que promovieron la violencia como protesta. En el caso de los appos en Oaxaca y en las protestas contra Bush en Mérida y el DF prevaleció el rompan todo. Pero dejó la sensación negativa de que la izquierda carece de una propuesta alternativa y que esos grupos violentos radicales proponen ese mundo como posible.
Frente al mundo de Bush, la izquierda mexicana presentó el modelo Noroña. Así de grave es la crisis del pensamiento político del PRD y de la izquierda.
Por Carlos Ramírez
RLB Punto Politico
Por Carlos Ramírez
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