martes, 4 de septiembre de 2007

Reforma Electoral para PRI 2012

IFE como la CFE de Bartlett en 88

1.- La reforma electoral pactada por los coordinadores de las bancadas legislativas resultó un parto de los montes. No va a reformar al Estado sino que lleva la malvada intención de restaurar el Estado priísta.
2.- El pecado de origen radica en el hecho de que esa reforma electoral lleva la marca priísta para el 2012. Por eso el eje de la reforma radica no tanto en el despido de los consejeros electorales sino en el mensaje perverso de que ya no habrá autonomía de organismos electorales. Con un IFE como la Comisión Federal Electoral de Manuel Bartlett en 1988, el PRI nunca hubiera perdido la presidencia de la república. Por eso la reforma electoral busca la restauración de la CFE bartlista.
3.- Por tanto, la reforma electoral estará contaminada con la decisión de terminar con la autonomía electoral. Ahora los consejeros deberán estar sometidos a los partidos en el Congreso. Al debilitar al IFE, la reforma electoral se convertirá en una contrarreforma.
4.- Hasta ahora no hay alguna acusación concreta contra el consejo general del IFE, pero los quieren despedir como trabajadoras domésticas. A eso se reduce justamente la reforma electoral pactada que hoy será enaltecida en incienso en el Senado. Se trató de satisfacer el rencor vivo de López Obrador por haber perdido las elecciones. El tabasqueño busca culpar a alguien. Por eso la reforma debía incluir un transitorio: que el triunfador de la próxima elección presidencial será anunciado por López Obrador.
5.- Más que un sistema democrático de instituciones, la reforma electoral regresa y refuerza el perverso sistema de partidocracia. Los partidos se convierten en la autoridad superior a las autoridades electorales. De ahí que el relevo de los consejeros del IFE se haya hecho como castigo y no como parte de una reforma electoral mayor.
6.- La partidocracia evitó, por tanto, una reforma electoral que someta a más controles a los partidos. Los potenciales próximos consejeros del IFE ya habrían de recibir el mensaje: o se someten a los caprichos de los partidos o habrán de ser relevados también.
7.- A la reforma electoral le faltó controlar a los partidos. Por ejemplo, regresar a la votación individual por partidos aún en coaliciones o alianzas, a fin de terminar con el negocio actual de las coaliciones a cambio de un porcentaje de votos que le asegure a los partidos chicos su cuota de poder. Hoy los partidos chicos no se despeinan en hacer campaña porque los grandes les compran su alianza con un porcentaje de votos.
8.- La reforma electoral actual va a disminuir facultades de autoridad al IFE en materia de supervisión de gastos, justo cuando las multas son multimillonarias porque los partidos incorporan dinero oscuro a las campañas. Por eso justamente los partidos quieren que el IFE ya no husmee las cuentas. Ahí está el caso del PRD y una factura falsificada para comprobar gastos. Por eso el PRD apoya la reforma que acota la autoridad del IFE.
9.- La reforma se apresuró por cuestiones de tiempo político. Formó parte de un reparto de espacios de poder: al aprobarla al filo de agosto, el PRI se quedó con la propiedad de la reforma electoral, mientras al PAN le dejaron la reforma fiscal. El PRD, como siempre, perdió por falta de malicia. Y no le quedó más que subordinarse al dominio de la bancada priísta en el Senado. Por eso sin duda la reforma electoral incluyó las demandas del PRD, aún una que pervertirá el sentido de las elecciones, la del conteo voto por voto.
10.- La negociación de la reforma electoral se dio entre precandidatos presidenciales: el priísta Manlio Fabio Beltrones, los seguidores de los Chuchos del PRD y el aspirante panista Santiago Creel. Por eso la reforma se hizo en el Congreso y no --como debió de haber sido-- entre partidos. Así que la reforma electoral está envenenada por el 2012.
11.- En este contexto, la reforma electoral no formará parte de una verdadera reforma del Estado. Al menos que el objetivo de la bancada priísta en el Senado haya sido la restauración del Estado priísta. Una verdadera reforma del Estado en materia electoral hubiera dado más autonomía al IFE y hubiera tomado el paso audaz de sacar a los partidos del IFE para constituir un poder electoral sin contaminación partidista.
12.- El gran salto cualitativo de la reforma electoral de 1996 fue la autonomía del IFE, en aquel entonces dependiente del secretario de Gobernación como presidente del Instituto. Hoy el verdadero poder electoral quedaría en los partidos fuertes en el Congreso, los tres dañados por los castigos impuestos en el IFE en contra de sus mañas electorales. Con la salida de los actuales consejeros, el IFE habrá perdido su autonomía.
13.- Queda la certeza de que el PRI impuso el principio Manuel Bartlett de su política electoral: quien organiza las elecciones en quien las gana.
14.- Las bancadas legislativas que redactaron la reforma electoral partieron de un modelo perverso: cómo satisfacer a todos los partidos. Por tanto, la estructura electoral que se apruebe no va a responder a la necesidad de avanzar en la construcción de instituciones realmente democráticas sino que será producto de los intereses de los partidos.
15.- Con esa reforma electoral, la reforma del Estado será regresiva, restauradora y priísta.

Por Carlos Ramirez.
Post Punto Politico.

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