Parece que hasta los “chuchos” están espantados con el arengue de López. Sólo espero que el gobierno de Calderón ahora sí haga su chamba: protegernos de esa minoría violenta que quiere secuestrarnos y mantenernos eternamente en el subdesarrollo económico.
Ya hace algunos meses advertí en este espacio el serio peligro que representan lo que denomino “los enemigos de México”, o para ser más precisos, los “enemigos de los mexicanos”.
Lamentablemente el tiempo me ha dado la razón. Como quisiera en este artículo analizar la mediocre iniciativa de reforma energética que envió el Ejecutivo al Congreso. No puedo. Me lo impiden los violentos.
Sí, no encuentro otra palabra, los violentos, esa rancia izquierda mexicana que representa el PRD. Vamos, para ser justos, la parte estalinista populista que encabeza López Obrador. La parte más negociadora, la de los llamados “chuchos,” ya fue hecha a un lado mediante el fraude descarado que se le hizo a Jesús Ortega. López consumó su golpe, se apropió de su partido y ahora lo quiere hacer con un poder del Estado, y de paso, claro, tomarnos de rehenes a los mexicanos.
Y es que es una vil mentira, a esa rancia izquierda que encabeza López no le interesa debatir. Sólo hay que ver las estupideces y mentiras que dice López cuando va a algún medio a, según él, debatir. No, no seamos ingenuos, a esa izquierda estalinista antidemocrática (perdón por el pleonasmo), sólo le interesa el poder, para llegado el caso, imponer su dogmatismo a todos los mexicanos e instaurar un régimen comunista al más puro estilo chavista, que elimine de tajo a todos los opositores, a todos los disidentes del régimen.
El secuestro y amago del Congreso por parte de la fauna lópezobradorista no es más que una pequeña muestra de la tiranía que llevan dentro López y compañía.
Priístas y panistas no deben permitirlo. No se trata de cambiarse de sede para legislar; es el acto, es el acto de cerrar arbitrariamente un espacio que es pagado por los contribuyentes (al final de cuentas ciudadanos representados). Se trata del secuestro de un poder cuyo mandato es operar y legislar a favor de los intereses de los mexicanos, no a favor de los intereses de unos cuantos y menos a favor de esa anacrónica izquierda perredista.
Pero analicemos algunos de los dogmas peligrosos de los violentos:
- El Estado está por encima de los ciudadanos.
- La propiedad de los particulares no importa, lo importante es el “bien común”.
- El Estado debe tratar a los ciudadanos como niños, pues éstos no son responsables.
- El Estado debe controlar, coordinar, orientar a toda la actividad económica, pues el modo de producción capitalista es “anárquico”.
- El libre comercio es dañino para los productores nacionales. Los consumidores no importan.
- El Estado debe controlar todos los recursos naturales. Los particulares son un peligro.
- El Estado debe educar y cuidar la salud de la mayoría (sería ideal a todos) de los mexicanos.
- La democracia liberal es apestosa y burguesa.
- Los mejores estadistas de la historia son Stalin y Lenin, y el más grande pensador de todos los tiempos es Karl Marx (dudo mucho que la mayoría izquierdista que tanto lo nombra lo haya leído. En el mejor de los casos tal vez sólo leyeron algunos panfletos de Bujarin).
Los puntos dogmáticos anteriores sólo llevaron al desastre a docenas de naciones que vivieron bajo la esclavitud de la dictadura comunista. Llevaron a la muerte a millones de seres humanos. ¿De qué nos sorprende entonces la violencia de la fauna lopezobradorista? No, López y sus secuaces toman los puntos anteriores como una religión. Ya están dogmatizados, no hay debate que valga, no hay nada que hacer, sólo la aplicación estricta de la ley para frenar a estos violentos.
Y hay que hacer uso estricto de la ley porque estos violentos, tal como lo temíamos, están bloqueando calles, asaltando al Congreso, atacando a medios de comunicación que no comulgan con sus puntos de vista, gritando y amagando a la gente que compra en los centros comerciales, dejando a niños sin clases, cerrando universidades, exigiendo aumentos salariales estratosféricos, queriendo imponer a todos su punto de vista, señalando como enemigos a quien piensa distinto de ellos, enviando de carne de cañón a mujeres y niños, ahí están, tal como lo temíamos, los violentos queriendo esclavizarnos a todos los mexicanos.
Tal vez lo mejor que podría pasar es ya que la izquierda mexicana se escinda y por un lado queden los estatistas socialdemócratas (por lo menos son demócratas) y los comunistas que añoran la hoz y el martillo. Sí, ojalá que ya López y sus secuaces se quiten de una vez por todas la máscara y nos permitan ver a los mexicanos sus verdaderas negras intenciones.
Por lo pronto, parece que hasta los “chuchos” están espantados con el arengue de López. Sólo espero que el gobierno de Calderón ahora sí haga su chamba: protegernos de esa minoría violenta que quiere secuestrarnos y mantenernos eternamente en el subdesarrollo económico. Por el bien de los mexicanos que así sea.
Lamentablemente el tiempo me ha dado la razón. Como quisiera en este artículo analizar la mediocre iniciativa de reforma energética que envió el Ejecutivo al Congreso. No puedo. Me lo impiden los violentos.
Sí, no encuentro otra palabra, los violentos, esa rancia izquierda mexicana que representa el PRD. Vamos, para ser justos, la parte estalinista populista que encabeza López Obrador. La parte más negociadora, la de los llamados “chuchos,” ya fue hecha a un lado mediante el fraude descarado que se le hizo a Jesús Ortega. López consumó su golpe, se apropió de su partido y ahora lo quiere hacer con un poder del Estado, y de paso, claro, tomarnos de rehenes a los mexicanos.
Y es que es una vil mentira, a esa rancia izquierda que encabeza López no le interesa debatir. Sólo hay que ver las estupideces y mentiras que dice López cuando va a algún medio a, según él, debatir. No, no seamos ingenuos, a esa izquierda estalinista antidemocrática (perdón por el pleonasmo), sólo le interesa el poder, para llegado el caso, imponer su dogmatismo a todos los mexicanos e instaurar un régimen comunista al más puro estilo chavista, que elimine de tajo a todos los opositores, a todos los disidentes del régimen.
El secuestro y amago del Congreso por parte de la fauna lópezobradorista no es más que una pequeña muestra de la tiranía que llevan dentro López y compañía.
Priístas y panistas no deben permitirlo. No se trata de cambiarse de sede para legislar; es el acto, es el acto de cerrar arbitrariamente un espacio que es pagado por los contribuyentes (al final de cuentas ciudadanos representados). Se trata del secuestro de un poder cuyo mandato es operar y legislar a favor de los intereses de los mexicanos, no a favor de los intereses de unos cuantos y menos a favor de esa anacrónica izquierda perredista.
Pero analicemos algunos de los dogmas peligrosos de los violentos:
- El Estado está por encima de los ciudadanos.
- La propiedad de los particulares no importa, lo importante es el “bien común”.
- El Estado debe tratar a los ciudadanos como niños, pues éstos no son responsables.
- El Estado debe controlar, coordinar, orientar a toda la actividad económica, pues el modo de producción capitalista es “anárquico”.
- El libre comercio es dañino para los productores nacionales. Los consumidores no importan.
- El Estado debe controlar todos los recursos naturales. Los particulares son un peligro.
- El Estado debe educar y cuidar la salud de la mayoría (sería ideal a todos) de los mexicanos.
- La democracia liberal es apestosa y burguesa.
- Los mejores estadistas de la historia son Stalin y Lenin, y el más grande pensador de todos los tiempos es Karl Marx (dudo mucho que la mayoría izquierdista que tanto lo nombra lo haya leído. En el mejor de los casos tal vez sólo leyeron algunos panfletos de Bujarin).
Los puntos dogmáticos anteriores sólo llevaron al desastre a docenas de naciones que vivieron bajo la esclavitud de la dictadura comunista. Llevaron a la muerte a millones de seres humanos. ¿De qué nos sorprende entonces la violencia de la fauna lopezobradorista? No, López y sus secuaces toman los puntos anteriores como una religión. Ya están dogmatizados, no hay debate que valga, no hay nada que hacer, sólo la aplicación estricta de la ley para frenar a estos violentos.
Y hay que hacer uso estricto de la ley porque estos violentos, tal como lo temíamos, están bloqueando calles, asaltando al Congreso, atacando a medios de comunicación que no comulgan con sus puntos de vista, gritando y amagando a la gente que compra en los centros comerciales, dejando a niños sin clases, cerrando universidades, exigiendo aumentos salariales estratosféricos, queriendo imponer a todos su punto de vista, señalando como enemigos a quien piensa distinto de ellos, enviando de carne de cañón a mujeres y niños, ahí están, tal como lo temíamos, los violentos queriendo esclavizarnos a todos los mexicanos.
Tal vez lo mejor que podría pasar es ya que la izquierda mexicana se escinda y por un lado queden los estatistas socialdemócratas (por lo menos son demócratas) y los comunistas que añoran la hoz y el martillo. Sí, ojalá que ya López y sus secuaces se quiten de una vez por todas la máscara y nos permitan ver a los mexicanos sus verdaderas negras intenciones.
Por lo pronto, parece que hasta los “chuchos” están espantados con el arengue de López. Sólo espero que el gobierno de Calderón ahora sí haga su chamba: protegernos de esa minoría violenta que quiere secuestrarnos y mantenernos eternamente en el subdesarrollo económico. Por el bien de los mexicanos que así sea.
Por Godofredo Rivera.
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