Si en el debate sobre la modernización de Petróleos Mexicanos era necesaria la participación de la izquierda como espacio de compensación política progresista, resultó al final que el PRD de López Obrador prefirió el camino de la confrontación y la gritería callejera.
Los perredistas habrán perdido nuevamente otra oportunidad de crear un espacio progresista ante el avance de los sectores conservadores.López Obrador y el PRD han confirmado que carecen de una visión de futuro. La iniciativa de reforma energética de Calderón se localiza en un espacio más allá del petróleo: representa la oportunidad política y social para redefinir el modelo progresista de nación, sin cerrarse a los reacomodos internacionales del capital.
El comportamiento del PRD de López Obrador es extraño. Su objetivo no es la definición de una opción de gobierno o de un modelo de desarrollo o de una línea ideológica. Al contrario: su estrategia se agota sólo en la conquista tumultuaria de espacios políticos y en provocar la consolidación de la alianza PRI-PAN. Pero una vez avanzado en ambos niveles, López Obrador y el PRD se quedan sin horizonte político.
En este contexto, la participación del PRD en el debate sobre la reformas energética buscará tan sólo crear las condiciones para su desaprobación. Es decir, que el PRD nada más quiere reventar la reforma energética de Calderón como parte de su estrategia de largo plazo de provocar la derrota y caída del gobierno de Calderón. Por tanto, con estos objetivos nada tiene que PRD que hacer en el debate energético.
Pero la reforma energética se presenta como el parteaguas de la transición democrática mexicana. Implica entrarle, aunque sea con timidez, a la redefinición del Estado, al replanteamiento de la empresa paraestatal y a la oportunidad de regresar al modelo de economía mixta que desvirtuó el modelo echeverrista-lopezportillista del capitalismo monopolista de Estado. Pemex es, hasta ahora, la definición del sector público y del Estado priístas. Por tanto, la modernización de Pemex tendrá que conducir al reacomodo de los sectores productivos.
Asimismo, la reorganización de Pemex y el relanzamiento del petróleo como factor del desarrollo tendrán que derivar en la definición justamente del nuevo modelo de desarrollo. Pemex no es solamente la propiedad, la extracción y la exportación de petróleo, sino que implica qué desarrollo requiere el país: el capitalismo con acumulación privada o el desarrollo con equilibrio social.
El petróleo debe servir para financiar el modelo de desarrollo social de México.
La estridencia del PRD y los engaños del PRI no deben olvidar que Pemex llegó a una situación de quiebra por los manejos populistas priístas que hoy quiere revivir el PRD. Y que el petróleo no sirvió para promover el desarrollo social porque los gobiernos priístas, donde trabajaron casi todos los perredistas de hoy, la usaron para su propio beneficio: ahí está el sindicato de Pemex como sinónimo de corrupción y saqueo y ahí están las corruptelas de funcionarios de la paraestatal.
Por eso la iniciativa de reorganización de Pemex de Calderón debe ser la gran oportunidad para debatir la transición del modelo de desarrollo priísta al modelo de desarrollo social. Sólo que la izquierda va por la venganza contra Calderón. Pero al final, la derrota no será para el PRD sino que será un nuevo fracaso político de la izquierda.
La estridencia del PRD y los engaños del PRI no deben olvidar que Pemex llegó a una situación de quiebra por los manejos populistas priístas que hoy quiere revivir el PRD. Y que el petróleo no sirvió para promover el desarrollo social porque los gobiernos priístas, donde trabajaron casi todos los perredistas de hoy, la usaron para su propio beneficio: ahí está el sindicato de Pemex como sinónimo de corrupción y saqueo y ahí están las corruptelas de funcionarios de la paraestatal.
Por eso la iniciativa de reorganización de Pemex de Calderón debe ser la gran oportunidad para debatir la transición del modelo de desarrollo priísta al modelo de desarrollo social. Sólo que la izquierda va por la venganza contra Calderón. Pero al final, la derrota no será para el PRD sino que será un nuevo fracaso político de la izquierda.
Por Carlos Ramirez.
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