lunes, 1 de octubre de 2007

Los subsidios de Ebrard

Claramente Ebrard está utilizando el dinero público para tratar de cumplir su sueño de ser presidente de la república. Por su parte, el Distrito Federal seguirá siendo la entidad del país con el desempleo más elevado.
En el más viejo estilo político, los subsidios a personas mayores y madres solteras del GDF compran lealtades electorales invaluables. Lo mismo hará, por supuesto, el subsidio a los desempleados. Claramente Ebrard está utilizando el dinero público para tratar de cumplir su sueño de ser presidente de la república. Por su parte, el Distrito Federal seguirá siendo la entidad del país con el desempleo más elevado.

Si a base de subsidios se pudiera construir la prosperidad de una economía, la ciudad de México estaría ya en camino de ingresar al primer mundo.

Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el gobierno del Distrito Federal empezó a repartir subsidios a las personas de la tercera edad sin importar su ingreso así como a las madres solteras. Ahora, en su primer informe de gobierno, el 17 de septiembre, su sucesor, Marcelo Ebrard, ha anunciado la creación de un “seguro” de desempleo, que es más bien un simple subsidio, ya que no se crea un fondo para cubrir contingencias futuras como ocurre en el caso de los seguros.

No es éste el único programa de gasto populista del jefe de gobierno Ebrard. Su decisión de establecer playas artificiales en la ciudad durante el verano y ahora unas pistas de hielo en plazas públicas, incluido el Zócalo, en el invierno van en el mismo sentido.

Estos programas de gasto parecerían señalar que la ciudad de México ha dejado atrás sus problemas tradicionales y hoy debe buscar maneras de administrar la abundancia. El problema es que el sistema de drenaje se encuentra a punto de ser rebasado por las lluvias, no llega agua a muchos lugares del oriente de la ciudad, la inseguridad es enorme y faltan infraestructura vial y transporte público en muchos puntos de la ciudad. El Distrito Federal, de hecho, es la entidad del país que registra el desempleo más elevado.

Nadie pone en duda la popularidad de los programas que ha venido aplicando el gobierno. En el más viejo estilo político, los subsidios a personas mayores y madres solteras compran lealtades electorales invaluables. Lo mismo hará, por supuesto, el subsidio a los desempleados, si bien solamente algunos de los 240 mil desempleados de la ciudad recibirán esta dádiva, para la cual se requerirá que la persona haya estado empleada antes en la economía formal. Claramente Ebrard está utilizando el dinero público para tratar de cumplir su sueño de ser presidente de la república.

El problema es que todo este gasto ni genera empleos ni infraestuctura para el futuro. Las sociedades ya prósperas pueden darse el lujo de dedicar una porción significativa de su ingreso para este tipo de subsidios, con el fin de reducir desigualdades sociales o evitar que algunas personas caigan en situaciones de pobreza extrema. Pero la experiencia nos dice que el simple hecho de repartir dinero de los contribuyentes no permite un desarrollo económico o social. El gobierno perredista del Distrito Federal no está haciendo más que malgastar recursos en subsidios que idealmente deberían utilizarse para la inversión con el fin de generar un mayor crecimiento económico y una mayor prosperidad para todos.

Ya los chinos antiguos entendían perfectamente los problemas de este tipo de actitud. En un viejo adagio señalaban: “Si quieres ayudar a un pobre un día, regálale un pescado para comer. Si quieres ayudarlo para siempre, dale una caña y enséñalo a pescar.” Esta sabiduría tradicional, sin embargo, parece más allá de la comprensión del gobierno del Distrito Federal.

Por Sergio Sarmiento.
Post RLB Punto Politico.

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