la mano “comisionada” para la “paz” jugó un doble juego: armar conflictos y trifulcas
y luego intermediar para desactivarlos,
con lo que su “intermediación” le permitía cobrar facturas, que salieron muy caras en el DF
y en el país, tal como el alzamiento del EZLN en 1994
Estos días muchos preguntan ¿quién fue responsable de las explosiones en el DF?, a la par de especulaciones de todo género, unos exigirán que encuentre y castigue al responsable y casi todos repudiaremos la violencia.
Sólo los observadores y lectores más hábiles coincidirán que se trata de una mano (facción de poder) que se sirve y beneficia con la generalización de una percepción de inestabilidad política.
La lectura más sagaz entonces apunta a descifrar a quién sirve la configuración, a partir de opiniones, de un escenario de confrontación y encono, justo cuando empezará el segundo gobierno encabezado por el PAN y luego de la primera alternancia política en la naciente democracia mexicana.
A estas alturas, la pregunta no es quiénes han sembrado división y despertado resentimientos entre los mexicanos, pues eso es evidente, sino ¿quiénes se benefician de que se perciba violencia, convulsión y zozobra en la calle? No se trata del discurso incendiario de AMLO, como sospecha el gobernador de Tabasco según acaba de declarar a propósito de las detonaciones en las instalaciones del TRIFE, del PRI y del ScotiaBank.
Tampoco funciona enderezar la culpa al PAN como supone el ingenuo vocero del PRD, creyendo que así se confirmaría que tampoco fue ese partido, que ha sido efectivamente promotor y ha auspiciado un clima de confrontación social y política.
Por eso no reconocerán que tienen al enemigo en casa y durmieron en los campamentos del Zócalo con el letal autor de una más de sus perversas maniobras para sembrar caos y esconder la mano.
¿A quien beneficia intimidar al TRIFE, justo cuando resolverá las inconformidades electorales en Tabasco, simular revancha contra uno de los bancos salvados por FOBAPROA y, simultáneamente, al PRI? Detrás de las bombas y demás conatos para producir percepción de zozobra y confusión, podría estar la mano del maquiavélico y perverso “pacificador” que sabe cómo tratar y “acordar” con grupos violentos extremistas, auspiciarlos y protegerlos para que no sean identificados, perseguidos y encarcelados.
La mano de un despechado, como el trapecista político que Salinas eliminó como sucesor a la presidencia cuando escogió al finado Luis Donaldo, tras orquestar toda suerte de conflictos al gabinete salinista y a los gobernadores durante ese sexenio a fin de desplazarlos de la sucesión, ostentándose el único capaz de “negociar”, incluso con “guerrilleros”, que por cierto ya habían puesto explosivos en un centro comercial en el DF.
Obstinado con llegar a la cúspide del poder, la mano “comisionada” para la “paz” jugó un doble juego: armar conflictos (trifulcas) y luego intermediar para desactivarlos, con lo que su “intermediación” le permitía cobrar facturas, que salieron muy caras en el DF y en el país, tal como el alzamiento del EZLN en 1994, luego de “clientelar” la marginación, crear mercenarios subversivos y hacerse valer porque “olfateaba” amenazas de desestabilización antes que otros y estaba “llamado” a desactivarlas.
Se trata de la misma mano que, sin resignarse a perder la aspiración de sentarse en la silla presidencial, la mecía con provocaciones de violencia, auspiciando revueltas armadas, financiaban al sindicalismo extremista y atraía hacia el Zócalo capitalino conflictos originados en otras entidades federativas, que el “conciliador” reivindicaba desactivar o mitigar en el edificio del Ayuntamiento capitalino, en lugar de en Bucareli o el despacho del ramo correspondiente.
De ese modo pudo presionar al entonces presidente Salinas para que diera el dedazo a su favor y echara candado a la sucesión, a costa de traicionar, dejar damnificados en el desgarrado PRI, de donde terminarían por echarlo. El operador de “concordia” fundó su propio partido, lanzó al hoy electo jefe de Gobierno del DF, quien perdió aunque luego fue llevado a una curul por el PVEM, desde donde le tiró a los bancos rescatados por FOBRAPROA.
El operador de distensión y pacificación buscó entonces refugio a la sombra del caudillo tabasqueño del PRD, quien también pasó por el gobierno del DF, a donde se dirigió la APPO y desde donde se subvencionan y operan grupúsculos que sirven para sembrar miedo y zozobra, cobijados detrás de aparatos corrompidos de seguridad pública y procuración de justicia. Al final de cuentas, se trata de la misma fuerza política armada, disfrazada de guerrilla.
Por: Federico Döring Casar.- sen@doring.org.mx
Foro de denuncia ciudadana al TERRORISTA DE LA RED Victor Hernandez y su blog de vandalismo, desinformacion y violencia.
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