lunes, 4 de diciembre de 2006

En la semana, mientras Felipe Calderón toma el poder.

Lo que quiere AMLO es torpedear a la democracia,
porque con ella no pudo llegar a la Presidencia.
¿Y qué mejor manera de torpedearla que intentando
un golpe de Estado blanco?


Los legisladores del PRD reciben instrucciones de López Obrador. Y lo que quiere AMLO es torpedear a la democracia, porque con ella no pudo llegar a la Presidencia. ¿Y qué mejor manera de torpedearla que intentando un golpe de Estado blanco? No es otra cosa lo que ambicionan los perredistas, cuando pretenden impedir a la fuerza la toma de protesta de Calderón para luego decir, leguleyos, que no se cumplió con la Constitución. Fracasarán, para no variar.

La lógica es ésta: por medio de la fuerza física de mis diputados y senadores impediré que el Presidente electo rinda protesta ante el Congreso. Luego alegaré que por ese motivo no es Presidente legal. Es una lógica golpista. A los partidos, a los legisladores y a las instituciones democráticas corresponde frenar el golpe de hoy. El tejerazo de AMLO no puede pasar.

La noticia se publicó justo ayer, 1 de diciembre. Venía de Caracas: Hugo Chávez anunció que propondrá al Congreso —controlado por él, desde luego— la “reelección indefinida” del presidente de Venezuela. Por eso, al ver a Felipe Calderón levantar el brazo y jurar como presidente de México, una metafórica brisa de alivio recorrió la patria: de la que nos salvamos como país.

Dicen que el presidente del gobierno español lleva varias noches de insomnio. Se le ve demacrado, sin apetito, nervioso e irritable. Su mal estado anímico tiene una explicación. Rodríguez Zapatero está tan preocupado que no puede dormir ni prueba alimentos porque el presidente del PRD, Leonel Cota, lo llamó traidor y lo declaró non grato por su apoyo a Calderón.
Por La Esquina

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