Monopolios
el demagogo delirante
Andrés Manuel López Obrador
ha emprendido una cruzada en su contra
Los ataques enderezados por el demagogo delirante a los empresarios durante su fallida campaña tuvieron múltiples motivos, todos ellos imaginados por la mente calenturienta del tabasqueño, pero ninguno de los cuales tuvo que ver con el tema monopólico.
De un tiempo para acá se ha puesto de moda echarle la culpa a los monopolios de una parte no despreciable de los males que aquejan a la economía y a la sociedad en nuestro país y ahora que el demagogo delirante Andrés Manuel López Obrador ha emprendido una cruzada en su contra, con mayor énfasis.
Creo, sin embargo, que hay que empezar por descalificar las denuncias de AMLO como una nueva impostura, y porque ni entiende qué es un monopolio ni cómo opera. Además, la “solución” que propone es mucho más peligrosa para la sociedad que todos los monopolios que existen hoy.
Se trata de una impostura porque ni en su “proyecto alternativo” ni en sus “50 compromisos,” mencionó la palabra monopolio una sola vez. ¿Cómo es que desde su derrota electoral vino a discurrir que los mexicanos son víctimas del abuso de los monopolios?
Como jefe de gobierno AMLO cortejó sin pudor a un empresario señalado como el gran monopolista, quien se dice que después habría de aportar jugosos recursos para financiar su campaña presidencial, porque sabía no sólo que ahí había apoyo financiero sino también una eventual alianza política.
En una visita que hice al centro histórico capitalino, con AMLO como jefe de gobierno, resultaba insoslayable notar que todas las propiedades y comercios del Grupo Carso y sus filiales, estaban libres del acoso de los ambulantes que invadían sin misericordia el resto del corazón de la ciudad de México.
No fue sino hasta que el demagogo se sintió traicionado por Carlos Slim que empezó a maltratarlo públicamente igual que había venido haciendo con Roberto Hernández, Claudio X. González y Gastón Azcárraga, ninguno de los cuáles dirige empresas calificables como monopolios ni remotamente.
Los ataques enderezados por el delirante a los empresarios durante su fallida campaña tuvieron múltiples motivos, todos ellos imaginados por la mente calenturienta del tabasqueño, pero ninguno de los cuales tuvo que ver con el tema monopólico.
Pero más grave aún que la mentira y el engaño, a los que ya nos tiene acostumbrados el demagogo, es su “propuesta de solución” que consiste en crear un comisariato general de precios que determine cuál es el precio competitivo y que combata los precios “exagerados” (sic).
El comisariato que propone el “legítimo” tendría la facultad de fijar precios que sus comisionados juzguen “exagerados” con base en una serie de definiciones de qué es un precio de mercado, qué constituye el delito de exageración de precios, y la joya de este galimatías, “los precios con orientación competitiva.”
Se les define como aquéllos de los bienes y servicios concesionados por el Estado que requieren de licencia o autorización del Estado, los de “consumo necesarios” que sean ofrecidos por cuatro (?) o menos oferentes o aquellos que sin estar “concesionados o licenciados” sean insumos de las empresas que sí lo son.
Los “criterios” que usarán los comisionados para fijar estos precios serían doce, incluyendo costos “normales,” situación de la oferta y la demanda en México, EU, Canadá y Centroamérica (?), el “porcentaje de la tarifa promedio ponderada a la importaciones de bienes prevaleciente” y otros por el estilo.
Los castigos que puede aplicar el comisariato de precios del “legítimo” incluyen expropiación y requisa de empresas, aseguramiento de bienes, revocación, cancelación y suspensión de concesiones…
Por Manuel Suárez Mier
De un tiempo para acá se ha puesto de moda echarle la culpa a los monopolios de una parte no despreciable de los males que aquejan a la economía y a la sociedad en nuestro país y ahora que el demagogo delirante Andrés Manuel López Obrador ha emprendido una cruzada en su contra, con mayor énfasis.
Creo, sin embargo, que hay que empezar por descalificar las denuncias de AMLO como una nueva impostura, y porque ni entiende qué es un monopolio ni cómo opera. Además, la “solución” que propone es mucho más peligrosa para la sociedad que todos los monopolios que existen hoy.
Se trata de una impostura porque ni en su “proyecto alternativo” ni en sus “50 compromisos,” mencionó la palabra monopolio una sola vez. ¿Cómo es que desde su derrota electoral vino a discurrir que los mexicanos son víctimas del abuso de los monopolios?
Como jefe de gobierno AMLO cortejó sin pudor a un empresario señalado como el gran monopolista, quien se dice que después habría de aportar jugosos recursos para financiar su campaña presidencial, porque sabía no sólo que ahí había apoyo financiero sino también una eventual alianza política.
En una visita que hice al centro histórico capitalino, con AMLO como jefe de gobierno, resultaba insoslayable notar que todas las propiedades y comercios del Grupo Carso y sus filiales, estaban libres del acoso de los ambulantes que invadían sin misericordia el resto del corazón de la ciudad de México.
No fue sino hasta que el demagogo se sintió traicionado por Carlos Slim que empezó a maltratarlo públicamente igual que había venido haciendo con Roberto Hernández, Claudio X. González y Gastón Azcárraga, ninguno de los cuáles dirige empresas calificables como monopolios ni remotamente.
Los ataques enderezados por el delirante a los empresarios durante su fallida campaña tuvieron múltiples motivos, todos ellos imaginados por la mente calenturienta del tabasqueño, pero ninguno de los cuales tuvo que ver con el tema monopólico.
Pero más grave aún que la mentira y el engaño, a los que ya nos tiene acostumbrados el demagogo, es su “propuesta de solución” que consiste en crear un comisariato general de precios que determine cuál es el precio competitivo y que combata los precios “exagerados” (sic).
El comisariato que propone el “legítimo” tendría la facultad de fijar precios que sus comisionados juzguen “exagerados” con base en una serie de definiciones de qué es un precio de mercado, qué constituye el delito de exageración de precios, y la joya de este galimatías, “los precios con orientación competitiva.”
Se les define como aquéllos de los bienes y servicios concesionados por el Estado que requieren de licencia o autorización del Estado, los de “consumo necesarios” que sean ofrecidos por cuatro (?) o menos oferentes o aquellos que sin estar “concesionados o licenciados” sean insumos de las empresas que sí lo son.
Los “criterios” que usarán los comisionados para fijar estos precios serían doce, incluyendo costos “normales,” situación de la oferta y la demanda en México, EU, Canadá y Centroamérica (?), el “porcentaje de la tarifa promedio ponderada a la importaciones de bienes prevaleciente” y otros por el estilo.
Los castigos que puede aplicar el comisariato de precios del “legítimo” incluyen expropiación y requisa de empresas, aseguramiento de bienes, revocación, cancelación y suspensión de concesiones…
Por Manuel Suárez Mier
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