Chile nos demuestra que un país latinoamericano, con un mercado interno más pequeño que el nuestro, surgido de una sangrienta dictadura hace menos de dos décadas, puede dar a su gente un nivel de vida cada vez mejor. Si queremos seguir cerrando los ojos ante esta realidad, lo único que lograremos es seguir condenando a nuestra gente a la pobreza.
Santiago, Chile.- Mientras en la enorme mayoría de los países de América Latina nuestros políticos siguen discutiendo temas de ideología y de política económica, en Chile los debates sobre estos problemas han quedado atrás. Ya nadie discute cuál debe ser el camino para combatir la pobreza o para aumentar la prosperidad porque la respuesta es muy evidente.
Chile se ha convertido en un país próspero en una sola generación. Lo ha hecho a través de políticas económicas sensatas, las cuales han mantenido una serie de gobiernos sin importar sus diferentes ideologías.
Los chilenos han abierto su economía, porque saben que una economía abierta es un requisito para la prosperidad. Pero no se han contentado con esto. Entienden que la economía abierta es una condición suficiente pero no necesaria para el desarrollo. Por eso han tomado medidas adicionales para volverse más competitivos.
Chile, que era un país significativamente más pobre que el nuestro, hoy se encuentra a la cabeza en ingreso per cápita en Latinoamérica. Sus servicios sociales son muy superiores a los nuestros, lo cual hace que no sólo su ingreso sino también su desarrollo humano o calidad de vida sean muy superiores a los de México. El gobierno chileno ha concentrado sus funciones en aquellas tareas que debe hacer un gobierno, y por lo tanto las ha hecho bien, mientras que ha dejado muchas otras responsabilidades a la iniciativa privada.
La estabilidad económica de Chile ha tenido beneficios indudables a lo largo de los últimos 25 años. La tasa de inflación es baja en el país y también lo son los tipos de interés. La acumulación de ahorro en sus fondos de pensiones individualizadas, precedente de las Afores mexicanas, ha permitido una gran disponibilidad de fondos para el crédito y la inversión. De hecho, Chile hoy se ve obligado a colocar una parte significativa de su ahorro en mercados extranjeros porque ha rebasado la demanda local de crédito.
Los mexicanos siempre hemos tenido buenas excusas cada vez que otro país empieza a tener un mejor desempeño que el nuestro. En algún momento argumentamos que el desarrollo de Estados Unidos era producto del enorme territorio que nos había quitado. Dijimos que Europa occidental, destrozada en la segunda guerra mundial, se había recuperado con enorme rapidez debido a que tenía ya una educación y una tradición de trabajo de la que nosotros carecíamos. Argumentamos después que España, Portugal y Grecia habían crecido por los fondos de transferencia de la Unión Europea. Después dijimos que los países del oeste de Asia habían prosperado porque tenían una cultura diferente a la nuestra.
¿Qué podemos hoy decir al respecto de Chile? ¿Qué excusa vamos a inventar? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que la razón por la cual otros países han crecido y le han dado a su población un mejor nivel de vida es porque han aplicado una serie de fórmulas relativamente sencillas que nosotros también pudimos haber adoptado?
Chile nos demuestra que un país latinoamericano, con un mercado interno más pequeño que el nuestro, surgido de una sangrienta dictadura hace menos de dos décadas, puede dar a su gente un nivel de vida cada vez mejor. Si queremos seguir cerrando los ojos ante esta realidad, lo único que lograremos es seguir condenando a nuestra gente a la pobreza.
Santiago, Chile.- Mientras en la enorme mayoría de los países de América Latina nuestros políticos siguen discutiendo temas de ideología y de política económica, en Chile los debates sobre estos problemas han quedado atrás. Ya nadie discute cuál debe ser el camino para combatir la pobreza o para aumentar la prosperidad porque la respuesta es muy evidente.
Chile se ha convertido en un país próspero en una sola generación. Lo ha hecho a través de políticas económicas sensatas, las cuales han mantenido una serie de gobiernos sin importar sus diferentes ideologías.
Los chilenos han abierto su economía, porque saben que una economía abierta es un requisito para la prosperidad. Pero no se han contentado con esto. Entienden que la economía abierta es una condición suficiente pero no necesaria para el desarrollo. Por eso han tomado medidas adicionales para volverse más competitivos.
Chile, que era un país significativamente más pobre que el nuestro, hoy se encuentra a la cabeza en ingreso per cápita en Latinoamérica. Sus servicios sociales son muy superiores a los nuestros, lo cual hace que no sólo su ingreso sino también su desarrollo humano o calidad de vida sean muy superiores a los de México. El gobierno chileno ha concentrado sus funciones en aquellas tareas que debe hacer un gobierno, y por lo tanto las ha hecho bien, mientras que ha dejado muchas otras responsabilidades a la iniciativa privada.
La estabilidad económica de Chile ha tenido beneficios indudables a lo largo de los últimos 25 años. La tasa de inflación es baja en el país y también lo son los tipos de interés. La acumulación de ahorro en sus fondos de pensiones individualizadas, precedente de las Afores mexicanas, ha permitido una gran disponibilidad de fondos para el crédito y la inversión. De hecho, Chile hoy se ve obligado a colocar una parte significativa de su ahorro en mercados extranjeros porque ha rebasado la demanda local de crédito.
Los mexicanos siempre hemos tenido buenas excusas cada vez que otro país empieza a tener un mejor desempeño que el nuestro. En algún momento argumentamos que el desarrollo de Estados Unidos era producto del enorme territorio que nos había quitado. Dijimos que Europa occidental, destrozada en la segunda guerra mundial, se había recuperado con enorme rapidez debido a que tenía ya una educación y una tradición de trabajo de la que nosotros carecíamos. Argumentamos después que España, Portugal y Grecia habían crecido por los fondos de transferencia de la Unión Europea. Después dijimos que los países del oeste de Asia habían prosperado porque tenían una cultura diferente a la nuestra.
¿Qué podemos hoy decir al respecto de Chile? ¿Qué excusa vamos a inventar? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que la razón por la cual otros países han crecido y le han dado a su población un mejor nivel de vida es porque han aplicado una serie de fórmulas relativamente sencillas que nosotros también pudimos haber adoptado?
Chile nos demuestra que un país latinoamericano, con un mercado interno más pequeño que el nuestro, surgido de una sangrienta dictadura hace menos de dos décadas, puede dar a su gente un nivel de vida cada vez mejor. Si queremos seguir cerrando los ojos ante esta realidad, lo único que lograremos es seguir condenando a nuestra gente a la pobreza.
Por Sergio Sarmiento.
RLB Punto Politico.
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