Estados Unidos no es una democracia.
Al menos esa no fue la intención de los fundadores en 1787
La Libertad guiando al pueblo es un cuadro del pintor francés Eugène Delacroix. La obra fue pintada en el año 1830 y es la obra maestra del Romanticismo francés.
Este cuadro es la expresión máxima de la Revolución francesa. Muestra una imagen de las barricadas de París del año 1830, con las que expulsaron al último rey de Francia. Se considera una de las primeras pinturas (con algunas de Goya) de carácter político.
La figura femenina central es la representación de la Libertad y de Francia misma. Es la que guía al pueblo hacia la libertad y la democracia, animando al pueblo a rebelarse contra la monarquía. Aún hoy es el símbolo de la República francesa.
El cuadro se encuentra expuesto en el Museo el Louvre y es una de las expresiones artísticas más importantes de la historia del arte.
”En nuestro sistema, las garantías de la libertad y del funcionamiento del autogobierno provienen de la constitución de la república; y el principal problema: de la democracia”.
William Graham Sumner, 1877
William Graham Sumner, 1877
Recién empezado este mes, 30 distinguidos políticos y científicos de Asia y Europa se encontraron en Seúl (Corea) para preguntarse “¿Qué es la Democracia?” La respuesta fue muy poco productiva desde el punto de vista práctico. Lo que fue importante fue la esperanza de intentar responder a esta pregunta.
En los Estados Unidos no tenemos ni el tiempo ni las ganas de hacernos esas preguntas. En palabras de Ortega y Gasset, vivimos en una “época de auto satisfacción”. Aquí, la democracia es la democracia ; y todos estamos de acuerdo en querer más. Si algo es democrático, es bueno para la nación, es bueno para el oprimido, para la humanidad, fin de la cuestión. La forma más eficaz para atacar a algún político de la oposición es llamarlo anti–demócrata. Algunos buscan difundir la democracia por todas partes, mientras que otros lamentan la pérdida de democracia en el país. El candidato presidencial John Kerry de forma recurrente promete luchar por “nuestra democracia americana”.
Pregúntele al americano medio qué es la democracia; y con voz baja dirá: algo relativo al bien común y para el bien de la gente. Después, pregúntele si cree que estamos perdiendo nuestra democracia, y él lamentará de forma enfática: “¡Sí!” ¿Cómo puede la gente querer más democracia mientras que nadie tiene idea alguna de lo que significa?
Estados Unidos no es una democracia. Al menos esa no fue la intención de los fundadores en 1787. Más bien, Estados Unidos es una república, o como dijo John C. Calhoun: “una república federal democrática”. La diferencia, según James Madison, es que “en una democracia, la gente encuentra y ejerce el gobierno en persona; en cambio, en una república la gente se reúne y se administra por medio de sus representantes y agentes”.
Sir Henry Sumner Maine, político insuficientemente reconocido de la Inglaterra Victoriana, nos recuerda que la democracia “es simplemente una forma de gobierno. Es el gobierno de la Mayoría, en oposición —de acuerdo con el análisis de los antiguos griegos— al gobierno de los Pocos, y el gobierno de Uno”. Continua diciendo: “La democracia, es el gobierno de una indeterminada comunidad que toma el relevo al monarca. Tiene las mismas características que la Monarquía; cuenta con las mismas funciones aunque las ejerce a través de órganos diferentes. El éxito de la gestión de ambos gobiernos se basa exactamente en lo mismo”.
Sacándole su reluciente apariencia, la democracia debe satisfacer el mismo test de suficiencia que las otras formas de gobierno. Es decir, los derechos de los individuos han de ser conservados y protegidos de la agresión externa e interna manteniendo las normas de la paz para todos sus ciudadanos. Pero, no hay una justificación a priori donde se demuestre que la democracia satisface mejor estos requisitos que una monarquía o una teocracia. Veremos el porqué en las siguientes líneas.
Elementos Democráticos
Ciertamente, los elementos de la democracia se han incorporado al sistema americano.
El derecho a votar (americanos mayores de 18 años) puede ser llamado como un elemento democrático dentro de un gobierno republicano.
Así, la actual tendencia de sustituir “democracia” por “república” como uno de los hechos característicos de la defensa americana ha ido incrementándose llevándonos al camino de la servidumbre por medio del voto popular.
Pero hoy, la “democracia” ha tomado vida propia —su auténtico significado como sistema de gobierno mayoritario directo se ha perdido siendo sustituido por el camino de una mayor centralización del estado. Se ha convertido, por su propia naturaleza, simplemente en un sinónimo de comunidad. Hablamos sobre las “democracias occidentales” olvidando mencionar la república, forma constitucional de gobierno que poseen la mayoría de países.
En la medida que los elementos democráticos se han instaurado en la gestión gubernamental de los asuntos económicos y políticos, la democracia no garantiza en ella misma la libertad; y es que de hecho, la democracia se ha convertido en una de las mayores amenazas para la libertad. Cuando hablamos directamente de simple mayoría democrática estamos hablando de 51 miembros enfrentándose a otros contundentes 49 miembros de la sociedad. Olvidar las limitaciones constitucionales, el gobierno mayoritario (como gobierno minoritario) amenaza la fundación de la libertad.
El apelativo democracia, al menos usado como la afilada hacha del igualitarismo, se ha convertido en la fuerza conductora de la nivelación social. F. A. Hayek escribió: “Como parece ser el destino de la mayoría de los términos expresados políticamente, el término ‘democracia’ está siendo usado para describir varios tipos de cosas que poco tienen que ver con su auténtico significado. Y ahora de forma recurrente, el término democracia se está usando para designar lo que en realidad significa ‘igualdad’”.
Tomemos, por ejemplo, un reciente artículo que apareció en “The American Prospect” titulado “Solve Inequality with Democracy” (“Solucione la Desigualdad con Democracia”), donde los autores dicen que: “la desigualdad en la distribución de las rentas, con todas sus venenosas consecuencias, es el resultado de premeditadas decisiones políticas y sólo pueden ser mitigadas y finalmente transformadas reclamando principios democráticos”.
Por lo tanto, la igualdad sobre las rentas vendrá por medio de la democracia. Pero como advirtió William Graham Sumner, “Si a lo que aspiramos es al principio de igualdad probablemente lo obtendremos: acabaremos siendo todos igual de esclavos”.
Dejando a parte las objeciones morales de limitar el sueldo de los individuos por la fuerza, no hay nada incorrecto en las tesis que mantienen los autores anteriores. Mientras que no especifican exactamente en que “principios democráticos” se basan (nadie lo hace), podemos asumir que se refieren a las actuaciones de la voluntad de la mayoría. Pero en un mundo donde siempre haya más escasez que abundancia, podremos ver el miedo que tuvieron los Fundadores a la multicracia[2] .
En tiempos de elecciones, sólo una cosa tiene auténtico sentido sobre la corrupción del ideal republicano. Lea las palabras de Bastiat hace más de 150 años y recuerde las comedias electoralistas de Bush y Kerry:
¿Cuál es la actitud del demócrata cuando se habla sobre los derechos políticos? ¿Cómo juzga el demócrata a la gente cuando hay que elegir a un legislador? Ah, entonces se dice que la gente tiene una sabiduría instintiva; gozan de la percepción más fina; su voluntad siempre es correcta; la voluntad general no puede fallar; la votación nunca es suficientemente universal…
Pero cuando al fin se elige al legislador. ¡Ah! entonces el tono de su discurso sufre un cambio radical. El pueblo regresa a la pasividad, inercia, e inconsciencia anterior. El legislador se vuelve omnipotente. [La Ley]
¿Qué podemos pensar de la democracia pues? Podemos empezar por pensar en lo que realmente es y no proclamar una fe ciega de sus presuntas grandezas.
A igual que Henry Sumner Maine, podemos recordar que la democracia no es nada más que un camino para administrar el gobierno, el aparato designado para proteger nuestra persona y propiedad. Si se cree que la democracia es superior a la república, entonces la democracia sólo puede ser entendida en el contexto de cómo ha de actuar ésta dentro del gran bastión de la libertad.
En los Estados Unidos no tenemos ni el tiempo ni las ganas de hacernos esas preguntas. En palabras de Ortega y Gasset, vivimos en una “época de auto satisfacción”. Aquí, la democracia es la democracia ; y todos estamos de acuerdo en querer más. Si algo es democrático, es bueno para la nación, es bueno para el oprimido, para la humanidad, fin de la cuestión. La forma más eficaz para atacar a algún político de la oposición es llamarlo anti–demócrata. Algunos buscan difundir la democracia por todas partes, mientras que otros lamentan la pérdida de democracia en el país. El candidato presidencial John Kerry de forma recurrente promete luchar por “nuestra democracia americana”.
Pregúntele al americano medio qué es la democracia; y con voz baja dirá: algo relativo al bien común y para el bien de la gente. Después, pregúntele si cree que estamos perdiendo nuestra democracia, y él lamentará de forma enfática: “¡Sí!” ¿Cómo puede la gente querer más democracia mientras que nadie tiene idea alguna de lo que significa?
Estados Unidos no es una democracia. Al menos esa no fue la intención de los fundadores en 1787. Más bien, Estados Unidos es una república, o como dijo John C. Calhoun: “una república federal democrática”. La diferencia, según James Madison, es que “en una democracia, la gente encuentra y ejerce el gobierno en persona; en cambio, en una república la gente se reúne y se administra por medio de sus representantes y agentes”.
Sir Henry Sumner Maine, político insuficientemente reconocido de la Inglaterra Victoriana, nos recuerda que la democracia “es simplemente una forma de gobierno. Es el gobierno de la Mayoría, en oposición —de acuerdo con el análisis de los antiguos griegos— al gobierno de los Pocos, y el gobierno de Uno”. Continua diciendo: “La democracia, es el gobierno de una indeterminada comunidad que toma el relevo al monarca. Tiene las mismas características que la Monarquía; cuenta con las mismas funciones aunque las ejerce a través de órganos diferentes. El éxito de la gestión de ambos gobiernos se basa exactamente en lo mismo”.
Sacándole su reluciente apariencia, la democracia debe satisfacer el mismo test de suficiencia que las otras formas de gobierno. Es decir, los derechos de los individuos han de ser conservados y protegidos de la agresión externa e interna manteniendo las normas de la paz para todos sus ciudadanos. Pero, no hay una justificación a priori donde se demuestre que la democracia satisface mejor estos requisitos que una monarquía o una teocracia. Veremos el porqué en las siguientes líneas.
Elementos Democráticos
Ciertamente, los elementos de la democracia se han incorporado al sistema americano.
El derecho a votar (americanos mayores de 18 años) puede ser llamado como un elemento democrático dentro de un gobierno republicano.
Así, la actual tendencia de sustituir “democracia” por “república” como uno de los hechos característicos de la defensa americana ha ido incrementándose llevándonos al camino de la servidumbre por medio del voto popular.
Pero hoy, la “democracia” ha tomado vida propia —su auténtico significado como sistema de gobierno mayoritario directo se ha perdido siendo sustituido por el camino de una mayor centralización del estado. Se ha convertido, por su propia naturaleza, simplemente en un sinónimo de comunidad. Hablamos sobre las “democracias occidentales” olvidando mencionar la república, forma constitucional de gobierno que poseen la mayoría de países.
En la medida que los elementos democráticos se han instaurado en la gestión gubernamental de los asuntos económicos y políticos, la democracia no garantiza en ella misma la libertad; y es que de hecho, la democracia se ha convertido en una de las mayores amenazas para la libertad. Cuando hablamos directamente de simple mayoría democrática estamos hablando de 51 miembros enfrentándose a otros contundentes 49 miembros de la sociedad. Olvidar las limitaciones constitucionales, el gobierno mayoritario (como gobierno minoritario) amenaza la fundación de la libertad.
El apelativo democracia, al menos usado como la afilada hacha del igualitarismo, se ha convertido en la fuerza conductora de la nivelación social. F. A. Hayek escribió: “Como parece ser el destino de la mayoría de los términos expresados políticamente, el término ‘democracia’ está siendo usado para describir varios tipos de cosas que poco tienen que ver con su auténtico significado. Y ahora de forma recurrente, el término democracia se está usando para designar lo que en realidad significa ‘igualdad’”.
Tomemos, por ejemplo, un reciente artículo que apareció en “The American Prospect” titulado “Solve Inequality with Democracy” (“Solucione la Desigualdad con Democracia”), donde los autores dicen que: “la desigualdad en la distribución de las rentas, con todas sus venenosas consecuencias, es el resultado de premeditadas decisiones políticas y sólo pueden ser mitigadas y finalmente transformadas reclamando principios democráticos”.
Por lo tanto, la igualdad sobre las rentas vendrá por medio de la democracia. Pero como advirtió William Graham Sumner, “Si a lo que aspiramos es al principio de igualdad probablemente lo obtendremos: acabaremos siendo todos igual de esclavos”.
Dejando a parte las objeciones morales de limitar el sueldo de los individuos por la fuerza, no hay nada incorrecto en las tesis que mantienen los autores anteriores. Mientras que no especifican exactamente en que “principios democráticos” se basan (nadie lo hace), podemos asumir que se refieren a las actuaciones de la voluntad de la mayoría. Pero en un mundo donde siempre haya más escasez que abundancia, podremos ver el miedo que tuvieron los Fundadores a la multicracia[2] .
En tiempos de elecciones, sólo una cosa tiene auténtico sentido sobre la corrupción del ideal republicano. Lea las palabras de Bastiat hace más de 150 años y recuerde las comedias electoralistas de Bush y Kerry:
¿Cuál es la actitud del demócrata cuando se habla sobre los derechos políticos? ¿Cómo juzga el demócrata a la gente cuando hay que elegir a un legislador? Ah, entonces se dice que la gente tiene una sabiduría instintiva; gozan de la percepción más fina; su voluntad siempre es correcta; la voluntad general no puede fallar; la votación nunca es suficientemente universal…
Pero cuando al fin se elige al legislador. ¡Ah! entonces el tono de su discurso sufre un cambio radical. El pueblo regresa a la pasividad, inercia, e inconsciencia anterior. El legislador se vuelve omnipotente. [La Ley]
¿Qué podemos pensar de la democracia pues? Podemos empezar por pensar en lo que realmente es y no proclamar una fe ciega de sus presuntas grandezas.
A igual que Henry Sumner Maine, podemos recordar que la democracia no es nada más que un camino para administrar el gobierno, el aparato designado para proteger nuestra persona y propiedad. Si se cree que la democracia es superior a la república, entonces la democracia sólo puede ser entendida en el contexto de cómo ha de actuar ésta dentro del gran bastión de la libertad.
por Jude Blanchette.
RLB Punto Politico.
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