El infantilismo de López Obrador forma parte del pensamiento Alicia, donde hay un mundo detrás del espejo, las flores y los conejos hablan y las barajas son soldados. “El pensamiento Alicia pierde todo su mordiente crítico y funciona como una suerte de ensoñación infantil”, donde se debe inscribir sin duda el mundo legítimo de la presidencia de kermés de López Obrador y el PRD.
Luego de acumular casi quince millones de votos en las pasadas elecciones presidenciales, el PRD decidió salirse de la estructura institucional y constitucional de la república y adoptó la línea de López Obrador de reducirse a un mero, inofensivo e ineficaz grupo de presión.
Más que capitalizar su posición privilegiada de segunda fuerza política, el PRD prefirió derrochar esos votos con comportamientos radicales callejeros. El saldo del décimo congreso perredista fue obvio: al partido no le interesa ganar el poder sino apoyar conductas de resentimiento del tabasqueño.
Y López Obrador confirmó su condición de caudillo cuando impuso la línea rupturista por encima de las corrientes perredistas que querían aprovechar su posicionamiento en las instituciones políticas legislativas y de gobierno locales. El caudillo obligó al PRD a salirse de las negociaciones institucionales. De ahí que López Obrador y el OPRD hayan caído en una posición política definida en España por el filósofo Gustavo Bueno como “pensamiento Alicia”: cuando la izquierda construye su mundo aparte. Basado en las obras de Lewis Carroll Alicia en el país de las maravillas y Alicia detrás del espejo, Bueno explica su razonamiento en su libro Zapatero y el pensamiento Alicia.
Un presidente en el país de las maravillas:
“El pensamiento Alicia procede representándose un mundo distinto del mundo real, y no sólo esto, sino lo que es más interesante, un mundo al revés del mundo real, como es propio del mundo de los espejos”. “Todo es mucho más sencillo” que la realidad, “se tiene la voluntad de pasar a ese mundo al revés y basta”.
Y agrega:
“El pensamiento Alicia, en efecto, sólo tira de un hilo de la madeja, sin querer saber nada de los otros hilos en los que está enredado, y por eso este pensamiento es simplista. Tira y tira de un hilo solitario hasta que el hilo se desliza del ovillo y va cayendo, entrechocando con otros ovillos, siguiendo su propio impulso.
El pensamiento Alicia procede, por ejemplo de este modo: constatando una semejanza particular entre dos realidades o sistemas diferentes, extiende la semejanza a toda esa realidad o sistema, sin tener en cuenta que la composición de esos contenidos semejantes con las otras partes del sistema da lugar también a resultados diferentes; es el mismo procedimiento del niño con sed que bebe el líquido contenido en una botella llena de disolución alcohólica transparente, apoyándose en la semejanza que esa disolución tiene con el agua clara de las botellas de la despensa”.
El pensamiento Alicia es simplista, como sin duda es el pensamiento político de López Obrador. Pero “el simplismo de los pensamientos Alicia puede llegar a ser no otra cosa sino encubrimiento de la realidad, intentos para disminuirla arrojando sobre ella velos legales destinados a tranquilizar a electores y consumidores. Pensamientos que son valores impregnados de perfumes que huelen a opio del pueblo”.
Los políticos Alicia no debaten. Y el filósofo Bueno, que usó al líder socialista español José Luis Rodríguez Zapatero como personaje del pensamiento Alicia, parece estar describiendo a López Obrador: “quienes han podido poner en ejecución planes y programas Alicia en el terreno político se verán naturalmente obligados a debatir con quienes, desde la prudencia y el sentido de la realidad, levantan objeciones específicas, incoherencias y dificultades graves.
“Y entonces, como los pensadores Alicia no pueden responder dialécticamente a estas objeciones específicas, ni rectificar sus incoherencias, ni resolver las dificultades que se les señalan, asumirán la única vía que les queda abierta: reiterar una y otra vez sus planes y programas y responder no ya dialécticamente, sino por la vía retórica y sofística, tratando simplemente de no perder el favor de sus electores-Alicia. Es así como el pensamiento Alicia, cuando se ejerce desde el poder político, se convierte en pura demagogia”.
López Obrador y el PRD se quedaron atrapados en el mundo Alicia: su país de las maravillas. La posición de intransigencia perredista en torno a la reforma fiscal del presidente Calderón, por ejemplo, ya fue capitalizada por el PRI. Y López Obrador y el PRD van a gritar contra el PRIAN, pero esa alianza podría darle salida fiscal al país y reposicionar al tricolor. Mientras la izquierda se quedó rumiando el 2006.
Y ahí se localiza otro razonamiento del pensamiento Alicia: López Obrador no puede reconocer su derrota porque entonces su liderazgo se vendría abajo, pero al no superar el 2006 ha dejado al PRD viviendo detrás del espejo de Alicia. Mientras en el Congreso se define la reforma del Estado, López Obrador va a quitarle su saludo a quienes dialoguen con Felipe Calderón: el berrinche infantil de la ley del hielo.
El infantilismo de López Obrador forma parte del pensamiento Alicia, donde hay un mundo detrás del espejo, las flores y los conejos hablan y las barajas son soldados. “El pensamiento Alicia pierde todo su mordiente crítico y funciona como una suerte de ensoñación infantil”, donde se debe inscribir sin duda el mundo legítimo de la presidencia de kermés de López Obrador y el PRD.
Por Carlos Ramírez.
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