jueves, 2 de agosto de 2007

Que el chino resultó senador

La historia del chino es digna de comedia si no fuera por la tragedia de las adicciones, sus archimillonarios beneficiarios y el crimen que se le asocia.

Los cuentos de los abogados de Zhenli Ye Gon provocan hilaridad. En el afán de salvar el pellejo, Ye Gon desafía lo inimaginable.

Según sus propios dichos, pasó de inconcebible custodio de millones de dólares para la campaña del PAN a senador honorario tricolor, quien, según sus representantes, es objeto de persecución y tortura por los azules encaramados en el poder.
Alguna pena habrá de invadir a quienes dieron crédito a las palabras del ahora detenido por las autoridades estadunidenses.

No está mal el arreglo, ellos con el detenido, nosotros con el dinero. Ellos lo procesan por 500 gramos de metanfetamina, nosotros por toneladas cuya medida es proporcional a los dineros confiscados y a un centenar más de millones de dólares perdidos en juego de apuesta.

Más que pronto la PGR procedió a la salomónica distribución de lo incautado, todo para la burocracia: un tercio para el Poder Judicial, otro tanto para la Secretaría de Seguridad Pública y uno más para la Secretaría de Salud.

No estaría mal que en la polla algo le hubieren dado a Hacienda, para mejorar el corrupto sistema aduanero. Lo que le corresponde a EU se quedó en Las Vegas.

Es un exceso fuera de proporción afirmar que el señor Ye Gon era senador honorario ante el parlamento federal mexicano. De algún modo lo fue Pinochet en Chile, pero decir que Ye Gon lo fue en México es un despropósito mayor. Una charola falsa o auténtica— es insuficiente para probar vínculo alguno o pertenencia partidista.

Está bien para la chacota y el golpeteo políticamente intencionado, pero presentarla para probar argumento en una solicitud de asilo político es un absurdo.

Todavía no hay senadores honorarios, los que ahora existen son suficientes: mayoría relativa, primera minoría y representación proporcional, 128 legisladores en total.

Los voceros del PRI no debieran preocuparse por Ye Gon. La mentira es tan evidente que no hay necesidad de explicaciones; además, es ridículo invocar los registros partidarios como si hubiera alguno mínimamente confiable, si es que existe.

Nadie cree que el señor Ye Gon milite en partido alguno, menos que su situación se deba a sus actividades partidistas, todavía menos que el gobierno del PAN se ocupara de él por razones políticas.

La conducta y las palabras de Ye Gon y representantes legales indican que se trata de un delincuente, a quien en la pretensión de impunidad, sin rubor ni sentido de la proporción, le da por el cuento chino.

La extradición inmediata se aleja del horizonte. México solicitó su detención con tales propósitos, pero las autoridades norteamericanas prefieren un juicio penal en su propio territorio, el que podría tener lugar en libertad del acusado.

Ellos lo tenían en la mira y lo investigaron en México por su propia cuenta, como siempre lo han hecho. El sospechosismo hace pensar que su no envío a México se explica por la pretensión de las agencias norteamericanas de tener acceso privilegiado al detenido y así tener conocimiento de la red de complicidades y asociados en sus actividades delictivas.

Ye Gon es un pez mayor y con su colaboración mucho podrá conocerse del inframundo de la producción y comercio de drogas sintéticas, siempre y cuando no le dé por el cuento chino. Queda claro que sus abogados deben ser guionistas de tiempo completo de ciencia ficción.

El origen de la metanfetamina data de Japón en 1919 y se dice que fue utilizada ampliamente en la guerra civil española y en la segunda guerra mundial por las tropas del Eje en el frente aéreo, que hacía resistir a sus soldados por varios días sin alimento.

La metanfetamina gana mercado frente a otras drogas. El escalamiento de la violencia en el país se explica por el desplazamiento que drogas como la metanfetamina hace sobre la cocaína. La disputa por territorios, redes de distribución y un incremento en la oferta de cocaína que no es colocada en EU ha llevado al enfrentamiento entre grupos delictivos. Los datos revelados por las autoridades y los montos del dinero decomisado y del perdido en juego hacen a Ye Gon el mandarín de la metanfetamina.

Su ardid para eludir la justicia mexicana lo ha hecho flamante senador honorario. No es un capítulo a cerrar, la distribución del dinero tampoco concluye el tema. El frente judicial debe proseguir. Negocios de tal magnitud no se explican sin la protección oficial en diversas modalidades. Hay una historia por conocer.

Por Federico Berrueto.
Post RLB Punto Politico.

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