martes, 31 de julio de 2007

El caso Ye Gon

Sería ingenuo esperar que Estados Unidos lo extraditara de buenas a primeras cuando tiene la oportunidad de descubrir lo que parece ser la red de tráfico de sustancias químicas más grande del mundo, asunto que involucra temas sensibles con China, Corea del Norte y otros países del sudeste asiático.
La decisión del Departamento de Justicia de Estados Unidos de enjuiciar al ciudadano mexicano Zhenli Ye Gon antes de entregarlo a México ha excitado el morbo de algunos y decepcionado a otros.
No es para tanto. Sería ingenuo esperar que Estados Unidos lo extraditara de buenas a primeras cuando tiene la oportunidad de descubrir lo que parece ser la red de tráfico de sustancias químicas más grande del mundo, asunto que involucra temas sensibles con China, Corea del Norte y otros países del sudeste asiático.

Después que Estados Unidos y Canadá declararon combate frontal a la producción doméstica ilegal de metanfetaminas y empezaron a controlar su comercio legal hace unos ocho años, los traficantes orientales hicieron sinergia con bandas mexicanas en lugares cercanos a aduanas marítimas y aéreas.
Entre 2003 y 2005, el decomiso de metanfetaminas en la frontera México-EU creció 50%, los laboratorios clandestinos descubiertos en México crecieron de 13 en 2002 a 37 en 2006, y la importación mexicana de antigripales creció de 92 mil a 150 mil toneladas en el periodo.
Los grandes productores de precursores de la droga son China, India, Malasia, Myanmar y Corea del Norte. La adicción a las metanfetaminas es una secuela de su uso en la Segunda Guerra Mundial para mantener eufóricos a los soldados. En los años de posguerra, Japón tuvo 2 millones de adictos en una población de 88 millones. Estados Unidos y Alemania suministraron abundantes dosis a sus tropas. Su uso por los jóvenes de hoy parece provenir de su pasión por secretar adrenalina.
La ONU adoptó en 1999 un protocolo para controlar la producción de precursores según el consumo de antigripales por los países miembros, pero es evidente que no tiene manera de hacerlo cumplir. Grandes cantidades son desviadas a la producción de drogas ilícitas en laboratorios improvisados. Hasta donde se sabe, el laboratorio que Zhenli Ye Gon estaba edificando en Toluca es el primero diseñado para la producción ilegal a gran escala a la altura del arte, incluidos los requisitos y honores institucionales.
Un ángulo peliagudo del caso Ye Gon es la posibilidad de que sus insumos hayan provenido de Corea del Norte vía China y/o Corea del Sur. Se sospecha que Corea del Norte fabrica y trafica precursores como política de Estado. En los últimos 30 años ha habido más de 50 arrestos y deportaciones de diplomáticos norcoreanos en 20 países por tráfico de sustancias precursoras, heroína y dólares falsos. Estados Unidos debe estar muy interesado en “descartar” la conexión norcoreana de Ye Gon.
Como se puede ver, el caso de nuestro conciudadano honorario rebasa con mucho las fronte-ras mexicanas y tiene implicaciones geopolíticas para las relaciones de Estados Unidos con los países del sudeste asiático hasta Sudáfrica, Australia y los Balcanes, donde hay evidencia de que mafias orientales controlan 90% del tráfico de metanfetaminas. Alemania y Filipinas son productores y consumidores importantes, lo cual fortalece la hipótesis de la Segunda Guerra Mundial como origen del tráfico.
La extradición de Ye Gon parece segura, a menos que interfieran dos asuntos: que su red de corrupción en el gobierno mexicano sea tan vasta que Estados Unidos decida no extraditarlo por razones de Estado (para mantener la credibilidad de su socio comercial) o que la defensa haga valer su acusación de racismo.
Respecto de lo primero, todo dependerá de la decisión del gobierno mexicano para enjuiciar a los cómplices políticos del reo. Respecto de lo segundo, es obvio que hemos enseñado el cobre al señalar la raza de Ye Gon en tono despectivo.
La mofa y el énfasis mediático en la etnicidad del reo descubren una animosidad que recuerda bastante a la que se dirigió a las víctimas principales del holocausto en la Segunda Guerra Mundial. El trato mexicano a los chinos en las primeras décadas del siglo XX no ratifica la fraternidad universal que ostentamos. No es que seamos racistas; sólo somos banales y veleidosos.
¿Cuánto hace que los empresarios chinos eran el modelo a imitar? El vuelco nos recuerda la banalidad del mal, lo cual no significa que el mal sea banal, sino que prospera en la banalidad de la conciencia colectiva, banalidad alimentada por políticos y medios de comunicación.
Por Ramón Cota Meza.
Post RLB Punto Politico.

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