Andrés Manuel López Obrador ha tomado partido abiertamente en el proceso a favor de Alejandro Encinas, quien fue su secretario de gobierno y sucesor en la jefatura de gobierno del Distrito Federal. Se enfrenta así a Jesús Ortega, quien en varias ocasiones ha buscado ya de manera infructuosa la presidencia del partido y que es cabeza del llamado grupo de los Chuchos en el interior del PRD.
Ortega fue coordinador de campaña de López Obrador en la campaña presidencial del 2006. Tanto en el proceso electoral como en la amarga crisis postelectoral, el ex senador se comportó con absoluta lealtad a las posiciones del jefe, aun en los casos en que éstas tomaron rumbos absurdos, como el plantón en el Paseo de la Reforma de la ciudad de México. Sin embargo, López Obrador ahora no sólo está apoyando a Encinas sino que lo está haciendo diciendo que no hay lugar en el PRD para los “moderados”.
Es difícil saber si López Obrador tiene la fuerza dentro del PRD para lograr la imposición de su candidato en la presidencia nacional del partido. No hay duda de que públicamente todos los perredistas importantes le rinden pleitesía, pero en privado hay muchos que consideran que su influencia sobre el partido está siendo negativa. Les preocupa en particular la imagen de radicalismo que promueve y la cual ha revivido la visión del PRD como un partido intransigente y violento.
Para López Obrador es importante controlar la presidencia nacional del partido porque desde esta oficina se decidirán en buena medida las candidaturas a diputados federales para los comicios del 2009. Y ese control habrá de ser crucial, por supuesto, para definir la candidatura presidencial del 2012.
Andrés Manuel no ha indicado todavía si aspirará a la candidatura presidencial de su partido en el 2012. Pero de lo que no cabe duda es que no quiere que esta candidatura quede en manos de los “moderados”, como Jesús Ortega o Amalia García. Si no es él, López Obrador seguramente buscará promover a Marcelo Ebrard.
Alejandro Encinas es una parte fundamental en este esfuerzo. Si bien no es necesariamente un radical, pues en todo caso se caracteriza por su habilidad para conciliar diferencias entre distintos grupos políticos, en los últimos años Encinas se ha convertido en un instrumento a modo para aplicar las estrategias de López Obrador. Especialmente importante fue su apoyo, en el tiempo en que fue jefe de gobierno sustituto en el Distrito Federal, al bloqueo del Paseo de la Reforma y el centro histórico que organizó López Obrador para protestar por su derrota en la elección presidencial del 2006. Otro jefe de gobierno quizá habría sentido la tentación de aplicar la ley y mantener abiertas las vías de comunicación.
La influencia de López Obrador en el PRD es enorme, pero Ortega y los Chuchos han demostrado ya en varias ocasiones su control sobre los miembros del PRD. De lo que no hay duda es que el combate entre estas dos tribus perredistas puede ser brutal.
Por Sergio Sarmiento
Post RLB. Punto Politico.
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