martes, 25 de marzo de 2008

PRD: el lodazal

Independientemente del resultado a largo plazo del proceso electoral perredista del 16 de marzo, la lección quedó ahí explícita para quien quiere aprenderla: en el PRD no se definen líneas de gobierno sino que se disputa internamente el poder. Y para que no haya dudas, así se ha actuado el PRD en los últimos años.
Pero no se crea que el conflicto en el PRD es nada más entre las tribus y por las mieles del poder real --es decir: el presupuesto de cargos públicos--. En el fondo hay una estrategia de ruptura institucional para colocar a Andrés Manuel López Obrador en la presidencia y mantenerlo varios sexenios por la vía de reelecciones sucesivas.
La toma por asalto del PRD por las huestes del tabasqueño eran fundamentales en éste cambio de comité ejecutivo. López Obrador necesita tener el control del PRD para sus planes de largo plazo: la presidencia de la república en el 2012 y hacia adelante.
Por ello hay que enmarcar la crisis electoral del PRD en cuando menos tres puntos clave de la estrategia de López Obrador:

1.- Construir un frente opositor con todas las fuerzas políticas opositoras, incluyendo a algunos grupos priístas.
2.- Desconocer al presidente de la república antes de las elecciones del 2009 para disminuirle votos al PRI.
3.- Optar en el 2012 por la vía electoral pero bajo la amenaza de la insurrección social si no le reconocen el triunfo.

Se trata, por tanto, de una estrategia clásica de la izquierda para tomar el poder por asalto y no por la vía electoral. Lo quiso hacer López Obrador en el 2006 pero no tuvo el movimiento de masas necesario, careció del apoyo de todo el PRD porque los legisladores reconocieron la institucionalidad y tomaron posesión y no pegó su denuncia de fraude electoral.

Pero el verdadero López Obrador está a la vista. Su presidencia “legítima” significa un desconocimiento del sistema político institucional, pero, mañosamente, con cargo a las instituciones por el dinero que recibe vía el PRD y los legisladores. Por eso la estrategia de López Obrador está urgida de tener el control de la dirección nacional del PRD.

Más que grupos o personas, en la elección de la presidencia del PRD hubo dos opciones: la de la insurrección de López Obrador encabezada por Alejandro Encinas y la de la transición pactada de Jesús Ortega.
Lo que viene ahora es el reacomodo de los perredistas. Pero ellos mismos tienen que tomar una decisión de fondo para llegar al poder: o la vía democrática o la vía insurreccional. López Obrador dejó a los perredistas sin caminos intermedios.

Por Carlos Ramirez.
Post RLB Punto Politico.

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