La escasez de alimentos en Venezuela es producto de la ignorancia de las leyes básicas de la economía por parte de sus gobernantes. Siglos de historia nos muestran que pasar por alto las leyes fundamentales de la economía genera escasez y represión.
En el edicto de Diocleciano de “Precios Máximos” del año 301 D.C., se controlaron los precios de los alimentos en todo el Imperio Romano. El primer efecto fue que los campesinos dejaron de sembrar. El emperador ordenó que los obligaran a sembrar y como muchos prefirieron emigrar, prohibió que se movieran de sus tierras. Para cumplir todas esas órdenes, tuvo que ampliar el número de funcionarios al grado que superaron al de los comerciantes de granos. Por primera vez en la historia de Roma –dice Indro Montanelli en el libro Historia de Roma- se vieron a los ciudadanos romanos, cuya ciudadanía era muy anhelada, abandonar el imperio para refugiarse en los países bárbaros.
En Venezuela parece que su actual presidente, Hugo Chávez, además de desconocer la historia económica, no entiende las leyes más elementales de la economía. La escasez y el racionamiento de alimentos que sufren los
venezolanos lo atribuyen los gobernantes y embajadores “chavistas”, a la codicia de las trasnacionales, entre ellas las mexicanas Bimbo y FEMSA, a sus vecinos colombianos y a todos sus enemigos políticos, pasando por alto que son sus propias medidas económicas populistas las que generan la escasez de alimentos.
Chávez, al perder vertiginosamente popularidad entre los venezolanos, acude a la vieja estrategia de inventar “complots” de sus enemigos para justificar el desabasto que impera en Venezuela; pero cualquier estudiante del primer año de economía, que ponga atención a su maestro, sabe que el control de precios reduce la oferta e induce a una mayor demanda, muchas veces por arriba de las necesidades reales. Es preocupante que en el siglo XXI todavía existan gobernantes tan ignorantes que pongan en práctica políticas que la lógica y la historia económica muestran claramente sus efectos dañinos y negativos para la sociedad.
Por Luís Pazos.
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