martes, 18 de marzo de 2008

Es la guerra

A pesar de que el país vive la calma de la semana santa, el PRD y el PAN han entrado en una zona de guerra. No se trata de combates para reposicionamientos políticos, sino una confrontación de ruptura.
El PAN tendría poco de qué quejarse. Las denuncias de López Obrador contra el presidente Calderón, su secretario particular y el secretario de Gobernación tienden a romperla estabilidad política y a provocar una grave crisis constitucional.
Sin embargo, son del mismo tamaño del conflicto que creó el gobierno panista de Vicente Fox en contra de López Obrador cuando trató de desaforarlo para sacarlo de la carrera presidencial del 2006. La intención de Fox fue de ruptura de la estabilidad, sólo que al final prefirió encontrarle una salida política.
Por tanto, el PRD y el PAN han entrado en la ruptura de la estabilidad. Es decir, que no hay posibilidades de entendimiento.
El PRD quiere tumbar a Juan Camilo Mouriño de la Secretaría de Gobernación y llevar al presidente de la república a un tribunal anticorrupción. La respuesta panista ha sido elusiva y de resistencia, con actitudes de mantenimiento de los espacios de negociación política con todas las fuerzas, con excepción de la auto exclusión de López Obrador y de las presiones lopezobradoristas para que las bancadas legislativas perredistas rompan relaciones con el gobierno.
En este contexto, México ya se salió de las coordenadas de la transición pactada. Aunque ahora el PAN calderonista quiera llegar a acuerdos con el PRD de López Obrador, la afrenta del 2004-2005 sigue latente. López Obrador le agregó a la ofensiva del desafuero su denuncia nunca probada de fraude electoral.
La instalación de la presidencia legítima de López Obrador fue un paso decisivo fuera de la institucionalidad. Nada puede lograrse ya con esa corriente importante del perredismo porque pone por delante el reconocimiento a su presidencia legítima, algo sin duda irracional desde el punto de vista del sistema político institucional.
En este contexto es posible concluir que las reformas de fondo serán imposibles por tres razones:
1.- Una de las tres fuerzas dominantes se niega a reconocer el sistema institucional.
2.- Las dos fuerzas restantes no alcanzan a sumar los votos para reformas constitucionales.
3.- Las reformas, por tanto, serán meras adecuaciones de corto alcance y plazo.
La reforma fiscal se liquidó con la recesión norteamericana. La reforma del ISSSTE ha sido bloqueada por seguidores de López Obrador. La reforma energética no llegará al fondo de la reorganización y apenas quedará en asociaciones de exploración. Y la reforma laboral no podrá romper la estructura de dominación sindical que fundó el PRI y heredó el PRD.
De ahí que las reformas busquen cuando menos darle un poco de viabilidad al viejo modelo de desarrollo.
El PAN buscará disminuir un poco las presiones en la gobernabilidad, el PRI intenta restaurar el Estado priísta y el PRD se va a oponer a todo porque su objetivo no está en las reformas sino en la consolidación de un movimiento social con perfiles insurreccionales para tomar el poder presidencial en el 2012.
Lo grave de todo es la situación de guerra política terminal en que se encuentran el PRD y el PAN. Las explicaciones y razonamientos salen sobrando: López Obrador no quiere entrar al sistema institucional y Calderón no puede cederle la presidencia al tabasqueño. De ahí que las elecciones legislativas del 2009 y las presidenciales del 2012 vayan a ser el campo de Batalla de López Obrador y Calderón.
Por Carlos Ramirez.
Post RLB Punto Politico.

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