¿Qué sabrá el gobierno de Colombia acerca de la relación de los gobiernos de Venezuela y de Ecuador con las FARC?, ¿acaso esa información explica el repentino y sorprendente cambio de humor de Hugo Chávez que se transformó el viernes en un “príncipe de la paz” y abandonó la fanfarronería y la belicosidad de unas horas antes, como si hubiese experimentado una conversión milagrosa semejante a la de San Pablo camino de Damasco?
El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, soltó la bomba en plena reunión cumbre del Grupo de Río: “Tenemos información, del computador de Raúl Reyes, de que las FARC habrían financiado la campaña electoral del Presidente (Rafael) Correa (de Ecuador)”.
Correa rechazó la acusación: “Estas manos no están machadas de sangre. Rechazo que mi gobierno haya colaborado con las FARC. Las mentiras se derrumban”.
Al parecer las mentiras no tardaron en derrumbarse. Pero no en el sentido que presumía Correa: Hugo Chávez (cual Saulo de Tarso) se cayó metafóricamente del caballo y se transformó de rijoso en conciliador, de fanfarrón en humilde, de beligerante en promotor de la concordia y dijo: “Es tiempo de reflexiones y acciones. Paremos esto”.
Y el milagro se hizo: De inmediato los amigos de Chávez (el propio Correa, Daniel Ortega de Nicaragua y Evo Morales de Bolivia), que habían llegado a la reunión con la espada desenvainada, siguieron al recién converso Chávez, se apaciguaron y se dieron por bien servidos con las disculpas formales que expresó Uribe (por la incursión en territorio ecuatoriano) y con la promesa de que el incidente no se repetiría. Apretones de mano y hasta algún abrazo entre los que llegaron a la reunión como irreconciliables. En cuestión de horas el gobierno de Venezuela reanudó relaciones con Colombia en términos de una cordialidad inaudita para los estándares bravucones de la “diplomacia” que acostumbra Chávez al “resolver” sus frecuentes altercados.
Ah, otro dato: La cadena de radio colombiana RCN informó unos días antes que una alta fuente militar reveló que fue el rastreo de una imprudente y entusiasta llamada telefónica que le hizo Hugo Chávez a Raúl Reyes la que ayudó al Ejército de Colombia a localizar el campamento de las FARC, y así llevar a cabo la operación del primero de marzo. Chávez niega haber hecho esa llamada, pero…
¿Milagro o información comprometedora?
Correa rechazó la acusación: “Estas manos no están machadas de sangre. Rechazo que mi gobierno haya colaborado con las FARC. Las mentiras se derrumban”.
Al parecer las mentiras no tardaron en derrumbarse. Pero no en el sentido que presumía Correa: Hugo Chávez (cual Saulo de Tarso) se cayó metafóricamente del caballo y se transformó de rijoso en conciliador, de fanfarrón en humilde, de beligerante en promotor de la concordia y dijo: “Es tiempo de reflexiones y acciones. Paremos esto”.
Y el milagro se hizo: De inmediato los amigos de Chávez (el propio Correa, Daniel Ortega de Nicaragua y Evo Morales de Bolivia), que habían llegado a la reunión con la espada desenvainada, siguieron al recién converso Chávez, se apaciguaron y se dieron por bien servidos con las disculpas formales que expresó Uribe (por la incursión en territorio ecuatoriano) y con la promesa de que el incidente no se repetiría. Apretones de mano y hasta algún abrazo entre los que llegaron a la reunión como irreconciliables. En cuestión de horas el gobierno de Venezuela reanudó relaciones con Colombia en términos de una cordialidad inaudita para los estándares bravucones de la “diplomacia” que acostumbra Chávez al “resolver” sus frecuentes altercados.
Ah, otro dato: La cadena de radio colombiana RCN informó unos días antes que una alta fuente militar reveló que fue el rastreo de una imprudente y entusiasta llamada telefónica que le hizo Hugo Chávez a Raúl Reyes la que ayudó al Ejército de Colombia a localizar el campamento de las FARC, y así llevar a cabo la operación del primero de marzo. Chávez niega haber hecho esa llamada, pero…
¿Milagro o información comprometedora?
Por Ricardo Medina
Post RLB Punto Politico.
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