lunes, 30 de octubre de 2006

Oaxaca, seis décadas de conflicto

El conflicto sólo terminará cuando
alguien decida hacer ahí cirugía mayor

Fuerzas viejas despertaran y permitieran el acceso de otras nuevas, pero identificadas por su militancia perredista y, más aún, lópezobradorista

El 27 de diciembre de 1975, José López Portillo concluía su gira electoral por Puebla y ahí fue Manuel Zárate Aquino, el gobernador de Oaxaca, a invitarlo para que recibiera el nuevo año en su estado. El candidato le pidió una hora para decidir.

Más de una hora después, Zárate Aquino esperaba el paso del convoy priista en una esquina poblana para subir al autobús de JLP. Cuando el coronel Miguel Ángel Godínez lo vio a distancia, avisó al candidato, quien le respondió:“¡Siga, coronel, no se detenga, siga, siga..!”Quizás entendió, quizá no, pero el paso a toda marcha frente a él sin detenerse fue el mensaje para Zárate Aquino de que no concluiría su sexenio en Oaxaca.

En efecto, Zárate cayó en marzo de 1977 en medio de una fuerte convulsión que, socarrona, se mantuvo todo el año hasta que en diciembre un número importante de comercios del centro histórico oaxaqueño fueron incendiados.

Aquellas llamas fueron el inicio de una nueva subversión que sólo cesó cuando llegó al gobierno local el general Eliseo Jiménez Ruiz, quien por la fuerza sofocó al brote guerrillero.
No le cuento lo anterior como un mero dato cultural, sino como un aviso de lo que puede ocurrir cuando concluya la incursión de la PFP iniciada hace tres días, porque con diversas etapas de tranquilidad y hasta algunos momentos de un cierto desarrollo, Oaxaca lleva casi seis décadas de inestabilidad.

En 1947, cuando era presidente Miguel Alemán, fue desconocido el gobierno estatal del general Edmundo Sánchez Cano, quien había sido apoyado por el anterior presidente Manuel Ávila Camacho.
En 1952, Manuel Mayoral Heredia fue sustituido por Manuel Cabrera, y ya le relaté los hechos de 1977.
Oaxaca entró en un periodo de tranquilidad y trabajo durante los gobiernos de Víctor Bravo Ahuja y Pedro Vázquez Colmenares, que fueron llamados a desempeñar cargos federales y los sustituyeron, respectivamente, Fernando Gómez Sandoval y Jesús Martínez Alvarez. Luego siguieron Heladio Ramírez y Diódoro Carrasco, quien fue relevado por José Murat quien comenzó a gestar de nuevo la convulsión por las pugnas y rencores que, ya le he contado aquí, mantuvo con sus dos inmediatos antecesores.

También he intentado revivir aquí la serie de abusos que significó la transición de José Murat y Ulises Ruiz, pero para consolidar, aparentemente, el cacicazgo del primero hasta que se enfrentaron por el poder local, alentado el actual gobernante por su amigo Roberto Madrazo, quien así intentó constituirse como el auténtico cacique de Oaxaca toda vez que los presupuestos de ese estado se habían constituido en piedra económicamente fundamental de su ambición presidencial.

Pero esta última disputa fue permitiendo que fuerzas viejas despertaran y permitieran el acceso de otras nuevas, pero identificadas por su militancia perredista y, más aún, lópezobradorista, mientras que del pasado destacan Felipe Martínez Soriano y diversos trotskistas que llegaron a la Universidad de Oaxaca como consecuencia del movimiento de 1968 y allí se enquistaron.

Hoy, Francisco Martínez Neri, sobrino de Martínez Soriano, es el rector Universidad oaxaqueña y ayer, junto con su tío, clamaban a través de la radio institucional por la defensa de la autonomía para proteger dentro del plantel a los dirigentes de la APPO luego de que abandonaron la plaza principal de la capital estatal.

Durante su gobierno, Murat se convirtió en patrón de Flavio Sosa y otros dirigentes que luego unieron fuerzas en la APPO, donde las hijas y sobrinas de Martínez Soriano y Martínez Neri son activistas de avanzada.
Pero las infiltraciones no terminan aquí. Ya le he platicado de los maestros cubanos que llegaron a Oaxaca a alfabetizar; e incluso gente de la embajada de los Estados Unidos viaja constantemente a territorio oaxaqueño.

Mientras tanto, el PRI defiende a Ulises Ruiz intentando conservar la égida política sin entender que ya la perdió y difícilmente podrá rescatarla en las próximas elecciones, gracias al engaño de Roberto Madrazo, quien desesperadamente intenta conservar a Oaxaca como su último reducto, toda vez que incluso perdió ya Tabasco.

Nada de lo anterior pudo entender a tiempo el gobierno de Fox, que al inicio de este año decidió, según información CONFIDENCIAL, cortar los presupuestos para educación al gobierno de Oaxaca para evitar que Ulises Ruiz canalizara de ahí recursos a la campaña presidencial de Madrazo, y sólo atizó el desencadenamiento del conflicto, en vez de que como depositario del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión guardara e hiciera guardar los principios de legalidad que protestó cumplir.

Ayer, el gobernador Ruiz no cesó de proclamar su permanencia en el cargo, aunque por razones estrictamente políticas sus días estén contados.También lo están, aunque por razones absolutamente constitucionales, los de Vicente Fox en el gobierno de la República.

Triste final de la función y la responsabilidad de ambos…Porque el conflicto sólo terminará cuando alguien decida hacer ahí cirugía mayor.
Por: Leopoldo Mendívil

No hay comentarios:

Publicar un comentario