viernes, 13 de octubre de 2006

Tabasco - Conflicto, La lógica de AMLO

López Obrador quiere incendiar políticamente el país
con conflictos eslabonados.
Es la táctica del Che Guevara
de crear “uno, dos, muchos Vietnam´s”
en el mundo.
Por eso en Tabasco López Obrador
hace campaña para sí mismo,

López Obrador prefiere que el país truene políticamente
y que Felipe Calderón no pueda tomar posesión
de la presidencia de la república,
a fin de que él, López Obrador, no pase
a la historia como un candidato derrotado.

Tabasco: conflicto, la lógica de AMLO
Andrés Granier era el candidato de PRD

Como la política es una caja de sorpresas, las elecciones para gobernador en Tabasco van a revelar no la derrota del PRD sino el fracaso personal de Andrés Manuel López Obrador. Pero en realidad el derrotado candidato presidencial perredista fue a su tierra precisamente a provocar la derrota para reforzar su papel de víctima del sistema político y para crear en el sureste otro foco de inestabilidad poselectoral.

López Obrador ha demostrado ser un maestro de la incongruencia. Luego de repudiar y desprestigiar al sistema político institucional por el 2 de julio, resulta que fue a Tabasco a encabezar la campaña del PRD a gobernador ajustándose a esas mismas reglas del juego. Por tanto, López Obrador llegó a Tabasco no para ayudar al candidato perredista Raúl Ojeda a ganar sino justamente a hacerlo perder.

Al final, López Obrador le apuesta a la creación de focos de inestabilidad en procesos electorales locales. Si fuera congruente con sus decires, entonces nada tendría que hacer en una elección que ha tenido las mismas reglas del juego que las presidenciales. Por tanto, López Obrador fue a Tabasco a hacer perder a Raúl Ojeda para operar, desde el domingo, un nuevo conflicto poselectoral como el que agitó luego de su derrota presidencial del 2 de julio.

El PRD tenía la gran oportunidad para ganar la gubernatura de Tabasco. Inclusive, los estrategas del PRD nacional habían pensado en asimilar a Andrés Granier como candidato perredista a la gubernatura, en el escenario de que Roberto Madrazo impondría a otro candidato priísta. La popularidad de Granier lo hacían un seguro ganador con cualquier partido. Sin embargo, Granier resultó el candidato priísta y López Obrador impuso al ex priísta y ex madracista Raúl Ojeda, en lugar de algún cuadro propiamente perredista.+

La imposición autoritaria de López Obrador provocó la fractura en el PRD tabasqueño. Las piezas políticas del perredismo local se hicieron a un lado y dejaron sin apoyo a Ojeda. Ahí está el caso de Auldárico Hernández, un dirigente indígena tabasqueño que había organizado con López Obrador las luchas perredistas contra el priísmo. En la toma de pozos petroleros de 1996, Auldárico fue el pivote del perredismo y López Obrador sólo el agitador profesional.

El copamiento de López Obrador del PRD tabasqueño no obedeció a una estrategia política definida. Se trató simplemente de la alianza dominante de López Obrador con ex priístas. En Tabasco quedó confirmada la tesis de que López Obrador no es de izquierda sino nada más un priísta resentido que ha logrado conformar un grupo político con otros priístas resentidos.

La conformación del buró político -reminiscencia de la estructura de los viejos partidos comunistas y su comando en el politburó-- del Frente Amplio Progresista es la confirmación del grupo dominante del lopezobradoristas: sólo ex priístas resentidos.

La ruptura en el PRD en Tabasco fue confirmada por Auldárico Hernández en una entrevista publicada en La Crónica el lunes pasado. El líder social desnuda políticamente a López Obrador y lo presenta como un dirigente ajeno al PRD y a la realidad tabasqueña:
“Sí, Ojeda perder, y si pierde Tabasco ¿cómo va (López Obrador) a tomar protesta como presidente legítimo? es desesperante por supuesto, aquí se juega la vida política de AMLO... esa es la desesperación”. “Si gana, Tabasco es oxígeno puro para él (AMLO), pero si pierde es la catástrofe personal de AMLO”.

En el PRD de Tabasco, López Obrador “ha decidido todo, ha sido el ayatola del PRD, por lo menos en el sur-sureste así ha actuado, como esas figuras del lejano oriente”. “Es AMLO un candidato madrina, en caso de que pierda Ojeda él va a ser el responsable y en el lejano caso de que gane Ojeda también será el responsable, es más, no es Ojeda sino AMLO el que gobernaría el estado”.

La estrategia de López Obrador, por extraño que parezca, es apostarle a la derrota. Una victoria de Raúl Ojeda ayudaría a calmar los ánimos, y más si se cumple el compromiso del candidato estatal perredista de reconocer a Felipe Calderón como presidente legítimo de la república, algo que López Obrador no quiere. En el fondo, López Obrador busca cachar conflictos, no hacer labor político. En Chiapas buscó la derrota del candidato perredista a gobernador, pero Juan Sabines ganó y como perredista reconoció a Calderón. Lo mismo pasaría con Ojeda.

Al final, López Obrador quiere incendiar políticamente el país con conflictos eslabonados. Es la táctica del Che Guevara de crear “uno, dos muchos Vietnam” en el mundo. Por eso en Tabasco López Obrador hace campaña para sí mismo, no para el candidato perredista Raúl Ojeda. Con todo, Ojeda tenía algunas posibilidades para ganar, pero a condición de rehacer al PRD local. Pero el candidato presidencial perredista derrotado no se lo permitió. Y el operador de la derrota perredista será Arturo Núñez Jiménez, otro priísta resentido que se pasó al PRD.

Las razones de los objetivos de López Obrador de desestabilizar al país se encuentran en el 2 de julio. López Obrador prefiere que el país truene políticamente y que Felipe Calderón no pueda tomar posesión de la presidencia de la república, a fin de que él, López Obrador, no pase a la historia como un candidato derrotado. Ahí se encuentra toda la explicación sicológica del comportamiento del tabasqueño: su ambición de trascendencia histórica fue truncada en las urnas el pasado 2 de julio.

Tabasco, por tanto, no será una elección local del PRD, sino un eslabón más del modelo de desestabilización política de López Obrador. Sólo que Raúl Ojeda y el PRD aún no han entendido que López Obrador llegó a Tabasco para hacer perder a los dos. Por eso la elección de Tabasco se enfila a otro conflicto poselectoral como el del DF. Así que los tabasqueños se deben preparar para plantones, marchas y campamentos.
Por Carlos Ramírez, indicador-politico.

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