Como era de esperarse,
la izquierda dogmática mexicana ha pasado
de la lucha de clases a la lucha de genes.
El debate reabierto sobre el aborto
está perdido para el PRD capitalino,
por lo que sólo le queda el camino de la politización,
radicalización e ideologización del tema.
De ahí que la estrategia a favor del aborto quiera ser arrinconada en el conflicto izquierda-derecha. Pero los que rechazan la despenalización del aborto no son todos de derecha, como los que lo aprueban tampoco son todos de izquierda.
En el fondo, el debate del aborto tiene seis puntos delicados:
1.- La vigencia del Estado de derecho. La izquierda desde su minoría nacional y su mayoría capitalina quiere imponer su agenda pero sin pasarla por el debate jurídico. Por eso va a sacar el problema a la estridencia de la calle, cuando el asunto es jurídico.
1.- La vigencia del Estado de derecho. La izquierda desde su minoría nacional y su mayoría capitalina quiere imponer su agenda pero sin pasarla por el debate jurídico. Por eso va a sacar el problema a la estridencia de la calle, cuando el asunto es jurídico.
2.- El derecho a la vida. Lo que defienden los que no apoyan el aborto es la vida, una bandera, por cierto, que hasta hace poco era de la izquierda. El aborto puede llegar a ser una visión darwinista del ser humano, tesis excluyente de la derecha que ahora asume la izquierda. El derecho a la vida está consagrado en la Constitución.
3.- El derecho mexicano ha sido obligado, por las reformas referentes al aborto, a redefinir un tema conceptual básico: el nasciturus, término, según los diccionarios jurídicos, que asume al ser humano en el derecho desde su concepción hasta su nacimiento. El nonato es, según las leyes, un individuo. Las leyes mexicanas asumen al nonato como nacido desde la concepción y así lo defienden y protegen. El aborto lo trata como cosa.
4.- La redefinición social de la maternidad. La izquierda, paradójicamente, ha convertido el concepto social del aborto en una decisión de privatización del cuerpo femenino. Pero social y jurídicamente la maternidad no es asunto privado de la mujer sino que involucra a la sociedad, las leyes, el esposo, la familia, el Estado y los derechos del nonato.
5.- Y un punto delicado que cambiaría el concepto de la maternidad: el efecto social, político e ideológico de la decisión de una madre que por razones de “proyecto de vida” individual decide interrumpir el proceso de vida en su vientre. La privatización del útero implica un cambio ideológico en las relaciones sociales.
6.- La decisión autónoma --privatizada-- de una embarazada sobre la vida concebida en el útero tiene otros efectos jurídicos que se refieren a la relación de dependencia de una vida naciente sobre la madre.
El aborto es una decisión que implica los considerandos del homicidio: premeditación, alevosía y ventaja. Y uno adicional que se trata en el artículo 138 del código penal del DF: la traición.
Un no nato confía en su madre y ésta traiciona esos compromisos de la maternidad. Jurídicamente la traición cuando una persona quebranta la confianza o seguridad de otra. El nonato depende de los valores de la madre. Y ésta impone sus criterios por encima de la responsabilidad social, humana y jurídica que implica la maternidad de una mujer.
El debate sobre el aborto ha regresado en varios países. En los Estados Unidos, por ejemplo, hay una intensa discusión en torno al caso Roe vs. Wade que llegó en 1973 a la Suprema Corte y legalizó el aborto.
Ahí se decidió entonces que los derechos de la mujer estaban por encima de los derechos del nonato. Y se autorizó el aborto. Pero veinticinco años después, Norma McCovery --a quien se ocultó bajo el nombre de Jane Roe en el caso en la Corte-- se arrepintió de haber llevado su solicitud de aborto a las leyes y confesó: “todo aborto es un asesinato”.
A pesar del sentido stalinista del PRD capitalino que impuso la despenalización sin atender críticas y argumentos en contra, las impugnaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y de la Procuraduría General de la República nada tienen que ver con la derecha ni con la iglesia católica sino que refieren situaciones del Estado de derecho.
En cambio, el PRD en el DF volvió a su lenguaje stalinista de ideologización y el gobierno capitalino utilizó conceptos de ring de lucha libre.
Lo que quedó en la mesa de discusiones es un asunto bastante sencillo de exponer: los nonatos tienen, como dicen las leyes mexicanas y los compromisos derivados de tratados internacionales con fuerza de ley, derechos garantizados o la despenalización del aborto va a modificar la tradición jurídica humanista mexicana que decidió proteger los derechos de los niños desde el momento de la concepción.
Es decir, lo que está a debate es el alcance del derecho a la vida que garantiza la Constitución: el PRD en el DF, el gobierno capitalino y las mujeres pro aborto conculcan el derecho a la vida en aras de una decisión que significa en el fondo la privatización del útero femenino y el fin de una doctrina social de derechos individuales.
En este contexto, derrumbado el mundo ideológico de la izquierda, el PRD en el DF va a pasar de la lucha de clases que fijo Marx como eje del socialismo a la lucha de genes que implica el darwinismo social individualista y privatizador de los defensores del aborto. Así, la izquierda ya se pasó a la derecha.
Por Carlos Ramírez
RLB Punto Politico.
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