Si el grito más consistente sobre Tlatelolco es el de “¡2 de octubre no se olvida!”, resulta que políticamente el significado político del movimiento estudiantil no sólo se olvidó sino que fue enterrado y 40 años después definitivamente perdió su razón de ser por tres razones:
1.- Si el movimiento estudiantil fue contra el PRI, ahora el PRI y buena parte de los avales morales priístas del 68 están, dicen las encuestas, a punto de regresar al poder en el 2012.
2.- Si el movimiento estudiantil fue contra el sistema autoritario y represivo del PRI, varios de los funcionarios de los gobiernos de Díaz Ordaz y Echeverría se salieron del PRI no por coherencia ideológica sino porque les negaron chamba o candidaturas y cayeron en el primer círculo de poder de López Obrador y por tanto dominan política e ideológicamente al PRD.
3.- Y si el movimiento estudiantil basa su victoria en la implantación de medidas democráticas que llevaron a la derrota presidencial del PRI, el ex priísta López Obrador y priístas que lo acompañan se han dedicado a dinamitar justamente esos avances democratizadores para instalar un gobierno pare-lelo que parece más bien una comuna sesentayochera.
En una de esas paradojas de la historia, el sistema priísta político no sólo resistió el acoso judicial por la represión, sino que renació en el PRD con los priístas que tomaron el control del partido que surgió --otra ironía-- del Partido Comunista Mexicano, sin duda la formación política más sólida en la lucha estudiantil y popular del 68 y ahora ese PRD es el principal aliado del PRI para que un priísta gane la presidencia de la república en el 2012.
Porque se trata del mismo PRI. Por ejemplo, uno de los dirigentes obreros que operó en el 68 con Fidel Velázquez toda la ofensiva contra los estudiantes fue Joaquín Gamboa Pascoe, uno de los diputados priístas que aplaudió sin pruritos morales el informe de Díaz Ordaz de 1969 donde explicó la represión. Por cierto, en la misma Cámara de Diputados de ese primero de septiembre estaba el entonces secretario general del Seguro Social, Porfirio Muñoz Ledo, asesor político de Echeverría y como tal partícipe en la redacción del informe presidencial, quien también avaló con sus aplausos la represión. Hoy Gamboa es líder obrero del PRI que regresará en el 2012 y Muñoz Ledo es ideólogo de López Obrador.
La lista de priístas que estaban en el PRI en 1968 y en 1971 y que se salieron del PRI en la debacle de los noventa y que hoy viven en el PRD de López Obrador es larga: Enrique González Pedrero fue senador secretario general del PRI de Echeverría. Víctor Flores Olea fue embajador de Echeverría. Manuel Marcué, el fundador de la revista disidente Política, terminó de asesor político de López Portillo como candidato en 1976.
Otros: Gilberto Guevara Niebla, uno de los dueños de las franquicia del 68, fue subsecretario de Educación en el gobierno priísta de Zedillo y colaboró con el gobierno priísta de Salinas, el sexenio salinista que revalidó el 68 y en el que asesinaron a más de 500 perredistas. El escritor Carlos Fuentes pulula por el mundo con etiqueta de progresista, pero fue uno de los más apasionados defensores de Echeverría justo después del halconazo.
Carlos Monsiváis, el cronista del 68 por un mismo texto cientos de veces redactado y vuelto a redactar, fue miembro del gubernamental consejo consultivo del Pronasol de Salinas, en cuyo gobierno asesinaron a 500 perredistas muertos. Y en el Frente AMLO está también Dante Delgado, uno de los principales colaboradores políticos de Fernando Gutiérrez Barrios, el jefe de la Federal de Seguridad señalada como el brazo de la represión.
Y el dato varias veces expuesto: Miguel Nazar Haro, el subdirector de la Federal de Seguridad señalado por estudiantes como el torturador de los detenidos en Tlatelolco, después jefe de la brigada que liquidó criminalmente a disidentes y hombre de la CIA en México, fue legalizado por Manuel Camacho y Marcelo Ebrard en 1989 al designarlo director de inteligencia de la policía del DF para aplicar las mismas técnicas del 68 contra delincuentes.
La clave de la lectura de Tlatelolco no se localiza en la lista de sacrificados, sino en el dato concreto de que el movimiento estudiantil y popular fue una protesta contra el PRI y su modelo político autoritario. Pero muchos priístas del 68 se pasaron al PRD y rodearon a López Obrador y otros se preparan en el PRI a demostrar que el 2 de octubre ya se olvidó y que la sociedad puede darle el voto al mismo PRI del 68 para que regrese a la presidencia en el 2012.
No sin dejo de amargura, Carlos Monsiváis recuperó la complicidad priísta del 68 en un párrafo en su nuevo libro sobre el 68, al referirse a los funcionarios que no renunciaron entonces --y varios de los cuales hoy están en el PRD de López Obrador--, un párrafo que podría ser un largo epitafio del movimiento estudiantil del 68 para los que en el 68 avalaron la represión:
“Nadie renuncie. Nadie abandona por gusto el Sistema. Nadie se aleja del espacio redentor, del único y pronto auxilio en las tribulaciones, de la pertenencia al paraíso concebido. Nadie se distancia a gusto del gobierno o del Estado. Mientras tales axiomas funcionen, el PRI resulta invencible. Y el elemento clave no es tanto el miedo como la inseguridad frenética: no me veo fuera del gobierno. ¿Qué hago yo en la oposición? Entiéndeme, no hay alternativas”.
Bueno, a 40 años de la matanza priísta en Tlatelolco sí hay alternativas para los priístas: el PRD y López Obrador o el mismo PRI. Y de ahí, ese sistema priísta del 68 va a regresar al poder en el 2012 como PRIRREDE. Porque el verdadero 2 de octubre del 68 ya se olvidó.
Por Carlos Ramírez
Post RLB . Punto Politico.
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