Ningún país se puede dar el lujo de permitir el desplome de su sistema financiero, porque el costo económico y social se dispara. El problema es que de nada sirve estar rescatando bancos si el problema de fondo, la mala política económica que ha provocado la falta de ahorro y el excesivo endeudamiento, no se resuelve.
Ningún país puede gastar más de lo que gana. Este principio, que durante mucho tiempo el gobierno estadounidense reiteró constantemente a los países latinoamericanos, hoy debe ser aprendido y aceptado por Washington.
La crisis de las hipotecas se ha ampliado y ha afectado a virtualmente todos los segmentos de la economía estadounidense. La falta de crédito, de hecho, podría provocar una depresión similar a la que se registró en el mundo en la década de 1930, a menos de que el gobierno estadounidense entienda lo que está haciendo mal.
La Unión Americana llevaba mucho tiempo sin tener una verdadera recesión. Incluso el tropezón del 2001, influido tanto por los ataques terroristas del 11 de septiembre como por el desplome de las acciones de alta tecnología, no alcanzó a convertirse en una verdadera recesión, la cual se define tradicionalmente como dos trimestres consecutivos de caída en el producto interno bruto.
La estabilidad que hasta hace poco tuvo la economía estadounidense se debió a las buenas políticas aplicadas por Bill Clinton en los años noventa en que fue presidente. Clinton eliminó el déficit de presupuesto que heredó de su predecesor, George Bush padre, e impulsó una tasa de crecimiento sustentable. Pero George W. Bush, quien asumió la presidencia a partir del 2000, incurrió una vez más en una política irresponsable al caer en un creciente déficit de presupuesto.
Primero la excusa fue el combate contra el terrorismo. Después Bush se lanzó a dos guerras simultáneas, una en Afganistán y la otra en Iraq.
La crisis de las hipotecas se ha ampliado y ha afectado a virtualmente todos los segmentos de la economía estadounidense. La falta de crédito, de hecho, podría provocar una depresión similar a la que se registró en el mundo en la década de 1930, a menos de que el gobierno estadounidense entienda lo que está haciendo mal.
La Unión Americana llevaba mucho tiempo sin tener una verdadera recesión. Incluso el tropezón del 2001, influido tanto por los ataques terroristas del 11 de septiembre como por el desplome de las acciones de alta tecnología, no alcanzó a convertirse en una verdadera recesión, la cual se define tradicionalmente como dos trimestres consecutivos de caída en el producto interno bruto.
La estabilidad que hasta hace poco tuvo la economía estadounidense se debió a las buenas políticas aplicadas por Bill Clinton en los años noventa en que fue presidente. Clinton eliminó el déficit de presupuesto que heredó de su predecesor, George Bush padre, e impulsó una tasa de crecimiento sustentable. Pero George W. Bush, quien asumió la presidencia a partir del 2000, incurrió una vez más en una política irresponsable al caer en un creciente déficit de presupuesto.
Primero la excusa fue el combate contra el terrorismo. Después Bush se lanzó a dos guerras simultáneas, una en Afganistán y la otra en Iraq.
Recortó también los impuestos a los grupos más ricos de la sociedad. Con todo esto aumentó de manera estratosférica el déficit de presupuesto y la deuda pública del país.
Pero no quedaron ahí las cosas. La Reserva Federal, o banco central, mantuvo durante años una política económica muy laxa que promovió la caída del ahorro y el aumento del endeudamiento público. De hecho, hubo años en que el ahorro total del país fue negativo.
Pero no quedaron ahí las cosas. La Reserva Federal, o banco central, mantuvo durante años una política económica muy laxa que promovió la caída del ahorro y el aumento del endeudamiento público. De hecho, hubo años en que el ahorro total del país fue negativo.
Los estadounidenses aprendieron a vivir del crédito. Y cuando la economía empezaba a apuntar hacia una recesión, parte normal del ciclo económico, las autoridades financieras inyectaban más dinero. Todo esto, añadido a una ampliación del mercado hipotecario, hizo que se fuera acumulando una cantidad muy grande de hipotecas con problemas en los principales bancos del país. Quizá era inevitable que cuando llegara el ajuste, éste fuera tan dramático como lo está siendo.
El presidente George W. Bush ha presentado un plan de rescate del sistema bancario con el apoyo de la Reserva Federal e incluso de los dos principales candidatos a la presidencia del país, John McCain y Barack Obama. Sin embargo, el plan ha enfrentado una enorme resistencia en el Congreso de los Estados Unidos, donde fue rechazado el 29 de septiembre.
Y quizá el rescate sea imposible de evadir. Ningún país se puede dar el lujo de permitir el desplome de su sistema financiero, porque el costo económico y social se dispara. El problema es que de nada sirve estar rescatando bancos si el problema de fondo, la mala política económica que ha provocado la falta de ahorro y el excesivo endeudamiento, no se resuelve.
El presidente George W. Bush ha presentado un plan de rescate del sistema bancario con el apoyo de la Reserva Federal e incluso de los dos principales candidatos a la presidencia del país, John McCain y Barack Obama. Sin embargo, el plan ha enfrentado una enorme resistencia en el Congreso de los Estados Unidos, donde fue rechazado el 29 de septiembre.
Y quizá el rescate sea imposible de evadir. Ningún país se puede dar el lujo de permitir el desplome de su sistema financiero, porque el costo económico y social se dispara. El problema es que de nada sirve estar rescatando bancos si el problema de fondo, la mala política económica que ha provocado la falta de ahorro y el excesivo endeudamiento, no se resuelve.
Por Sergio Sarmiento.
Post RLB .Punto Politico.
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