martes, 21 de octubre de 2008

Al diablo con las instituciones + De narco a AMLO por ruptura

Justo cuando el método democrático ha comenzado a funcionar en el Senado para sacar una reforma energética pactada entre todas las fuerzas políticas, Andrés Manuel López Obrador prepara a sus huestes para tomar por asalto la ciudad de México si el congreso aprueba cualquier dictamen.

No se trata de una mera protesta, agitada pero sometida a los lineamientos de la estabilidad. En realidad, López Obrador prepara una verdadera insurrección para evitar la funcionalidad del sistema político. Y lo hace en función de su fuerza como caudillo de grupos radicales dispuestos a cumplir la instrucción de Porfirio Muñoz Ledo de “reventar el sistema político”.
En las calles no existe una disputa política sino una lucha por el poder: desde el narcotráfico y la delincuencia, hasta los maestros disidentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, pasando por perredistas que aún se niegan a reconocer la legitimidad del presidente de la república, todos ellos tienen el objetivo de romper la estabilidad social y política.
Y en todos los casos, se trata de una subversión de la minoría. López Obrador tiene el derecho de interpretar las reformas energéticas en debate, pero está obligado a someterse a las reglas democráticas. Pero desde su muy notoria minoría quiere imponer sus decisiones a la mayoría. La corriente lopezobradorista representa menos del 10% de la política nacional, toda vez que el PRD mantiene un 12% como partido.
La protesta de López Obrador y aliados se localiza en el escenario de su definición política de mandar “al diablo” a las instituciones:
1.- Los partidos representados legal y electoralmente en el Senado se han reunido para negociar un dictamen que pase por la aprobación de todas las fuerzas políticas, incluyendo el PRD. Pero López Obrador y seguidores han amenazado con tomar por asalto la ciudad si las mayorías asumen decisiones que contradigan los principios políticos del propio López Obrador. Desde una minoría, López Obrador ha construido una dictadura para gobernar por la fuerza.
2.- La CNTE es otro ejemplo de la arbitrariedad autoritaria. Como organismo jurídico, la CNTE es inexistente porque sus dirigencias carecen de legalidad y porque la titularidad del contrato colectivo lo tiene legalmente el SNTE de la maestra Elba Esther Gordillo. Por tanto, es legal el convenio de modernización educativa. Pero la CNTE violenta la calle, paraliza la ciudad, cierra carreteras y se alía con el GDF para llegar hasta Los Pinos con el propósito de lograr por la violencia lo que no puede asumir por la vía democrática. Si fuera mayoría, la CNTE desde cuando habría desplazado a la maestra Gordillo.
3.- El narcotráfico y la delincuencia organizada le disputan al Estado y al gobierno territorios de la soberanía de la nación. Quieren dominar el cultivo, comercialización y consumo de droga, a veces con la sorprendente alianza de perredistas como Víctor Hugo Círigo y el ex guerrillero eperrista René Arce, los dos marcados por la confrontación. La violencia de la delincuencia tiene el propósito de liquidar las instituciones y convertir el poder de la droga en el dominante de las relaciones sociales. Ahí se ubica la intención de Círigo y Arce de legalizar la marihuana, sin duda uno de los objetivos de las bandas de narcos. De legalizarse la droga, los productores podrían llegar a cargos de elección.
4.- La Alianza Popular de los Pueblos de Oaxaca se ha convertido en una organización insurreccional. Durante 2006 logró reventar el tejido social en la ciudad de Oaxaca y ahora se desplaza hacia la ciudad de Cuernavaca, también en alianza con los maestros disidentes. Su objetivo no es la lucha por el poder por la vía institucional, sino a partir de la violencia contra las instituciones. En Oaxaca la APPO evidenció relaciones orgánicas con la guerrilla del EPR, cuyos objetivos declarados son los de destruir el Estado mexicano actual y erigir un Estado socialista.
5.- El jefe de gobierno para-lelo en el DF, Marcelo Ebrard, ya conformó un espacio de gobierno renegado. A pesar de haber salido electo en la misma contabilidad electoral que Calderón, Ebrard se ha negado a reconocer la institucionalidad del presidente de la república, un poco por el miedo a López Obrador pero otro porque quiere debilitar las instituciones y sobre ellas construir la posibilidad de su candidatura presidencial. Pero la falta de relaciones institucionales entre el gobierno federal y el gobierno del DF se localiza en el fondo de los conflictos de gobernabilidad y de inseguridad. Ebrard ha dado el paso peligroso de sacar a la policía capitalina de las protestas para que las hordas lleguen hasta Los Pinos.

En el fondo se percibe una intención insurreccional, no de protesta. Se quiere imponer la voluntad de la minoría a partir acciones de violencia. Aún si tuviera razón, López Obrador debería de someterse al método democrático del juego mayoría-minoría. Por eso López Obrador ya no es un líder sino un caudillo por la gracia divina de un ser superior que le confirió el nombramiento de prócer salvador de la patria, el mismo argumento bajo el cual gobernó el PRI durante 71 años.
López Obrador ha anulado El método democrático para revalidar la calle. Pero lo grave es que en la calle no valen las razones sino la fuerza.

Por Carlos Ramirez.
Post RLB Punto Politico.

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