martes, 7 de octubre de 2008

Crack: fallas de Alan y Ben - Colapso Minsky: vender todo

El crack bursátil-financiero-económico de 2008 ha sido producto de la irresponsabilidad de los responsables de la política económica de los Estados Unidos. Hay hechos concretos:

1.- Como presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan permitió las tres burbujas especulativas que han estallado: las acciones, los créditos y las hipotecas bancarias.
2.- En octubre de 2005, apenas designado presidente de las Fed, Ben Bernanke declaró en el congreso que “él no pensaba” que fuera a estallar la burbuja hipotecaria porque el auge de las viviendas “reflejaba fundamentos económicos muy fuertes”.
3.- El colapso bursátil llegó a lo que en los Estados Unidos se conoce como el “momento Minsky”, en referencia a las siete etapas de una crisis fijada por el economista Hyman Minsky: cuando los inversionistas comienzan a vender incluso sus inversiones más sólidas para pagar sus préstamos.
4.- Lo que está en colapso no es sólo la bolsa, el mercado inmobiliario, los bancos y los deudores, sino el pensamiento económico neoliberal de Milton Friedman que señala que los mercados no fallan y los gobiernos sí. La crisis del 2006 hizo pedazos, afirma James K. Galbraith, hijo del brillante economista progresista John Kenneth Galbraith, el llamado “nuevo consenso monetario”, que sostiene que los bancos centrales deben ahora regresar a las metas inflacionarias y proseguir una política mucho más restrictiva y que no sucederá ninguna recesión.
5.- La responsabilidad de la crisis recae doblemente en Bernanke: primero, como presidente de la Fed y su incapacidad para prevenir los comportamientos erráticos del mercado; y segundo, porque en 1983 y en 2005 publicó dos libros sobre la gran depresión de 1929 y con esa experiencia la economía le estalló en las manos en la bolsa.
6.- Y en el fondo, falló el papel regulador del Estado y las distracciones de la Fed. Galbraith dice en su texto que el nuevo consenso monetario nada hizo “sobre los préstamos hipotecarios abusivos, la titulación especulativo y el fraude corporativo”.

A diferencia de otras crisis, México tiene instrumentos de resistencia: inflación bajo control, estabilidad fiscal, crecimiento basado en mercado interno y pasivos bancarios no inflados. La Bolsa quedó atrapada en la globalización de los mercados y en su propio bluf. La caída de la bolsa no refleja, como en ocasiones anteriores, la debilidad de las empresas sino sólo la fiebre especulativa tradicional en un mercado bursátil en donde siempre habrá burbujas especulativas y estallamientos descontrolados.

El problema en México ha sido la falta de previsión sobre la crisis bursátil en los Estados Unidos, la tendencia a una vinculación a ciegas con el exterior y la falta de programas de emergencia precisamente para este tipo de crisis. El programa contracíclico, por ejemplo, fue diseñado y anunciado con bombo y platillos, pero a la fecha se perdió en la burocracia y la impericia de los sectores encargados de la infraestructura.

El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, no ha podido diseñar un discurso de definiciones de la crisis y de los programas de resistencia. Asimismo, falta la gran definición del presidente de la república sobre la crisis, su carácter y sus efectos en México. Y el congreso no sale de su pasmo y afila las navajas para atacar a los funcionarios del gobierno y no participar en los mecanismos de resistencia.

El peor efecto que se espera en México será la recesión estadunidense y sus posibilidades de depresión, con los chicotazos inflacionarios. La caída de la bolsa en México ha presionado al tipo de cambio por razones obvias: los sobrevivientes buscan proteger sus recursos.

La asimilación de la crisis está en manos del presidente de la república, toda vez que no cuenta con el congreso ni con los partidos. A ello se agrega la politización de la crisis con miras a extenderla hacia las elecciones legislativas de julio del 2009. De ahí que se requiera de un acuerdo político y social de estabilización económica entre los sectores productivos para mandar señales positivas al mercado y evitar el desorden del pánico social.
Hasta ahora no ha habido un discurso coherente que explique la crisis desde México y plantee los mecanismos de resistencia.
Lo que viene es, como pasó después de la gran depresión, un corto ciclo keynesiano de intervención del Estado. Lo resume en pocas palabras Galbraith: “que reconozcan lo obvio, la inestabilidad del capitalismo, la irresponsabilidad de los especuladores, la necesidad de la regulación y el imperativo de la intervención”. Paradójicamente, Keynes volverá a ser la salvación del capitalismo.
Y en los EU habrán de exigir rendición de cuentas. Apenas en noviembre del 2002, en un homenaje a Milton Friedman en la Reserva Federal, Bernanke --entonces gobernador y luego presidente-- analizó la propuesta de interpretación de Friedman sobre el crack del 29 y concluyó: “en cuando a la gran depresión, tienen razón (Friedman y su colaboradora Ana Schwartz), lo hicimos (por la responsabilidad de la Fed). Lo lamentamos mucho. Pero gracias a ustedes, no volveremos a hacerlo”.
El crack de octubre del 2008 reveló que la Fed, con Bernanke, volvió a fallar.
Por Carlos Ramirez.
Post RLB. Punto Politico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario