El gobierno de Cristina Kirchner acaba de asaltar a mano armada a los argentinos, al confiscar las jubilaciones privadas por un valor de 30 mil millones de dólares e incorporar esos fondos a las arcas estatales. Es un asalto a mano armada porque el aparato estatal está respaldado por la fuerza de las armas, razón por la que los ciudadanos no pueden resistirse tamaño abuso, a menos que recurran al derecho a la legítima defensa, en la tradición de Buchanan-Sidney-Locke, al que recurrió Argentina en 1810 para liberarnos del yugo español.
Pero, como decía Juan Bautista Alberdi, dejamos de ser colonos de España para serlo de nuestros propios gobiernos.
Pero, como decía Juan Bautista Alberdi, dejamos de ser colonos de España para serlo de nuestros propios gobiernos.
Este manotazo viene a continuación de otros, como la reiterada confiscación de los depósitos: primero por Menem, luego por De la Rua y finalmente por Duhalde.
Decir “finalmente” es una expresión de deseos, ya que el ataque de los gobiernos a los ciudadanos está a la orden del día.
Pero este nuevo manotazo es peor que los anteriores porque antes entregaron a los depositantes confiscados promesas de pago futuro, en papeles de la deuda emitidas por los asaltantes, como si un ladrón entregara pagarés a sus víctimas.
Esto da por tierra con los últimos vestigios del Estado de Derecho en Argentina y a partir de ahora cualquier propiedad está en manos de la arbitrariedad del soberano. Así lo anticipaba Alberdi, padre de la Constitución argentina, quien en 1854 escribió: “Después de ser máquinas del fisco español, hemos pasado a serlo del fisco nacional: he ahí toda la diferencia. Después de ser colonos de España lo hemos sido de nuestros gobiernos patrios; siempre estado fiscales, siempre máquinas serviles de rentas que jamás llegan porque la miseria y el atraso nada pueden redituar”.
Lamentablemente, con esto el gobierno de Cristina Kirchner se inscribe en la línea del Socialismo del siglo XXI de sus admirados Chávez, Ortega, Correa y Morales. Una cachetada feroz a la democracia y un paso firme al autoritarismo más cavernario.
Nada queda de los principios democráticos tan bien expuestos por autores a través de la historia, desde Cicerón hasta Sartori.
Retornamos así a la negación del sistema, ilustrada por las tramposas ecuaciones sobre votaciones escritas por Juan González Calderón, en su tratado de derecho constitucional: 50% más 1% = 100% y 50% menos 1% = 0%.
Estos acontecimientos brindan la oportunidad de tomar distancia, despejar telarañas mentales, pensar, discutir y escudriñar propuestas fértiles, como las presentadas por autores de la talla de Anthony de Jasay, y no seguir empecinados en utopías, cuyos incentivos naturales conducen sistemáticamente al abuso del poder.
Post RLB Punto Politico.
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