El ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, y algunos de sus simpatizantes han mantenido que las explosiones y el comunicado del EPR son parte de un complot cuyo propósito es tender una cortina de humo para evitar que se siga prestando atención al escándalo generado por las declaraciones de Zhenli Ye Gon.
El gobierno de la república se resistió en un principio a reconocer que las explosiones en ductos de Pemex en los estados de Guanajuato y Querétaro hubiesen sido producto de atentados. Los rumores se registraron casi desde un principio. Eran demasiadas explosiones en un tiempo breve y todo parecía indicar que habían sido concertadas.
De hecho, el primer estallido, que hasta la fecha no ha sido reconocido como atentado por parte de las autoridades, tuvo lugar en la refinería de Cadereyta en Nuevo León. No fue sino hasta que en un comunicado el EPR se adjudicó la responsabilidad de las explosiones que el gobierno federal se vio obligado a reconocer que los estallidos no eran una simple coincidencia.
Uno puede entender las razones del gobierno de la república para tratar de ocultar que las explosiones hayan sido producto de atentados.
Uno puede entender las razones del gobierno de la república para tratar de ocultar que las explosiones hayan sido producto de atentados.
Las autoridades tienen responsabilidad de mantener la tranquilidad de la población y el reconocimiento de que ha habido atentados terroristas afecta de manera muy significativa la calma entre la población y entre los inversionistas.
El comunicado del EPR, de hecho, ironiza acerca de la explicación oficial sobre la explosión de Cadereyta, la cual le fue atribuida al impacto de un rayo, aun cuando, curiosamente, el EPR no asume abiertamente responsabilidad por el estallido.
Han surgido cuestionamientos válidos sobre el desempeño de nuestras instituciones de inteligencia y seguridad nacional en estas explosiones, si bien hay que reconocer que siempre es muy difícil impedir un atentado terrorista. Los aparentes ataques del EPR deberían ser un acicate para revisar la forma en que operan nuestras instituciones de seguridad nacional.
Pero en este país de “sospechosismos”, para retomar el término de don Daniel Cossio Villegas que recientemente recuperó Santiago Creel, ninguna explicación es aceptable si no es suficientemente complicada. Así, el ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, y algunos de sus simpatizantes han mantenido que las explosiones y el comunicado del EPR son parte de un complot cuyo propósito es tender una cortina de humo para evitar que se siga prestando atención al escándalo generado por las declaraciones de Zhenli Ye Gon.
Han surgido cuestionamientos válidos sobre el desempeño de nuestras instituciones de inteligencia y seguridad nacional en estas explosiones, si bien hay que reconocer que siempre es muy difícil impedir un atentado terrorista. Los aparentes ataques del EPR deberían ser un acicate para revisar la forma en que operan nuestras instituciones de seguridad nacional.
Pero en este país de “sospechosismos”, para retomar el término de don Daniel Cossio Villegas que recientemente recuperó Santiago Creel, ninguna explicación es aceptable si no es suficientemente complicada. Así, el ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, y algunos de sus simpatizantes han mantenido que las explosiones y el comunicado del EPR son parte de un complot cuyo propósito es tender una cortina de humo para evitar que se siga prestando atención al escándalo generado por las declaraciones de Zhenli Ye Gon.
Éste empresario de origen chino ha dicho que cuando menos una parte de los 205 millones de dólares que tenía en efectivo en su casa de Las Lomas los había recibido por amenazas del PAN.
La verdad es que la historia de Zhenli es bastante inverosímil. Está bien que se investigue, como cualquier otra acusación, pero su narración está llena de contradicciones. Puede uno dudar que un partido le haya entregado millones de dólares en efectivo a un desconocido.
Lo curioso del caso es que López Obrador está apostando a la veracidad de esta dudosa historia para comprobar su nueva teoría de la conspiración. El gobierno habría saboteado las instalaciones de Pemex e inventado un comunicado de la EPR, generando daños económicos enormes, sólo para tender una cortina de humo ante una historia tan difícil de creer como la Zhenli.
La verdad es que la historia de Zhenli es bastante inverosímil. Está bien que se investigue, como cualquier otra acusación, pero su narración está llena de contradicciones. Puede uno dudar que un partido le haya entregado millones de dólares en efectivo a un desconocido.
Lo curioso del caso es que López Obrador está apostando a la veracidad de esta dudosa historia para comprobar su nueva teoría de la conspiración. El gobierno habría saboteado las instalaciones de Pemex e inventado un comunicado de la EPR, generando daños económicos enormes, sólo para tender una cortina de humo ante una historia tan difícil de creer como la Zhenli.
Por Sergio Sarmiento.
RLB Punto Politico.
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