Debaten liderazgo de caudillo o partido
La semana pasada fue la peor en el liderazgo político perredista de Andrés Manuel López Obrador. El PRD llevó a debate público el papel del presidente legítimo. Lo que le importa a la izquierda populista y ex priísta es impedir que el tabasqueño se convierta en el caudillo del partido.
La semana pasada fue la peor en el liderazgo político perredista de Andrés Manuel López Obrador. El PRD llevó a debate público el papel del presidente legítimo. Lo que le importa a la izquierda populista y ex priísta es impedir que el tabasqueño se convierta en el caudillo del partido.
En unos días, el poder de López Obrador fue cuestionado y acotado la semana pasada.
Fueron hechos que revelaron la extrema debilidad política de López Obrador, el espacio de autonomía del PRD y sobre todo la imposición de una realidad institucional que el fracasado candidato presidencial perredista se ha negado a entender:
1.- La desobediencia perredista de la orden de no negociar la reforma fiscal con el gobierno de Calderón. Los legisladores se negaron a acatar la instrucción pública de López Obrador y abrieron negociaciones en el congreso, lo que llevó a López Obrador a “ordenar” que sí negociaran.
2.- La ofensiva contra el operador lopezobradorista Ricardo Monreal por reventar al PRD en Zacatecas. El caso Monreal podría ilustrar la pugna entre pejistas y chuchos por el control del PRD. López Obrador había permitido que Monreal operara contra el PRD en Zacatecas.
3.- El fracaso del Frente Amplio Progresista del tabasqueño en coaliciones que no se cumplieron. En el fondo, el PRD se niega a participar en coaliciones ordenadas por López Obrador y sólo las aprueba cuando son decisión del partido. El FAP quedó en un cascaron.
4.- La filtración del empleo en la procuraduría del DF al primogénito de López Obrador, José Ramón López Beltrán, con la intención de abrir un espacio al escándalo político. La información pareció salir de perredistas capitalinos. En el DF también hay una lucha de lopezobradoristas contra perredistas. Y como tercero interesado, Marcelo Ebrard quiere capitalizar las divisiones.
5.- La exhibición pública del regreso de René Bejarano, el operador de López Obrador que recibió dinero del empresario y editor Carlos Ahumada como producto de una extorsión. Bejarano volvió a la política a operar maniobras para López Obrador porque el tabasqueño se quedó sin un ejecutor confiable, capaz de todo y leal. Bejarano regresó al PRD la operación de una política mafiosa a favor del tabasqueño.
6.- Y el anuncio de que legisladores perredistas decidieron suspender el dinero de sus dietas que iba a financiar el gobierno legítimo de López Obrador porque simplemente pagaba sueldos y prestaciones a un gabinete de mentiras. Los legisladores eran obligados a aportar una cuota fija al grupo del tabasqueño con el argumento de que habían ganado --chantaje o protección, dos modelos de la política mafiosa de López Obrador-- por el arrastre del candidato presidencial perredista.
De ahí que el debate en el PRD no sea sobre su papel en la transición o la negociación de iniciativas, sino sobre la forma de limitar o darle una dimensión justa al papel de López Obrador en el PRD. Y junto a ello, comenzar a acotar la intención del tabasqueño de imponer al próximo presidente nacional del partido. Por lo pronto, el PRD va a sacudirse a Monreal, un político priísta acostumbrado a las maniobras de poder, un molusco de la política y un clon de los estilos políticos de López Obrador. Monreal era una carta guardada del tabasqueño para el relevo en el CEN del partido.
Pero todo indica que López Obrador ha perdido su encanto y su fuerza se basa sólo en la capacidad de movilización de los grupos lumpen del país. Su iniciativa para debatir con el presidente Calderón fue una forma desesperada de tratar de mitigar su liderazgo fracasado en el caso de la negociación de la reforma fiscal. López Obrador quería tener enfrente a Calderón no para debatir ideas o proyectos sino para insultarlo. Tan era irracional ese desafío, que nadie lo tomó en cuenta. Aunque en el fondo fue sólo una maniobra de distracción.
El problema de fondo en la oposición perredista no radica en la confrontación interna sino en el dato revelador de que el PRD ha perdido capital político por la obsesión de López Obrador de seguir viviendo el 3 de julio del 2006. Lo escribió el sábado Rosa Albina Garavito, consejera emérita del PRD: “lo cierto es que estamos frente a otra escaramuza más entre el líder social y político más importante de la izquierda y el aparato del PRD y del FAP.
Escaramuzas que no llegan a ser debates de ideas y proyectos, porque hasta ahora han sido superadas sólo por el cálculo del costo político de decir no a AMLO.
Mientras tanto, la fuerza política de la izquierda acumulada en 35% de votos el 2 de julio del 2006 se derrocha; una verdadera lástima porque no es la suerte de AMLO o de los aparatos de la izquierda partidaria lo importante, sino el futuro del país”
El ambiente político en el PRD indica que ya se agotó el escenario de la presidencia legítima y que el partido debe regresar a la seriedad de la política. Lo que está en riesgo no es el gobierno de carnaval de López Obrador, sino la institucionalidad de un partido de oposición que aspira a ser gobierno real. De ahí que se vean perredistas que quieren encapsular a López Obrador.
Por Carlos Ramírez.
RLB Punto Politico.
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