El día anterior a la entrada en vigor del nuevo
reglamento metropolitano de tránsito,
la ciudad de México fue paralizada
por una marcha inútil de
militantes perredistas protestando contra algo.
regulaciones viales y ninguna autoridad puso orden. Pero al día siguiente, con el nuevo reglamento de tránsito, los policías de la ciudad de México se lanzaron sobre el ciudadano sin partido que vive en el DFy lo amenazaron con multarlo y acumularle puntos malos sihablaban por celular al conducir, si no se ponía el cinturón de seguridad o si veía mal a los policías.
La aplicación del nuevo reglamento de tránsito en el DF fue una maniobra de distracción muy al estilo Ebrard para reprimir al ciudadano que protesta contra las marchas, plantones y campamentos de militantes perredistas del partido del intendente de López Obrador en la jefatura del gobierno capitalino y para marginar los verdaderos problemas de la ciudad.
Pero el reglamento es un documento fascistoide, autoritario y represor que castiga al ciudadano mientras la ciudad de México sigue en poder de las mafias políticas del PRD que controlan los microbuseros, los taxis piratas, los contingentes que marchan contra cualquier cosa y hasta la prostitución.
Ahora resulta que la principal plaga de la ciudad son los automovilistas que conducen y hablan por celular y de paso no se ponen en cinturón de seguridad. De nueva cuenta, Ebrard engaña a la ciudadanía porque los problemas de la ciudad de México están identificados: el pésimo y deficiente transporte público, la impunidad de los choferes de micros, el crimen organizado de los taxis piratas, la delincuencia que se esconde detrás del ambulantaje, las marchas y plantones de perredistas controlados en el GDF, el campamento en las afueras del ISSSTE porque se ha convertido en una zona franca que reduce la soberanía del DFD, el desempleo, el asalto a transeúntes, el tráfico de drogas, las narcotienditas, los retenes policiacos que violan los derechos humanos de los ciudadanos. Es decir, las evidencias del fracaso del GDF.
Pero sobre todo, el problema número uno de la ciudad de México es otro: la demagogia de sus gobernantes. Marcelo Ebrard no gobierna --lo hace López Obrador--, por lo que el jefe del GDF se dedica a fabricar problemas y luego a inventar soluciones. El problema del tránsito en la ciudad es menor al conflicto generado por las marchas, plantones y campamentos perredistas en la ciudad de México y la forma en que estas expresiones políticas radicales violan todas las leyes urbanas.
Eso sí, el ciudadano sin partido recibe el manotazo autoritario de un gobierno que ejerce su autoridad contra las personas que son, al final de cuentas, víctimas de las complicidades del poder de Ebrard.
Eso sí, el ciudadano sin partido recibe el manotazo autoritario de un gobierno que ejerce su autoridad contra las personas que son, al final de cuentas, víctimas de las complicidades del poder de Ebrard.
Porque Ebrard fue uno de los organizadores directos del plantón de López Obrador en el corredor Zócalo-Periférico que dañó la vialidad de la ciudad y violó en su momento el reglamento de tránsito vigente.
Por su papel en el plantón ilegal del año pasado, Ebrard no tiene autoridad política y menos autoridad moral para definir y aplicar con rudeza --que no firmeza-- un nuevo reglamento que criminaliza los pequeños problemas de los conductores, frente a los problemas reales de las marchas y protestas que todos los días organiza su partido político.
Por su papel en el plantón ilegal del año pasado, Ebrard no tiene autoridad política y menos autoridad moral para definir y aplicar con rudeza --que no firmeza-- un nuevo reglamento que criminaliza los pequeños problemas de los conductores, frente a los problemas reales de las marchas y protestas que todos los días organiza su partido político.
En este contexto, la ciudad de México entró en una fase de autoritarismo fascistoide contra los ciudadanos, mientras --como todo fascismo-- beneficia a los militantes políticos de su partido. Es más fascista Ebrard por aplicar parcialmente la represión contra ciudadanos no perredistas y permitir la violación cotidiana de la ley por ciudadanos perredistas, que el PAN que pide ordenar las marchas y plantones para ordenar la vida cotidiana en la ciudad de México.
Pero el asunto del nuevo reglamento de tránsito es otro de los fuegos de artificio que usa Ebrard para desviar la atención de los verdaderos problemas urbanos. Y otra de las formas para engañar a los capitalinos. Por ejemplo, ha aumentado las restricciones a automóviles para disminuir la contaminación, pero con ello sólo ha propiciado el aumento del parque vehicular porque será más barato comprar un coche nuevo.
Todo es un engaño: el Metrobús exige la compra de varios boletos a través de tarjetas, lo que ha propiciado la reventa en la entrada por ciudadanos que lo deben usar de vez en cuando pero no le venden un boleto.
Los chips satelitales en autos van a aumentar los secuestros porque los ladrones no van a bajar a los conductores sino que se subirán al auto y se llevarán al conductor para no activar la alarma. El borrachómetro es una forma de reprimir al ciudadano y meterle el miedo antes de ingerir bebidas embriagantes.
El nuevo reglamento de tránsito en el DF ha sido la cereza del pastel capitalino de Marcelo Ebrard: aplicar todo el peso de la ley y toda la fuerza del Estado contra el ciudadano que hable por celular mientras conduce o vea con malos ojos a los policías. Pero el intendente capitalino se engaña solo: los problemas de la ciudad no son los ciudadanos sino los gobernantes que reprimen a los ciudadanos y permiten el caos urbano por las hordas perredistas en las calles.
Por Carlos Ramírez.
Post RLB Punto Politico.
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