martes, 10 de julio de 2007

México, el país de los privilegios de unos cuantos

La propaganda ha sido un arma muy poderosa
durante el desarrollo de las guerras.
La primera manifestación clara de la acción propagandística
como motor para el inicio de la vía armada
la encontramos en la Revolución Francesa,
donde un proyecto ideológico revolucionario se plasmó
en mensajes que incitaron a la acción violenta.

Incidir en la opinión pública se volvió un factor decisivo para los revolucionarios franceses y, por tanto, la propaganda, una herramienta clave para la ideologización. Harold Lasswell, en su libro Propaganda Technique in World War I, hace una análisis notable de los efectos de la propaganda durante la “Gran Guerra”.

Sostiene que ésta es un arma que tiene dos objetivos fundamentales: mantener la moral y el entusiasmo de los propios ejércitos y desmoralizar y atemorizar al enemigo.
En decir, la propaganda se vuelve un aspecto bélico medular por sus efectos psicológicos.

Salvo contados sectores, México no es una economía de libre mercado. Persisten los privilegiados, los oligopolios y, por supuesto, los monopolios del gobierno. Todos ellos nos chupetean el bolsillo. Es hora de exigir que se acaben los privilegios que lastiman a los más pobres.
El estado de ánimo no sólo de los ejércitos, sino de la sociedad civil, permitió ganar batallas, algunas veces, antes de que éstas comenzaran.
En el periodo que existió entre las dos guerras mundiales, las técnicas para medir la opinión pública se perfeccionaron y también las tácticas de propaganda.

Durante la segunda guerra mundial, los alemanes desplegaron una feroz estrategia de propaganda cuyo propósito fue sembrar el terror y la desesperanza.
Los propagandistas del mito de la “alemanización” de Europa se valieron de todo tipo de acciones buscando imponer en la opinión pública, sobre todo en los países aliados, la idea de que el triunfo de Alemania era un hecho y lo mejor era deponer las armas y rendirse.
Unidos e Inglaterra comenzaron con una contraofensiva de propaganda para evitar el desánimo colectivo ante la embestida de los nazis. La BBC de Londres fue una herramienta fundamental para propagar mensajes a toda Europa.

El objetivo fue subir la moral, evitar el derrotismo y evidenciar que la guerra no era contra el pueblo alemán, sino contra Hitler, que escondía tras su ansia de poder y conquista el discurso de la unificación europea.
La propaganda de guerra es el antecedente de la propaganda política.
Los métodos propagandísticos utilizados en las confrontaciones bélicas se aplican en la política contemporánea. López Obrador ha buscado sobrevivir moviéndose en la pista de la propaganda. Sus consignas y su propio lenguaje nos remiten más a la propaganda nazi que la propaganda leninista.
Al igual que en el caso del dirigente nazi, nos encontramos frente a un caso grave de megalomanía con un ansia de poder enfermiza. Estamos frente a un personaje que, al igual que Hitler (quien sí lo consiguió), buscó llegar mediante las urnas al poder, para después “mandar al diablo a las instituciones”.
Estamos ante un personaje que utiliza la mentira de manera sistemática, incluso con sus seguidores, como lo hizo “El Canciller” del estado nazi con la ayuda de Joseph Goebbels, su ministro de propaganda, quien soportó su estrategia en el endiosamiento del hombre al que sirvió.
Al igual que Hitler, López Obrador emite discursos incendiarios que buscan radicalizar la postura de sus seguidores y sembrar el miedo y el desánimo en la sociedad en su conjunto. López Obrador busca la ingobernabilidad y el fracaso del nuevo gobierno, para crear un clima psicológico de incertidumbre en el cual siga vigente la polarización que lo mantiene aún vivo.
Las diferentes encuestas que se han publicado hacen evidente el rechazo generalizado de la población hacia sus métodos. El proceder de sus enviados para tomar la tribuna del Congreso, el día del informe del Presidente, confirmó aún más su desprecio por los mexicanos.

La apuesta para boicotear las Fiestas de la Independencia responde a la misma lógica. Creo que un componente importante para la solución del problema político que vive México, radica en la habilidad del nuevo gobierno y en la de muchas organizaciones de la sociedad civil comprometidas con la democracia, para mantener el estado de ánimo y el entusiasmo de la gente, la confianza en el país, la confianza en nosotros mismos.
Es evidente que la solución no radica tan sólo en una estrategia propagandística para neutralizar a López Obrador, pero no hay que olvidar que la historia es algo cíclico y nos ha enseñado que el ánimo de un pueblo resulta algo muy importante para el desenlace de cualquier suceso, incluso la guerra.
La transición democrática en México debe seguir su curso. Existen muchos retos y desafíos para el futuro y el ánimo social será un arma fundamental para enfrentarlos. Frente a quienes se empeñan en arrebatarnos la paz y la esperanza, es necesario posicionar un menaje alentador y de confianza, que incentive la participación como la mejor arma para defender nuestra democracia.
Por Godofredo Rivera.
El autor es doctorando en la Universidad de Navarra
RLB Punto Politico.

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