En la particularmente sucia política de la Ciudad de México, donde todo vale, El Grandote es un peso completo.
Apodado así por la policía mexicana, que en una ocasión lo acusó de asesinar a un juez, Alejandro López Villanueva encabeza una organización de 34,000 familias que le deben sus casas y muchas veces también sus trabajos, y que se han convertido en sus soldados políticos.
López Villanueva es un hombre de 40 años, con cabello ensortijado hasta los hombros, que puede desplegar en dos horas a diez mil manifestantes para que bloqueen intersecciones, y lo hace para ajustar cuentas y obtener beneficios para sus seguidores.
Hoy, El Grandote ha puesto a sus tropas a disposición de Andrés Manuel López Obrador, el candidato presidencial del Partido de la Revolución Democrática (PRD), quien lleva una ligera ventaja en la mayoría de las encuestas de cara a las elecciones presidenciales de este domingo.
Desde hace tiempo, los líderes callejeros, como López Villanueva, han caracterizado a la política mexicana, pero se esperaba que su influencia se redujera en la medida que maduraba la democracia del país. Sin embargo, su poder se ha extendido porque pueden conseguir empleo y vivienda para miles de familias, desesperadas por la lentitud del progreso de la economía.
López Villanueva ha logrado que unos diez mil miembros de su organización, el Frente Popular Francisco Villa, capacitados por funcionarios del Instituto Federal Electoral, sean observadores oficiales para el PRD de López Obrador. El domingo los enviará a vigilar casillas en las elecciones en la Ciudad de México.
Es posible considerar con toda certeza que sus seguidores apoyarán a López Obrador y a los demás candidatos del PRD y que harán proselitismo entre sus amigos y familiares en el mismo sentido. Todos los demás partidos tendrán también observadores en las casillas de votación.
A lo largo de su carrera política, López Obrador ha utilizado las manifestaciones masivas para conseguir lo que quiere.
En Tabasco, su estado natal, él es famoso por haber tomado pozos petroleros para exigir indemnizaciones a grupos indígenas locales, cuyas tierras habían sido dañadas por las labores de exploración y explotación de la empresa petrolera estatal, Petróleos Mexicanos.
Los críticos de López Obrador temian que, si ganaba la elección, dependeriá de caciques locales como López Villanueva para lograr sus objetivos, y si pierdia, los llamariá para bloquear los accesos y paralizar las ciudades. López Obrador niega la acusación.
"Nuestra esperanza es que el gobierno de López Obrador sea una transición hacia un Estado que se preocupe de las necesidades de la clase obrera", dijo López Villanueva, quien se dice inspirado por el marxismo. "La participación de nuestro movimiento será fundamental para asegurarnos que cumpla sus promesas de ayudar a los pobres".
Asimismo, López Villanueva dijo no tener planes de cuestionar los resultados de la elección.
López Villanueva cobró prominencia como estudiante radical a finales de la década de 1980. Junto con otros alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México, invitó a cientos de familias desalojadas de sus hogares en una ladera designada como reserva natural, a acampar en los salones y pasillos de la universidad. El campus fue cerrado debido a una huelga estudiantil organizada por López Villanueva.
Luego llevó a las familias a un terreno baldío. Convenció a los operarios de los camiones de limpia para que descargaran allí el asfalto de desperdicio, que las familias emplearon como cimiento para las chozas que erigieron de aluminio corrugado, madera de desperdicio y tela embreada.
Con el tiempo, las marchas y calles bloqueadas obligaron a las autoridades a entregar títulos de propiedad, préstamos a intereses preferentes y donaciones a las familias, para construir viviendas apropiadas. Hoy, El Molino es una pujante comunidad, cuyos edificios de departamentos llevan los nombres de Carlos Marx, Federico Engels y otras figuras del comunismo. Los residentes reciben los útiles escolares en la papelería Francisco Villa y las golosinas italianas en la heladería Francisco Villa.
Con el transcurso de los años, López Villanueva se ha apoderado de decenas de terrenos baldíos y edificios abandonados. Sus seguidores pagan cuotas a la organización Francisco Villa, que sirven como enganche para futuros departamentos. Dichos enganches se mantienen en una cuenta general y, por lo general, no son reembolsables, de modo que no existen incentivos para separarse.
Las tácticas de López Villanueva han producido enfrentamientos prolongados con las autoridades. A mediados de la década de 1990, poco después del nacimiento de sus dos hijas, estuvo prófugo dos años, eludiendo a las autoridades que arrestaron a 15 de sus asociados. En 2000, los fiscales lo acusaron de asesinar a un juez. López Villanueva niega la acusación que, dijo, fue inventada por rivales celosos.
Los cargos fueron retirados por falta de evidencia, pero no antes que López Villanueva pasara cinco meses en la cárcel y se ganara para siempre el apodo de El Grandote. Si bien sus amigos lo llaman Alejandro, por lo general los periódicos se refieren a él como El Grandote.
"En México, los policías siempre te ponen un sobrenombre en los papeles, para hacerte sonar como un delincuente", dijo. "Es una forma de marcarte, de modo que siempre vivas bajo sospecha, incluso cuando las acusaciones en tu contra hayan sido prefabricadas".
Sus pleitos con la ley no alejaron al PRD o a López Obrador, quien buscaba la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. A cambio de votos, contribuciones a la campaña y manifestantes dispuestos a abarrotar sus convocatorias públicas, el partido aceptó permitir a López Villanueva y a otros caciques callejeros operar al margen de la ley en los lugares gobernados por el PRD.
Los seguidores de El Grandote fueron importantes en la victoria de López Obrador por la alcaldía capitalina en 2000. El año pasado, cuando el partido gobernante lanzó una campaña para inhabilitar a López Obrador de las elecciones presidenciales, López Villanueva envió a miles de seguidores a las calles, paralizando arterias clave y ayudando a repeler el ataque.
Algunos de los asociados de López Villanueva, que ven a todos los partidos políticos convencionales como puntales de un sistema económico que priva de derechos a los pobres, consideraron que el pacto con el PRD era una traición y se separaron del grupo. Pero la alianza acrecentó el poder de El Grandote.
Bajo la jefatura de gobierno de López Obrador, el gobierno otorgó numerosos préstamos blandos para construcción a la organización Francisco Villa. Asimismo, López Villanueva se hizo de una flotilla de diez mil taxis piratas, que operan por toda la ciudad sin ser molestados. Su hermano y su cuñado han formado parte de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal.
El Grandote dijo que sus responsabilidades han crecido tanto que la carga le pesa. Ahora sueña con cambiar el "caos" de la capital por una vida más tranquila en el campo. Espera que sus hijas, ahora adolescentes, que se reían de fotografías en sus teléfonos celulares mientras su padre era entrevistado, encuentren empleos menos volátiles.
"La ciudad es un monstruo", dijo. "Es tan grande que uno puede salir y realizar un bloqueo y apenas habrá reacciones. Las mercancías se entregan y las personas llegan a sus trabajos".
Por el momento, hay mucho por hacer. Un jueves lluvioso, inauguró un nuevo centro cultural en uno de sus asentamientos, al son de música folclórica y de enardecidos aplausos, y debe mantener a sus tropas listas para la batalla.
Por ejemplo, la semana pasada, organizó turnos rotatorios de un millar de manifestantes, para bloquear el acceso principal de Iztapalapa al centro de la ciudad. Su propósito era presionar a la ciudad para que proporcionara agua potable y otros servicios a varios asentamientos irregulares.
El grupo está ahora acampado frente al edificio de la delegación mientras López Villanueva negocia las concesiones.
A la entrada de un asentamiento con un conjunto de casas construidas con bloques de cemento que carecen de agua potable, una adolescente pasaba las hojas de una delgada síntesis de un libro de Karl Marx.
La residente de este asentamiento irregular controlado por López Villanueva estaba lista para manifestarse a favor de El Grandote. Bloquear caminos "es muy divertido", dijo.
Editado por Juan Carlos Jolly
por John Lyons Dow Jones Newswires
viernes, 22 de septiembre de 2006
Ebrard , AMLO y PRD los negocios sucios de la ciudad
AMLO y El PRD utilizan grupos de choque
formado por agrupaciones y porros
Habla López Villanueva
"El Grandote"Lider Callejero
se hizo de una flotilla de diez mil taxis piratas
que operan por toda la ciudad sin ser molestados
a costa de Encinas, Ebrard y AMLO
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario