martes, 19 de septiembre de 2006

En realidad, el verdadero usurpador es López Obrador.

CND fue una comedia política
del estilo de las de Jesusa Rodríguez.
López Obrador fue ungido como
“Señor Presidente”
en una kermés del lumpen político



AMLO, como Nicolás Zúñiga y Miranda

1.- Pues sí, al final de cuentas Andrés Manuel López Obrador resultó un peligro para la república. Ha sacado al PRD, al PT y a Convergencia de la legalidad de una oposición leal y se ha auto nombrado presidente legítimo de una república ilegítima e ilegal. En realidad, el verdadero usurpador es López Obrador.

2.- López Obrador es, pues, un peligro para el país. El viernes puso en riesgo la seguridad física del presidente Vicente Fox al amenazar con agresiones si daba el grito. López Obrador ha demostrado estar movido por el odio personal. Fox ganó con su decisión de dar el Grito en San Miguel de Allende.

3.- López Obrador ha tenido que encarecer su propia sobrevivencia. Su capacidad de liderazgo es imposible sin un cargo. Por eso su auto nombramiento de presidente. Sin ese cargo, el liderazgo del tabasqueño sería inexistente.

4.- En un artículo publicado en Proceso, el escritor Juan Villoro --que fue miembro del consejo consultivo del equipo que hizo el programa de gobierno de López Obrador-- dijo que “López Obrador se debate entre atender a la misión que se asigna a sí mismo como líder o mantener unida a una izquierda más amplia que sus corazonadas. López Obrador se deja aconsejar por una sola entidad: su intuición. Es imposible saber lo que le dicta en estos momentos, pero no es aventurado decir que confunde lo trágico con lo histórico”.

5.- López Obrador, en efecto, tenía que decidir entre un proyecto político de una corriente de izquierda --una entre muchas-- o fortalecer su caudillismo. Prefirió el camino personal y se designó a sí mismo presidente de su república populista. Llama la atención el rostro de felicidad cuando le dicen “Señor Presidente”.

6.- Viene ahora un deslindamiento de la izquierda. Si el PRD apoya a López Obrador, entonces debe renunciar a su registro como partido y todos los perredistas en cargos públicos están obligados a abandonarlos. A menos que con una mano cobren del Estado y con la otra lo abofeteen. El PT y Convergencia están en el mismo dilema: o López Obrador o la legalidad.

7.- La convención nacional democrática ni fue convención, ni nacional, ni democrática. Hubo un pequeñísimo espacio de racionalidad: convertirla en el espacio de agrupamiento de la izquierda nacional. Pero no. Quedó en una masa informe de apoyo al caudillo. No hay en la CND una alternativa al sistema político. Al final, el modelo político de López Obrador no es otro que el del PRI populista: subsidios a pobres, diplomacia revolucionaria y Estado intervencionista en lo productivo. Este modelo, por cierto, ha sido descartado inclusive por los priístas.

8.- La CND tenía tres objetivos concretos: un movimiento de masas, una nueva Constitución y una rebelión apoyada en el 39 constitucional. En la convención se olvidaron del 39. La famosa convocatoria a una revolución o rebelión nacional en contra de las instituciones y la Constitución quedaron reducidas al único objetivo: darle a López Obrador el cargo de presidente legítimo y convocar a una farsa de toma de posesión el 20 de noviembre, fecha simbólica del calendario priísta.

9.- Por tanto, la CND fue una comedia política del estilo de las de Jesusa Rodríguez. López Obrador fue ungido como “Señor Presidente” en una kermés del lumpen político.

10.- Más que un gobierno alterno, López Obrador creó un grupo de presión que tampoco busca una revolución. Las tareas lopezobradoristas se reducen a llamarlo “Señor Presidente”, a provocar violencia callejera, a entorpecer con pequeños grupos de cincuenta gritones los actos de Felipe Calderón y Vicente Fox, a provocar una represión, a generar caos, a que Calderón renuncie a la presidencia, a que se convoque a nuevas elecciones y a que López Obrador gane las nuevas votaciones y a ungirlo como presidente de la única presidencia legítima que señala la Constitución.

11.- En sus locuras, López Obrador ha dado cuenta de sus aliados. ¿Cómo tomar en serio a Enrique González Pedrero, a Dante Delgado, a Julio Scherer Ibarra y a Ricardo Monreal si son avales de una comedia política sólo entendible en el mundo carpero de Palillo?

12.- Lo que viene son las definiciones. ¿Obedecerá Marcelo Ebrard a la Constitución y reconocerá a Felipe Calderón o dictaminará al DF como estado autónomo y junta de buen gobierno al margen de la Constitución y de las instituciones? ¿Renunciará Monreal a su cargo de senador avalado por la Constitución que señala a Calderón como el único presidente legítimo o será un renegado desde las instituciones que dice desdeñar cobrando su dieta? ¿Ya se olvidó Scherer Ibarra de sus cursos de derecho constitucional y de los números de Proceso donde retratan las locuras y corruptelas de López Obrador?

13.- Pero ante todo, el país sigue manteniendo la estabilidad política e institucional. Por tanto, Felipe Calderón la tiene fácil para convocar a un acuerdo por la gran reforma democrática con o sin el PRD. Tendría que ser una verdadera transición integral. Y rebasar políticamente a López Obrador.

14.- López Obrador, al final, decidió no salirse de la institucionalidad. Su movilidad se da dentro de las leyes aunque en medio de una rebelión mediática. Exactamente como Nicolás Zúñiga y Miranda se ostentaba como “Señor Presidente” en los tiempos de Porfirio Díaz. ¿Cuál rebelión, pues? Luego de la tragedia del alzamiento zapatista, la izquierda quedó atrapada en farsa de López Obrador
titulo -AMLO, como Nicolás Zúñiga y Miranda .
Por Carlos Ramírez
www.indicador-politico.com.mx

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