La rabieta universitaria que ordenó López Obrador a sus diputados y senadores en San Lázaro durante la apertura del periodo ordinario de sesiones del Legislativo, los retrató muy bien.
Querían hacer que Fox se sintiera mal, pero los que perdieron fueron ellos.
Se exhibieron, otra vez, como intolerantes.
El PRD confirmó su vocación reventadora de las prácticas republicanas y democráticas.
Los legisladores de ese partido le aplicaron a Fox el “no lo veo ni lo oigo”.
Ese es el talante de los perredistas que accedieron al Congreso.
Que no hablen otros que no sean ellos. No hay por qué asombrarse: así es su líder, López Obrador.Y para no perder la estima del líder, Navarrete y los demás se comportan aún más radicales. Si no ganó él, que no gane nadie.
El mundo ya lo vio. Y la opinión internacional que antes le favorecía en la prensa que según Camacho tenían comiendo de su mano, se percató del talante antidemocrático del ex candidato perredista. A juzgar por lo que dicen los editoriales de los medios más representativos de occidente, a López Obrador no se le ve como un populista de izquierda como es percibido en México. En realidad se le observa, y se le describe, como un populista de derecha. Antidemocrático y milenarista. Excluyente contra los que no piensan como él.
Defensor de “lo nuestro”, frente a “los otros”.
Demoledor de instituciones democráticas, creadas con el concurso y en buena medida por la exigencia del PRD, como son el IFE y el TRIFE. “Al diablo las instituciones” dijo López Obrador el fin de semana. Xenófobo al descalificar la opinión de la prensa internacional y analistas extranjeros porque son opiniones “de fuera”.
Indiferente ante la pérdida de su capital político que le hubiera servido para pactar cambios estructurales con el próximo presidente. Nada de eso le preocupa a López Obrador. Confirma, pues, que sólo le interesaba el poder por el poder.
Ahora lo que quieren es que Calderón no pueda gobernar.
Que su sexenio sea una pesadilla para él y en consecuencia para los mexicanos.
Va a promover la “revolución”. Impedir que gobierne el ganador de las elecciones.
Para eso cuenta con los diputados y senadores del PRD que tomaron la tribuna el viernes para impedir la lectura del Informe.
Así van muy bien, rumbo al despeñadero. La encuesta de Reforma reveló que el 77 por ciento de la población reprueba la actitud de los legisladores perredistas.
Sólo el 16 por ciento los aprueba.
¿Perdió algo Fox con que no lo hayan dejado subir a dar lectura a su mensaje político?
No perdió nada. Al contrario, le ayudaron a evitar las críticas por la falta de resultados en su gobierno.
Y el PRD le mostró sus caras a la nación. Ahí estaban, en la tribuna que asaltaron, José Guadarrama Márquez, el cacique de Jacala, que acusaron de mapache electoral y asesino de perredistas. Arturo Núñez Jiménez, el “sí señor” de Carlos Salinas y de Ernesto Zedillo, que como líder de la bancada del PRI validó el Fobaproa. Graco Ramírez, por todos conocido. Anchondo, el secretario de Gobierno de Chihuahua, a quien el PRD de ese estado acusó de encubrir a los asesinos de mujeres en Ciudad Juárez. Esos son, entre otros, los personajes de la “revolución” de López Obrador.
Ahí está esa galería de la turbiedad, del resentimiento y del trasvestismo político, en la foto de primera plana de Crónica del sábado. Una maravilla de foto, por lo elocuente. Aunque si la vemos con responsabilidad, es de pena ajena.“Los representantes de la izquierda restituyeron su dignidad al Legislativo”, expresó el editorial de La Jornada al día siguiente de la toma de la tribuna para impedir el Informe, y exaltó la acción de “los legisladores inconformes, de impecable legalidad y de carácter pacífico, que constituye una lección de resistencia cívica para propios y extraños”.
Mejor apología del golpismo sería difícil encontrar. Al leerlo en el extranjero y sin más información que ésa, queda la impresión de que “los representantes de la izquierda” o sea, Navarrete, Guadarrama, Arturo Núñez, Graco, Anchondo, entre otros ganaron en tribuna una batalla histórica al demostrar que no hubo fraude electoral orquestado por el Presidente de la República, y se votó una moción suspensiva de la ceremonia hasta que los órganos electorales castiguen el agravio a la democracia.
Pero no hubo nada de eso. Los perredistas “inconformes, de impecable legalidad y de carácter pacífico”, tomaron la tribuna por sus pistolas e impidieron por la fuerza que el Presidente rindiera su informe. Con esa lógica, lo hemos dicho, van a querer “restituir la dignidad de la Presidencia” y se van a lanzar al abordaje del Poder Ejecutivo, también por la fuerza. Si los dejan, claro está. Los salvadores de la dignidad del poder Legislativo según La Jornada protestaban por dos cosas: el “estado de sitio ilegal impuesto por el Ejecutivo entorno a San Lázaro”, y por el “fraude electoral” contra López Obrador.
Miren quiénes hablan de estado de sitio ilegal. Son las fuerzas de ocupación del Gobierno del Distrito Federal las que tienen secuestrada una parte de la ciudad. Y quisieron tomar los accesos al recinto del Poder Legislativo en San Lázaro para evitar, precisamente, su instalación constitucional. La Federal Preventiva en buena hora se los impidió. Se los impidió, por cierto, a petición de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados que es la que tiene las facultades legales para realizar esa solicitud.
Por lo que respecta al fraude, ¿cuál fraude? Perdieron. Les ganó Calderón. Eso fue todo.
Inventaron que habían ganado por 500 mil votos y no mostraron actas que avalaran su dicho.
Inventaron un fraude cibernético que se les cayó a la primera mirada.
Inventaron el fraude hormiga, que se cayó con el recuento de 11 mil casillas impugnadas por ellos.
Inventaron el fraude “a la antigüita”, que se cayó con la firma de conformidad de sus representantes en las casillas.
Inventaron el “relleno de urnas” que quisieron probar con un video, en una casilla, que resultó ser una mentira más de su colección. Le echaron la culpa a sus representantes de casilla por haberse “vendido” al enemigo y permitir el “fraude”.
Le echaron la culpa a Ugalde y al IFE para articular el “fraude”, y desplegaron mantas con el rostro del presidente de esa institución para tildarlo como traidor.
Le echaron la culpa al TRIFE y a sus magistrados los acusaron de estar “al servicio de Diego Fernández de Cevallos”.
Le echaron la culpa a los medios de comunicación y hasta caricaturas ofensivas hicieron de sus aliados en la televisión que titubearon a la hora de defender la fantasía del “fraude”.
Ahora le echan la culpa a Fox de ser el cerebro de un “fraude” sin huellas y sin indicios.
Hablan de él como si fuera un moderno Maquiavelo, y deliberadamente olvidan que hace un par de meses decían que era un bueno para nada.
En fin, ya hicieron su berrinche e impidieron la lectura del Informe. El requisito constitucional quedó salvado al entregar Fox su informe dentro de la sede del Poder Legislativo.Afortunadamente la prudencia de los diputados y senadores de los partidos distintos al PRD evitó que hubiera violencia. No pasó nada. Sólo se exhibieron.
Como se van a exhibir el 15 de septiembre si no levantan su campamento.
El Grito se puede dar en Dolores Hidalgo, Guanajuato. Como se van a exhibir también si no despejan el centro de la ciudad de México para que haya condiciones para el desfile militar del día 16. El desfile se puede hacer en Puebla, o en Querétaro.
No pasa nada. Tengan su Zócalo para la Convención y sigan exhibiendo su intolerante vulgaridad. Lo que importa es otro evento: el traspaso del mando en el Poder Ejecutivo, el 1 de diciembre, de acuerdo con la Constitución. Para esa fecha necesitan trabajar los operadores políticos del candidato ganador.
Distensar el ambiente empezando por reconocer el legítimo triunfo del PRD en Chiapas y reducir la presión de la caldera.Que la rabieta del 1 de septiembre siga su cauce descendente, hasta quedar como una pataleta de la Chilindrina.
Por: Pablo Hiriart
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